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La gran actriz, Sarah Bernhardt (1844-1923)

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Freud tenía un retrato suyo en el consultorio y Oscar Wilde le dedicó su obra Salomé. Pero Sarah Bernhardt no estaba destinada a ser la gran artista en la que se convirtió. De madre cortesana y padre desconocido, Sarah sufrió además un accidente que con la edad sería dramático para ella. Sin embargo, Sarah superó todas las adversidades y pasó a la historia como una de las mejores actrices de todos los tiempos. Sus interpretaciones alejadas de las excesos y sobreactuaciones y basada en la naturalidad y en una voz que envolvía el escenario en el que actuaba, atraparon a críticos y público. Tanto en el teatro como en los primeros años del cine, Sarah Bernhardt cosechó grandes éxitos y su fuerza de voluntad unida a su gran talento fueron la clave de su éxito.

La hija de la cortesana
Rosine Bernardt nació el 23 de octubre de 1844 en París. Su madre, Julie Bernard era una cortesana que ejercía en la capital francesa junto a su hermana. Julie tuvo varios hijos, todos de padres distintos y desconocidos. Rosine pasó los primeros cuatro años de su vida en la Bretaña donde quedó a cargo de un ama de cría. Fue allí donde, influenciada por la lengua bretona, Rosine adaptaría su apellido y lo convertiría en Bernhardt. En aquellos años sufrió un accidente y se rompió la rodilla derecha, quedándole mal para el resto de su vida.

Después del accidente Julie se llevó de vuelta a su hija a París pero dos años después, cuando tenía unos siete años, ingresó en un internado femenino cerca de Auteuil llamado Institución Fressard. Tras Auteuil, Rosine pasó al colegio conventual Grandchamp, cerca de Versalles donde empezaría a participar en las obras teatrales del centro. 

Cuando Rosine ya había cumplido los quince años, su madre intentó que siguiera sus pasos como cortesana, a lo que ella se negó en redondo. Uno de los asiduos al salón de Julie, un medio hermano de Napoleón III conocido como el duque de Morny, y quien se especula que podría haber sido su padre, la ayudó para que pudiera ingresar en el Conservatorio de Música e Interpretación, donde ingresó en 1859. El duque también la ayudó, una vez finalizados sus estudios, a entrar en la prestigiosa Comédie Française, donde debutó en agosto de 1862, con la obra de Jean Racine Iphigénie. Poco más de un año permanecería en la Comédie Française debido a su fuerte carácter que le acarreó constantes conflictos con sus compañeros. En 1863 entró a formar parte del Teatro Gymnase donde durante poco más de un año participó en distintas representaciones con papeles menores. 

Buscando su lugar en el mundo
Fue por aquellos años que Sarah Bernhardt conoció al que sería el primer amor de su vida y con el que tendría su único hijo. Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne, que así se llamaba el galán, no pudo hacer frente a las presiones de su elegante familia quien no vio con buenos ojos su relación con una actriz de teatro. Nada importó que Sarah hubiera quedado embarazada pocos meses después de iniciar su relación. El 22 de diciembre de 1864 nacía Maurice Bernhardt y Sarah vio como única salida a su complicada situación seguir los pasos de su madre. Por un tiempo, y mientras cuidaba de su hijo y continuaba buscando su lugar en el teatro, Sarah ejerció de cortesana. 

En 1867 debutó en el Teatro Odeón con la obra de Molière Les femmes savantes, que supuso un paso importante en su carrera como actriz. Dos años después, su participación en Le Passant le traería la fama y el éxito que tanto tiempo había estado buscando.

Sarah Bernhardt en su papel de Cleopatra

Su éxito se vio interrumpido momentáneamente con el inicio de la guerra Franco-Prusiana en 1870. El Teatro Odeón se convirtió en un hospital de heridos y enfermos donde Sarah colaboró. Terminada la guerra y derrotado Napoleón III, muchos exiliados volvieron a Francia, entre ellos Víctor Hugo, cuyas obras Sarah interpretó de manera magistral y la encumbraron a lo más alto del mundo teatral.

Sarah Bernhardt volvía a la Comédie Française convertida en una actriz de éxito. Fueron los siguientes años un tiempo de alegría para Sarah, quien, además de sus interpretaciones teatrales, buscó inspiración también en el arte de la escultura. Disciplina que no se le dio muy mal pues llegó a exponer en varias ocasiones en el Salón de París. Las letras también la atrajeron y escribió varias obras.

El mundo se rinde a sus pies
Sarah Bernhardt
 en su papel de Hamlet
En 1879 Sarah Bernhardt se dispuso a conquistar el mundo con su arte y su talento. Inglaterra, Estados Unidos, América del Sur, Australia, Egipto... Sarah viajó y actuó en muchos teatros de todo el mundo donde el público caía rendido a sus pies. 

Sarah disfrutó en aquel tiempo de su éxito. Solamente un miedo escénico inicial impedía que la gran actriz disfrutara plenamente de unas actuaciones impecables en las que era capaz de interpretar con gran maestría tanto papeles de mujeres como de hombres. 

Casada solamente una vez, con un oficial griego llamado Jacques Aristidis Damala, Sarah sufrió a causa de un matrimonio turbulento en el que ambos se fueron infieles hasta la muerte de él. 

La actriz empresaria
Sarah Bernhardt había conseguido ser una mujer independiente y vivir de su gran pasión. Además de actuar con éxito en todos los rincones del mundo, Sarah se convirtió en la primera mujer empresaria del mundo del espectáculo gestionando las producciones de distintos teatros de París. Sarah actuaba, gestionaba sus producciones y se hacía cargo tanto de su hijo como de su hermana Régine a la que su madre Julie quiso también introducirla en su salón como cortesana. 

También fue una gran protectora del pintor y cartelista Alphonse Mucha, quien la inmortalizó en algunos de sus más hermosos carteles. Su obra fue determinante para el Art Nouveau francés.

Sarah Bernhardt había conseguido lo que quería y disfrutó de su éxito con alguna que otra excentricidad. Entre ellas, su famoso zoológico privado en el que tenía desde un cocodrilo hasta un león y un tigre. Más estrambótica era su costumbre de descansar cuando le apetecía en un ataúd que se había hecho fabricar con todo el lujo posible. 

Del teatro al cine
Con el cambio de siglo y la llegada del cine, Sarah se atrevió también con la nueva manera de interpretar y lo hizo con Le duel d'Hamlet en 1900 y La dame aux Camélias en 1906. Elisabeth, reine d'Anglaterre y Jeanne Doré fueron otras cintas en las que Sarah demostró que podía ser también una gran actriz de cine.

En 1914, un año después de rodar Jeanne Doré, le fue concedida la Legión de Honor. Pero poco después empezaría el lento declive de su carrera debido a sus problemas con la rodilla. El accidente sufrido de niña empezó a provocarle por aquellos años fuertes dolores en la pierna derecha que derivaron en la terrible solución de amputársela. 

Pero Sarah Bernhardt no se rindió. Después de la operación, y en plena Primera Guerra Mundial, decidió viajar al frente en el que actuó para animar a las tropas francesas. Hasta su muerte, Sarah no dejó de actuar. Lo hacía en papeles que le permitían estar sentada aunque la cuerpo empezaba a ponérselo cada vez más difícil. 

Estaba rodando una escena de La Voyante cuando Sarah Bernhardt se desmayó. Pocos días después, el 26 de marzo de 1923 fallecía en brazos de su hijo. El funeral fue multitudinario. Más de cien mil personas quisieron dar el último adiós a la que fue una de las mejores actrices de todos los tiempos.

La francotiradora que amaba la historia, Lyudmila Pavlichenko (1916-1974)

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Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército soviético contó con la participación de unas dos mil mujeres francotiradoras, de las cuales solamente llegaron a sobrevivir quinientas. La gran mayoría fueron nombres anónimos que perecieron en el campo de batalla junto a sus colegas masculinos. De las pocas cuyo nombre trascendió al frente de guerra fue Lyudmila Pavlichenko, una joven que estaba estudiando historia cuando la guerra estalló. Sus prácticas en un campo de tiro le sirvieron para entrar en el Ejército Rojo y convertirse en una de sus francotiradoras más letales. Herida en el campo de batalla, Lyudmila Pavlichenko pasó un tiempo viajando por Canadá y los Estados Unidos relatando sus experiencias. De vuelta a su país, continuó en el ejército donde formó a otros francotiradores. Y cuando llegó la paz se convirtió en historiadora.

Lyudmila Mykhailvna Pavlichenko nació el 12 de julio de 1916 en Belaya Tserkov, Ucrania, en el seno de una familia humilde. Su padre trabajaba en una fábrica y su madre era maestra. Lyudmila destacó desde pequeña por su carácter independiente y por ser una buena estudiante. Cuando tenía catorce años, se trasladó con su familia a vivir a la capital ucraniana, Kiev. Lyudmila continuó estudiando hasta llegar a la universidad donde inició sus estudios de historia. Para ayudar a su familia, la joven compaginaba sus estudios con un trabajo en un arsenal mientras disfrutaba del tiempo libre en un club de tiro donde inició sus pasos como tiradora. 



Lyudmila estaba estudiando historia en la Universidad de Kiev cuando estalló la guerra. No se lo pensó y se dirigió a la oficina de reclutamiento para alistarse en el cuerpo de infantería. Los comandantes al mando intentaron convencerla de que sería más útil en el cuerpo de enfermería pero cuando les mostró sus dotes con el rifle tuvieron que rendirse a la evidencia de sus capacidades como francotiradora. 


Lyudmila Pavlichenko se unió a la 25ª División de Infantería del Ejército Rojo donde pronto se convirtió en una de sus mejores francotiradoras. El primer frente en el que estuvo, cerca de Odesa, Lyudmila abatió a 187 soldados alemanes. Cuando su cuerpo fue trasladado a Sebastopol, ascendía a teniente después de haber sumado 257 soldados enemigos muertos a manos de su impecable pulso. 

Había abatido a 309 soldados alemanes, entre ellos 36 francotiradores como ella, cuando resultó herida por fuego de mortero. Sucedió en junio de 1942 y tuvo que dejar el frente de guerra. Mientras la guerra continuaba, Lyudmila se puso a las órdenes de la gran maquinaria que suponía la propaganda política soviética iniciando un viaje a Canadá y los Estados Unidos.

Lyudmila se convirtió en el primer soviético en ser recibido por un presidente norteamericano. Cuando Franklin D. Roosevelt la invitó a la Casa Blanca, su esposa, Eleanor Roosevelt le propuso iniciar una gira por los Estados Unidos para explicar su experiencia como soldado y francotiradora. 


Apodada como la "Sniper Girl" por el New York Times, Lyudmyla tuvo que soportar las constantes preguntas absurdas sobre su vida como francotiradora y su feminidad. Parecía que a muchos periodistas norteamericanos les interesaba más si las mujeres se pintaban las uñas en el frente que por sus hazañas bélicas. 

De vuelta a la Unión Soviética, con la guerra aún devastando Europa, permaneció en la retaguardia entrenando a otros francotiradores del Ejército Rojo. En 1943 recibió la estrella de Oro de la Orden de Lenin, convirtiéndose en Heroína de la Unión Soviética.

Al finalizar la guerra, Lyudmila permaneció hasta 1953 vinculada al ejército soviético como ayudante del Cuartel General Principal de la Armada Soviética. Recuperó también el tiempo perdido y reinició sus estudios para terminar convirtiéndose en historiadora. 

Lyudmila Pavlichenko no se olvidó nunca de su faceta como francotiradora. Además de ser un miembro activo del Comité Soviético de Veteranos de Guerra, continuó relatando su experiencia en muchas conferencias.

El 10 de octubre de 1974 fallecía en Moscú. 



 Películas que hablan de ella 

Battle of Sevastopol

Contra la hipocresía, Victoria Woodhull (1838-1927)

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Si una palabra definiría la vida de Victoria Woodhull sería la de sinceridad. También valentía. Porque Victoria vivió en la América decimonónica basada en unos valores de estricta conducta social en la que no se podía hablar de temas controvertidos. Y ella decidió exponer públicamente una defensa del amor libre a la vez que defendió la emancipación de la mujer. Victoria Woodhull fue la primera mujer en editar un periódico en los Estados Unidos, en convertirse en agente de bolsa y en presentarse como candidata a la presidencia de su país. Una vida de retos y lucha que le valió la crítica abierta de los sectores más retrógrados de la sociedad. 

Victoria California Clafin nació el 23 de septiembre de 1838 en Homer, en el estado norteamericano de Ohio en el seno de una família de clase baja. Su madre, Roxanna Hummel Claflin, era analfabeta y su padre, Reuben Buckman Clafin vendía alimentos y tenía tendencia a la estafa. Victoria tuvo nueve hermanos, de los cuales sólo sobrevivieron ella y cinco más. De todos, fue con Tennessee Celeste, a la que llamaba Tennie, con quien mantuvo una relación más estrecha y con quien emprendería algunos de sus proyectos más ambiciosos.

La pequeña Victoria tuvo una infancia complicada en la que recibió una mínima educación y tuvo que sufrir junto a su familia la expulsión de su ciudad natal. Fue a raíz de un fraude cometido por su padre quien quemó una de sus propiedades para cobrar un seguro. El timo fue descubierto y los Clafin expulsados de Homer.

Cuando Victoria tenía catorce años, su madre la llevó a la consulta de un médico que al parecer no tenía tal título. Se llamaba Canning Woodhull y pocos meses después se convertiría en su primer marido. Un matrimonio que pronto resultó ser un desastre a causa de la afición al alcohol y a las mujeres del supuesto doctor. Victoria decidió separarse de Canning, del que había tenido dos hijos, Byron y Zulu Maude.

En 1866 Victoria volvía a casarse, esta vez con un coronel llamado James Harvey Blood quien a su vez también se había divorciado de su primera esposa. Este segundo matrimonio duró oficialmente diez años aunque Victoria empezó una relación extramatrimonial con un anarquista, Benjamin Tucker.

Por aquellos años, Victoria empezó a escribir artículos y ofrecer discursos en favor del amor libre. Un mensaje totalmente revolucionario en una sociedad en la que, a pesar del que el divorcio no estaba penalizado legalmente, sí lo estaba socialmente. La mujer debía aspirar a casarse y tener hijos y si dicha relación no era satisfactoria para ella no le quedaba más opción que la resignación y la abnegación. En este contexto, Victoria no sólo defendió de palabra las relaciones libres entre hombres y mujeres sino que escandalizó a la sociedad de su tiempo con su propio comportamiento, hasta el punto de dar pie a algunas malas lenguas a asegurar que ejercía la prostitución.

Pero Victoria no se amedrentó y decidió sobre su destino como mujer. En 1870, junto a su hermana Tennie, abrió una agencia en Wall Street, llamada Chaflin & Company, convirtiéndose las hermanas Chaflin en las primeras mujeres corredoras de bolsa de la historia. Además de ganar una buena fortuna, Victoria y Tennie fueron aclamadas por periódicos como el New York Herald que las apodó "Las reinas de las finanzas".

Las hermanas Clafin utilizaron el dinero que ganaban en la bolsa para abrir un periódico, el Woodhull & Clafin's Weekly, en el que Victoria dio rienda suelta a sus ideas. El rotativo fue también un altavoz para otro de sus ambiciosos proyectos, presentar su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. 

El periódico de Victoria y Tennie publicaba artículos sobre temas tabú y llegó incluso a revelar secretos privados de personas de las comunidad que se vanagloriaban de su rectitud y criticaban las ideas de las Clafins. El caso más sonado fue el del pastor Henry Ward Beecher al que acusó en un artículo de engañar a su mujer. A pesar de que Victoria creyó haber hecho lo correcto desvelando la hipocresía en la que se veía inmersa la sociedad de su tiempo, el escándalo se volvió contra ella y su sueño de convertirse en la primera mujer presidenta de su país. Victoria fue acusada de haber publicado un artículo obsceno y fue detenida pocos días antes de las elecciones. 

Victoria Woodhull continuó con su cruzada personal contra la hipocresía y en favor de la emancipación de la mujer y se unió a los movimientos sufragistas de su tiempo. En 1871, el Frank Leslie's Illustrated Newspaper publicaba este grabado en el que inmortalizó el discurso que realizó ante el Judiciary Committee norteamericano en favor del sufragio femenino. 



Un año después de su divorcio del coronel Blood, Victoria se sentía agotada y decidió dar un giro radical a su vida instalándose en Inglaterra. Allí se casó por tercera vez, con un banquero, John Biddulph Martin, cuya familia se opuso a su relación. Entre 1892 y 1901 Victoria editó una revista llamada The Humanitarian. En 1901 fallecía su esposo y Victoria decidió de nuevo dejarlo todo y retirarse definitivamente en su residencia de Bredon's Norton donde falleció el 10 de junio de 1927.

La visionaria traicionada por Enrique VIII, Elizabeth Barton (1506-1534)

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El 20 de abril de 1534 una mujer de apenas veintiocho años subía al cadalso para ser ejecutada. Se llamaba Elizabeth Barton y poco tiempo antes había sido considerada una santa y visionaria tocada por la mano divina. Fue posiblemente su enfrentamiento directo con el rey Enrique VIII lo que la convirtió en una farsante para la historia oficial. El monarca, que también la había alabado, no aceptó que una monja condenara públicamente su divorcio de Catalina de Aragón. Conocida como “La monja de Kent” nunca se pudo dilucidar si sus visiones eran ciertas.

Elizabeth Barton nació alrededor del año 1506 en Aldington, cerca de Canterbury y aunque no se conoce nada de sus orígenes, es probable que perteneciera a una familia humilde. Cuando tenía diecinueve años la encontramos sirviendo en la casa de un farmacéutico local. Fue entonces cuando cayó enferma y empezó a experimentar sus primeras visiones y profecías. 

La fama de Elizabeth se expandió cuando hombres de iglesia como el arzobispo William Warham y el obispo John Fisher creyeron en ella. Fue el propio arzobispo quien medió para que Elizabeth ingresara en el convento benedictino del Santo Sepulcro de Canterbury.

En 1528 fue recibida por el cardenal Thomas Wolsey y el propio rey Enrique VIII quien también creyó en sus visiones. Pero la opinión real empezó a cambiar a raíz del proceso de divorcio de su primera esposa, Catalina de Aragón, y su intención de casarse con Ana Bolena. Un conflicto personal que derivaría en la ruptura con la iglesia de Roma. La hermana Elizabeth no dudó en amenazar públicamente a Enrique VIII con la condena divina y denunciar su conducta. 




El rey dudó en un primer momento en atacar a la monja de Kent por su gran popularidad pero los agentes de Enrique no tardaron en detenerla y acallar sus profecías contra él. En la Torre de Londres fue interrogada y probablemente torturada hasta forzarla a una declaración que la condenaba a morir. Un proceso dirigido por el todopoderoso cardenal Wolsey, fiel a la corona, del que no hubo juicio por lo que nunca se podrá llegar a saber si Elizabeth era una demente o una santa. 




El 20 de abril de 1534 fue decapitada en Tyburn y su cabeza colgada de una pica en el Puente de Londres. Fue la primera mujer en la historia en sufrir tal escarnio público a su memoria.

El conflicto religioso entre católicos y protestantes que se extendió por Inglaterra en los años posteriores hizo de Elizabeth Barton el símbolo de la santidad o de la maldad. Unos la conocían como la “Santa doncella de Londres” mientras otros la bautizaron como la “Loca doncella de Kent”. 

 Si quieres leer sobre ella

En la corte del lobo, Hilary Mantel

Descubriendo el pasado, Mary Anning (1799-1847)

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Mary Anning pertenecía a la clase baja y a una familia de protestantes que no aceptaba el credo anglicano. Y, por encima de todo, era mujer. Estos factores pesaron más al mundo científico de su tiempo que el amplio conocimiento que acumuló a lo largo de años de búsqueda de fósiles. Una búsqueda que aprendió de su padre y que inició para ganarse la vida y ayudar a la paupérrima economía familiar. Con el tiempo se convirtió en una eminencia en la sombra en el mundo de la paleontología y sus descubrimientos contribuyeron a desmontar la teoría creacionista y a corroborar las teorías evolutivas. Pero solamente algunos pocos hombres la citaron en sus estudios y fue después de su muerte que la Sociedad Geológica de Londres se dignó a rendirle el merecido homenaje.

Mary Anning nació el 21 de mayo de 1799 en la ciudad inglesa de Lyme Regis. Sus padres pertenecían a un grupo conocido como disidentes, es decir, que profesaban el protestantismo pero no seguían los dictados de la iglesia anglicana. Su padre, Richard Anning, se ganaba la vida como ebanista y vendiendo fósiles que encontraba en los muchos yacimientos costeros que se encontraban cerca de Lyme. Con su esposa Molly tuvieron una larga lista de hijos que fueron falleciendo de manera prematura. De hecho Mary fue bautizada con el nombre de la hija primogénita que había muerto al quemarse con el fuego de la casa. Solamente sobrevivieron ella y su hermano Joseph.

La familia Anning, además de ser pobres, sufrieron el rechazo social por su opción religiosa. Mary no recibió ningún tipo de educación formal y lo que aprendió a lo largo de su vida fue de manera autodidacta y por su propia inquietud. Mary y Joseph solían acompañar a su padre a los acantilados donde los niños empezaron a aprender a seleccionar y encontrar las piezas que después vendían a los coleccionistas que se acercaban a Lyme atraídos por la gran cantidad de fósiles descubiertos en la zona. 



En 1810, cuando Mary era aún una niña de unos diez años, la familia Anning recibió el duro golpe de ver morir a Richard de tuberculosis. Joseph y Mary siguieron buscando fósiles y vendiéndolos en una humilde parada a los apasionados de este tipo de coleccionismo. Aquel mismo año, Joseph hizo su primer descubrimiento importante, un cráneo de ictiosaurio, pero los ingresos familiares continuaban siendo escasos. Poco después, Mary descubrió el resto del esqueleto del especimen encontrado por Joseph. Era la primera vez que se encontraba un animal de aquellas características en tan buenas condiciones, lo que llamó la atención de la sociedad científica.

Fue por aquellos años cuando un rico coleccionista de fósiles llamado Thomas Birch ayudó a Mary y su familia organizando distintas subastas de fósiles y dándoles lo recaudado.

Mientras Mary continuaba escarbando la tierra de los acantilados, su hermano Joseph decidió iniciar una vida más tranquila y estable como tapicero. 




Los continuos hallazgos de Mary empezaron a captar la atención no solo de coleccionistas sino también de la sociedad científica de su tiempo. Además de encontrar los restos fósiles, Mary intentaba aprender de todas las publicaciones que caían en sus manos y estudiaba animales de su tiempo como peces o calamares a los que diseccionaba para encontrar similitudes con los restos que descubría en los acantilados. 

Pero de poco o nada servían sus esfuerzos por intentar profesionalizar su actividad. Los científicos que compraban sus fósiles y publicaban el descubrimiento en publicaciones científicas se olvidaban de nombrar a la muchacha de Lyme que los había encontrado. Solamente en ocasiones excepcionales se acordaban de ella. Como en 1829, cuando el científico William Buckland escribió acerca de un especimen encontrado por Mary, a la que citó en su artículo.



Otro geólogo, Henry de la Beche, medió en 1830 por ella para que una acuarela suya de un Duria Antiquior se imprimiera en una litografía. Esta imagen fue una de las primeras sobre animales prehistóricos ampliamente difundidas en los medios científicos.

Mary Anning falleció el 9 de marzo de 1847 de un cáncer de mama con el convencimiento de que la ciencia la había silenciado y se había aprovechado de sus hallazgos. Ser mujer pesó más que sus conocimientos ante la sociedad erudita que, sólo tras su muerte, se rindió a la evidencia. La Sociedad Geológica de Londres que le cerró las puertas en vida la homenajeó con un panegírico escrito por Henry de la Beche, uno de los pocos científicos que la había ayudado. Fue la primera persona que sin ser miembro de la sociedad recibía este homenaje. Por supuesto fue también la primera mujer. 

La iglesia parroquial de Lymes erigió una vidriera en su memoria, mientras la literatura se encargaba de rememorar su historia. 

 Si quieres leer sobre ella 

Las huellas de la vida, Tracy Chevalier


La sufragista socialista, Sylvia Pankhurst (1882-1960)

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El apellido Pankhurst está íntimamente ligado a la historia del sufragio femenino en la Inglaterra de principios de siglo. Una de las mujeres Pankhurts fue Sylvia, una mujer con espíritu artístico que lo dejó todo para dedicarse a los más necesitados. Con ideas políticas más marcadas que su madre y sus hermanas, se enfrentó a ellas por razones ideológicas en más de una ocasión. Fundó su propia organización sufragista con marcadas ideas socialistas; se negó a defender la entrada de Inglaterra en la guerra; participó en proyectos sociales tanto en Londres como en Etiopía, donde terminaría sus días; fundó periódicos y escribió libros que se han convertido en un importante referente de la lucha por los derechos de la mujer.

Estelle Sylvia Pankhurst nació el 5 de mayo de 1882 en Manchester. Fue la segunda hija de Emmeline Pankhurst y su marido Richard Pankhurst. Ambos progenitores dedicaron su vida a la política y a luchar por los derechos de las mujeres. Emmeline y Richard tuvieron tres hijas, Christabel, Sylvia y Adela, quienes siguieron los pasos de sus padres en la lucha social, y dos hijos, Francis Henry, quien murió prematuramente a los cuatro años, y Henry Francis, quien falleció a los veintiuno. Cuando Sylvia tenía cuatro años, los Pankhurst se mudaron a vivir a Londres. Su hogar de Russell Square se convirtió en un importante centro de reunión de políticos y pensadores socialistas. Años después, en 1893, volvieron a Manchester donde Emmeline y su marido crearon una rama independiente del partido laborista. Cuando en 1898 Richard Pankhurst fallecía, Sylvia, que era entonces una joven de dieciséis años, sintió profundamente su muerte. Sylvia fue de todas sus hijas, la que más hizo suyas las ideas socialistas que había aprendido de su padre y de sus compañeros que se reunían en su casa.

Las hermanas Pankhurst estudiaron en el Manchester High School. En 1900, Sylvia consiguió una beca para estudiar en el Royal College of Arts y destacó como una buena pintora y diseñadora. Pero pronto sus ideales la llevaron a abandonar su arte y a volcarse de lleno en el movimiento sufragista.

Junto a sus hermanas Christabel y Adela, ayudaron a su madre a fundar en 1903 la Women's Social and Political Union (SWPU). Durante tres años, Sylvia intentó compatibilizar sus estudios de arte con su trabajo en el SWPU hasta que en 1906 decidió dejar el Royal College of Arts. Pocos meses después, era encarcelada por participar en una protesta ante el parlamento. No sería la primera vez que entraría en prisión y que protagonizaría una peligrosa huelga de hambre para continuar luchando desde dentro de la cárcel. Sylvia estaba dispuesta a jugarse la vida en favor de sus ideales pero pronto empezó a ver con desagrado los caminos violentos que estaba tomando la SWPU, opinión que compartía su hermana pequeña, Adela.

Por aquellos años, Sylvia conoció a Keir Hardie, lídel del partido laborista en el parlamento y con quien en 1909 inició una relación. 

A pesar de que Sylvia no aprobaba los métodos utilizados por las sufragistas dirigidas por su madre y apoyadas por su hermana Christabel, permaneció aún unos años al lado de ellas y volvió a ser encarcelada. 


Sylvia Pankhurst recuperándose de una de sus huelgas de hambre

Fue en 1913 cuando, con la ayuda de Keir, Sylvia rompió de manera definitiva con la WSPU y fundó la East London Federation of Suffragettes (ELF). Pocos meses después estallaba la Primera Guerra Mundial y Sylvia volvería a enfrentarse de nuevo a su madre por la postura que la WSPU tomó ante la contienda. Mientras Emmeline aceptó suspender momentáneamente las reivindicaciones sufragistas y centrarse en la causa bélica, Sylvia se mostró abiertamente pacifista y defensora de un alto el fuego sin condiciones. En este sentido, se unió a la Women's Peace Army mientras colaboraba con al doctora Barbara Tchaykovsky en la creación de un hospital para madres e hijos de combatientes en Londres.

La revolución rusa de 1917 atrajo el interés de Sylvia quien viajó hasta Moscú y se entrevistó con Lenin quien parece ser que la ayudó económicamente para fundar el Partido Comunista Británico.

Si todos estos movimientos políticos la iban alejando cada vez más de su madre, su relación con un socialista italiano provocó la ruptura definitiva. Con cuarenta y cinco años, en 1927, Sylvia dio a luz a su primer y único hijo, Richard, fruto de su relación con Silvio Erasmus Corio. Emmeline no toleró que su hija tuviera un hijo y no se casara con el padre. Algo que contrasta con las ideas revolucionarias de una de las principales sufragistas de su tiempo, quien, a pesar de todo, continuaba creyendo en las estructuras sociales tradicionales. Ante la negativa de Sylvia a casarse con Silvio, Emmeline rompió con su hija a la que nunca más le dirigió la palabra. 

Sylvia Pankhurst continuó luchando por sus ideales, que plasmó en distintos libros relacionados con el sufragismo, los derechos de las madres trabajadoras y la necesidad de no olvidarse de los más necesitados a los que había conocido en los barrios pobres del East End de Londres.

Los años siguientes, en los que Europa se sumía en la Segunda Guerra Mundial, se sintió especialmente afectada por la ocupación de Etiopía por parte de la Italia fascista de Musolini. Sus actividades y sus escritos llamaron poderosamente la atención del MI5, los servicios secretos británicos, quienes siguieron sus pasos en aquellos años. 

Cuando Silvio falleció a principios de la década de los cincuenta, Sylvia decidió aceptar la invitación del líder etíope Haile Selassie y se trasladó a vivir a Etiopía hasta su muerte. En su nueva patria fundó un periódico, el Ethiopia Observer y ayudó a fundar el Social Service Society.

El 27 de septiembre de 1960, Sylvia Pankhurst fallecía a los setenta y ocho años de edad. Haile Selassie ordenó que se le organizara un funeral de estado a quien fue durante los últimos años de su vida una fiel consejera.

 Si quieres leer sobre ella 

Madres e hijas en la historia, María Pilar Queralt







http://www.sylviapankhurst.com/

La prima ballerina assoluta, Maya Plisetskaya (1925-2015)

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Hace unos días fallecía Maya Plisetskaya, considerada como una de las mejores bailarinas de la historia. Vivió el arte desde su nacimiento pero el suyo no fue un camino de rosas. Sus orígenes judíos marcaron trágicamente el destino de su familia y entorpecieron el merecido éxito que consiguió cuando la represión soviética tuvo que rendirse a la evidencia. Interpretó como nadie obras como Carmen o La Bella Durmiente y creó un estilo propio con el que enamoró al público de todo el mundo. 

Maya Mikhaylovna Plisetskaya nació el 20 de noviembre de 1925 en Moscú, en el seno de una familia de origen judío. Su padre, Mikhail Plisetski, era ingeniero y director de minas. Su madre, Rachel Messerer-Plisetskaya era actriz de cine mudo. Maya sufrió en su propia familia las purgas del gobierno estalinista. Cuando era una niña de apenas trece años, vio como se llevaban a su padre detenido y poco tiempo después, su madre, junto con su hermano de meses era trasladada a un campo de trabajo conocido como Gulag en Kazajstan, donde permanecería tres años. Maya quedó entonces a cargo de una tía materna, Sulamith Messerer. Aquellos fueron años duros para una joven Maya quien, gracias a su tía, que era bailarina, encontró en la danza un refugio y un consuelo. Con la bailarina de la escuela de danza imperial Elizaveta Gerdt, Maya aprendió los entresijos de este arte.



En 1943 ingresó en el Ballet Bolshoi, en el que permanecería casi cinco décadas. Pronto empezó a destacar por su carisma, sus saltos imposibles y su dramático estilo de bailar. Pero su vida personal pesó más que su talento en aquellos años en los que Europa despertaba de distintos y dramáticos conflictos. En la Unión Soviética, que sus padres hubieran sido detenidos durante las purgas de Stalin y que tuviera unos orígenes judíos inclinó la balanza en detrimento de su carrera profesional. Durante dieciséis años, le fue vetada su participación en las giras internacionales del Ballet Bolshoi.

Maya continuó bailando tras el telón de acero y deleitando al público soviético con la magia de su danza. En 1956, una de sus interpretación de El lago de los cisnes en Moscú tuvo un éxito tan arrollador, que el mismísimo Khrushchev decidió anular la prohibición de viajar con el Ballet Bolshoi. El dirigente de la Unión Soviética vio en Maya la oportunidad de demostrar al mundo, que entonces se mantenía en la cuerda floja de la Guerra Fría, que los soviéticos tenían grandes talentos y vio en la bailarina una embajadora perfecta de su país.



En 1956 contrajo matrimonio con el compositor Rodion Shchedrin quien estuvo a su lado toda la vida y adaptó algunos de los ballets clásicos para su esposa. Maya no tardó en enamorar al público de la Europa del Oeste y a los Estados Unidos.

En 1960, Galina Ulanova se retiraba. Fue el momento de Maya. El Ballet Bolshoi la nombraba prima ballerina assoluta. Además de bailar, Maya Plisetskaya participó en alguna película y dio clases magistrales en los Estados Unidos.



Tenía sesenta y cinco años cuando se retiró del ballet que la encumbró pero no se alejó del mundo de la danza. En 1994 se inició una competición de danza anual que lleva su nombre y que ella misma presidió hasta su muerte. Dos años después era nombrada presidenta del Ballet Imperial Ruso. Dirigió también el ballet de la Ópera de Roma y del ballet del Teatro Lírico Nacional de Madrid.

En los últimos años de su vida recibió premios tan prestigiosos como el Premio Príncipe de Asturias de las artes de 2005 o el Premio Imperial del Japón en 2006.

La belleza y sutileza de Maya Plisetskaya se apagaba el pasado 2 de mayo a causa de un ataque al corazón. Tenía ochenta y nueva años.

La bruja del aire, Marina Raskova (1912-1943)

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El 22 de junio de 1941 y bajo el nombre de “Operación Barbarroja” los alemanes entraban en territorio ruso. La Segunda Guerra Mundial ya había asolado media Europa. Le tocaba el turno a una Unión Soviética que veía cómo a través de sus fronteras el nazismo se extendía de manera amenazante. Por aquel entonces, las tropas soviéticas empezaban a sufrir serios problemas de abastecimiento, por lo que cualquier ayuda era bienvenida. En octubre de aquel mismo año, y tras una formación relámpago, tres nuevos regimientos del aire entraban en combate. Nada tendrían de especial si no fuera porque todos sus miembros eran mujeres. Su creadora fue una mujer que iba a ser cantante de ópera, pero terminó convirtiéndose en una de las mejores aviadoras de la Unión Soviética.

De la música al cielo
Marina Raskova nació 28 de marzo de 1912 en el seno de una familia rusa de clase media. Su padre, Mikhail Malinin, era profesor de canto y su madre, Anna Liubatovich, profesora. Su infancia en Moscú transcurrió rodeada de música. Su padre inculcó en Marina su pasión, por lo que no es de extrañar que estudiara en el conservatorio moscovita. Sin embargo, su carácter perfeccionista hizo que la música se convirtiera en algo estresante para ella. La química fue su sustituta, en parte porque su padre hacía tiempo que había muerto y la familia necesitaba dinero para subsistir, así que empezó a trabajar en una fábrica de tintes. Todo esto sucedía en 1929, el mismo año que se casaba con el ingeniero Serguéi Raskov, con el que tendría una hija, Tania y del que se divorciaría pocos años después.

Pero sería su trabajo como dibujante de planos en el Centro de Navegación Aérea de la Academia del Aire el que cambiaría su destino para siempre. Cuando en su nuevo puesto entró en contacto con el mundo de la aviación, supo que había encontrado su verdadero camino.



En un tiempo récord asumió tales conocimientos que la convirtieron al año de ingresar en el centro en profesa de la Academia del Aire Zhukovski. Era la primera mujer que lo conseguía. Y no sería su único logro.

Admirada por Stalin
En 1934 se graduaba y empezaba una larga serie de vuelos cuyas marcas no pararía de superar. La más sonada fue la hazaña que consiguió en 1938 cuando junto a otras tres mujeres se embarcaron en una aventura que las pondría al borde de la muerte. 

Marina Raskova, Valentina Grizobudova y Polina Osipenko decidieron hacer un viaje que atravesara toda la “Rodina” nombre con el que se conocía a la madre patria rusa. El 24 de septiembre un bimotor ANT-37, al que pusieron el mismo nombre de Rodina, despegaba de Moscú con destino a la lejana Komsomolsk. Fueron veintiséis horas de vuelo ininterrumpido en el que atravesaron más de seis mil kilómetros de tundra y estepa. La aventura se complicó cuando, sobrevolando Siberia, las alas del avión empezaron a acumular hielo. Para poder perder peso y ganar altura empezaron a lanzar objetos innecesarios. La propia Marina, viendo que la situación era complicada, no dudó ni un segundo en lanzarse ella misma en paracaídas en plena estepa rusa. Un campesino salvó a Marina de una muerte segura y las tres mujeres regresaban a Moscú como auténticas heroínas.


Con tan sólo veinticinco años, Marina Raskova era galardonada junto a sus compañeras, con la Estrella de Oro de los Héroes de la Unión Soviética, siendo las primeras mujeres en recibirlo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Tal fue la fama de Marina en este y otros retos aeronáuticos, que el propio Stalin quiso tener una entrevista privada con ella. Para entonces, la Segunda Guerra Mundial estaba haciendo verdaderos estragos en muchos puntos del territorio europeo. Y Rusia no sería la excepción.

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética, Marina Raskova aprovechó su rango de Mayor de la Fuerza Aérea Soviética con el que había sido nombrada poco tiempo atrás, y no dudó en pedir personalmente a Stalin que le permitiera organizar nuevos regimientos de combate aéreo. La petición, sin embargo, era excepcional, pues Marina propuso que su equipo estaría formado en su gran mayoría por mujeres. Por primera vez en la historia, el rol femenino en un conflicto armado no se iba a reducir a tareas en la retaguardia. Marina quería, confiaba, sabía, que ellas podían ser tan válidas como sus colegas pilotos en el aire. 

Un regimiento excepcional
El sueño de Marina Raskova se materializó con la creación del Grupo de Vuelo Especial nº. 122. Un sueño que compartieron cientos de voluntarias que de manera casi inmediata empezaron a hacer cola para poder ocupar una plaza en la Academia de Aviación Zhukovski. Fue la propia Marina quien seleccionó a unas aspirantes que deberían enfrentarse a una formación dura e intensiva que las tendría que convertir en pilotos del ejército soviético.

Aun no había terminado 1941 cuando el primer grupo de aspirantes se trasladó a la base aérea situada en un pueblecito a orillas del Volga llamado Engels, al norte de Stalingrado. Lo que sus colegas masculinos aprendieron en años de formación, ellas tuvieron que hacerlo en un tiempo récord. Más de doce horas de vuelo diarias en rudimentarios aviones de madera y lona. 

Mientras las aspirantes a piloto se sometían a este duro entrenamiento, otras mujeres del regimiento tuvieron que realizar una tarea indispensable: reconvertir el vestuario masculino en prendas adecuadas para las mujeres. Las diligentes agujas transformaron los uniformes de soldados en piezas acordes a las tallas femeninas mientras que en las botas se incrustaban todo tipo de materiales blandos que ayudaran a reducir sus tallas. Los aviones también se tuvieron que adaptar a las nuevas medidas, elevando los asientos y acercándolos a los pedales. 

Seis meses después, Marina Raskova vio con orgullo que sus mujeres estaban preparadas para elevarse a los cielos en guerra. El original Regimiento nº 122 se dividió en tres. 

El 586, conocido como el Regimiento de Aviación de Caza, entraba en combate en abril de 1942. Comandado por Tamara Kazarinova, este regimiento realizó más de mil misiones. 

El 587 fue el Regimiento de Aviación de Bombardeo y estuvo comandado por la propia Marina Raskova. Desde diciembre de 1942 superaría también las mil misiones.

Las brujas de la noche
El Regimiento 588 fue quizás el más conocido de todos. Su nombre oficial fue el de Regimiento de Aviación de Bombardeo Nocturno fue en Alemania se las rebautizó como las “Brujas de la noche”. Aquellas mujeres comandadas por Evdokiia Bershanskaia, iniciaron sus misiones, las cuales superarían las veinte mil, en el verano de 1942. 



La principal estrategia utilizada por las pilotos del Regimiento 588 era intentar compensar la lentitud de los pesados aparatos que tenían que pilotar volando en el último momento con el motor apagado. De noche y a punto de alcanzar su objetivo, paraban el motor, lanzaban las bombas y volvían a encender el aparato para poder salir con vida. Aquella estrategia hacía que los aviones emitieran unos extraños sonidos que el ejército y la población enemiga comparó con el ruido de una escoba volando. De ahí el apodo de Brujas de la noche. Además de jugarse la vida con un modo tan peligroso de atacar, volaban sin paracaídas para aligerar el peso del avión al máximo y poder cargar cuantas más bombas en su interior. Siguiendo este plan de ataque, las brujas de la noche, realizaban varias incursiones en territorio enemigo en una misma noche.

Stalingrado
En noviembre de 1942, cuando los Regimientos creados por Marina ya habían conseguido pilotar biplanos y llevaban un sinfín de incursiones en territorio enemigo, el estado mayor del ejército las mandó a apoyar a las tropas que desde agosto luchaban en la que se convertiría en una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial.

Marina Raskova haría su último vuelo el 4 de enero de 1943. Su avión no fue abatido con un aparato enemigo. Fue el frío ruso el que terminó con una de las mujeres más valientes que había conocido la guerra. Aquel gélido día de invierno, una tormenta de nieve limitó la visibilidad de su bimotor PE-2 que terminó estrellándose. Toda la tripulación moría en el acto y se consideró que habían muerto en combate. 

Las cenizas de Marina Raskova fueron enterradas en un muro del palacio del Kremlin. Recibió condecoraciones a título póstumo y muchas calles de distintas ciudades rusas recibirían su nombre. Pero el mayor homenaje que pudo recibir fue el esfuerzo incansable que sus compañeras continuaron realizando hasta el final de la guerra. 

Muchas de aquellas mujeres dejaron su vida a bordo de aquellos pájaros de lata, inestables, peligrosos y frágiles. Pero lo hicieron con valentía, instruidas por una mujer que un día soñó con conquistar el cielo. 

La última prerrafaelita, Eleanor Fortescue-Brickdale (1872-1945)

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Pintora e ilustradora, Eleanor Fortescue-Brickdale, fue una de las últimas representantes del movimiento artístico conocido como prerrafaelitas. Inspirada por su propio hermano, Eleanor desarrolló su arte con tal éxito que se convirtió en la primera mujer en ingresar en el Royal Institute of Oil Painters. Ilustró con gran maestría muchas obras de la literatura inglesa y durante la primera guerra mundial elaboró carteles alusivos al ingreso de Inglaterra en el conflicto.

Eleanor Fortescue-Brickdale nació el 25 de enero de 1872 en Uper Norwood, Surrey, hija de Sarah Anna Lloyd y el abogado Mathew Inglett Fortescue-Brickdale. La infancia de Eleanor transcurrió feliz rodeada de sus tres hermanos hasta que se vio empañada por la muerte de su padre en un accidente en 1894. 

Su hermano mayor, Charles, quien había ingresado en la escuela de pintura John Ruskin, inspiró y animó a su hermana Eleanor a seguir sus pasos como pintora. Así lo hizo, iniciando sus estudios en casa de la mano de Charles. Cuando cumplió los diecisiete ingresó en la Crystal Palace School of Art para continuar su formación en la Royal Academy School. Durante esos años, Eleanor ganó un premio que le permitió adquirir material artístico.


The Uninvited Guest
Eleanor empezó a trabajar como ilustradora de obras literarias de escritores de la talla de Walter Scott. 

Desde 1899, la pintora e ilustradora exhibió su obra en la Royal Academy de manera ininterrumpida durante más de treinta años. Sus acuarelas fueron también expuestas en distintas galerías de manera que su reputación artística se fue consolidando. 


Head of a Tudor Girl

Con el dinero adquirido de la venta de muchas de sus obras, Eleanor pudo comprar en 1902 un estudio en la Holland Park Road de Londres donde continuó pintando y exhibiendo su obra. El mismo año se convertía en la primera mujer en ingresar en el Royal Institute of Oil Painters. 


Retrato de Winifred Robers

Eleanor pasó muchos años de su vida viajando por Europa, sobre todo por Francia e Italia, para encontrar inspiración en los clásicos y definir su estilo que la convirtió en una de las últimas representantes de los artistas prerrafaelitas. 


The Little Foot Page

También se dedicó a dar clases de arte en la Byam School of Art y a diseñar hermosas vidrieras. 

Durante la primera guerra mundial, Eleanor colaboró con el Ministerio de Información inglés y la Child Welfare Association para diseñar carteles patrióticos.

En 1939 realizaba su última exhibición en la Royal Academy. Un año antes su salud se vio limitada y desde entonces hasta su muerte, acaecida el 10 de marzo de 1945, realizó obras menores. 

El ángel del Titanic, Noël Leslie (1878-1956)

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Cuando aquella fatídica noche del 14 de abril de 1912 el Titanic chocaba contra un iceberg, la vida de sus pasajeros cambió para siempre. Unos se quedaron en las frías aguas del Atlántico Norte mientras otros consiguieron sobrevivir. Miles de historias dramáticas pero también de esperanza y solidaridad dejaron aquellas horas de desesperada lucha por sobrevivir a un naufragio que nadie creyó nunca que pudiera sucederle a aquel barco indestructible. Entre todas esas historias, la de una mujer rica y noble que cogió el timón del bote salvavidas y ayudó a que los que iban a bordo llegaran sanos y salvos al Carpathia. Noël Leslie, que así se llamaba aquella mujer, ya había demostrado en su vida en Inglaterra que, a pesar de haber nacido entre los privilegiados, era necesario ayudar a los que más lo necesitaban.

Lucy Noël Martha Leslie nació el día de Navidad de 1878. Fue la única hija de Thomas y Clementina Dyer-Edwards, una de las parejas más ricas de Inglaterra. Noël fue una niña educada en un mundo de lujos pero en el que también se le inculcó valores de solidaridad y ayuda a los demás. 

Cuando Noël llegó a la mayoría de edad tuvo lugar su presentación en sociedad en el Londres de la última época victoriana. La joven deslumbró a todos los jóvenes por su belleza pero solamente uno logró llamar su atención. Norman Evelyn Earl Leslie enamoró a Noël durante un baile en la capital celebrado en 1899, cuando ella tenía veinte años. Norman era miembro de la más alta sociedad nobiliaria inglesa, ostentando el título de 19º Conde de Rothes, uno de los más antiguos del país.

Cuando el 19 de abril de 1900 se casaron, Noël adoptó el título de condesa de Rothes. La pareja se instaló en Londres pues la enorme y lujosa residencia familiar de Leslie House, en Escocia, estaba habitada por un tío de Norman. La vida en Londres fue la típica de una joven pareja de ricos aristócratas, acudiendo a fiestas, codeándose incluso con miembros de la familia real. Pero el nacimiento de su primer hijo, Malcolm George, el 8 de febrero de 1902 despertó en Noël no sólo su lado más maternal sino también un profundo espíritu solidaria. Empezó entonces a realizar obras de caridad dirigidas a los niños pobres de la ciudad. 

Dos años después, los condes y su hijo se trasladaron a vivir a Leslie House donde Noël se volcó en ayudar a los más desfavorecidos de la zona ganándose el cariño de todos. Entre sus primeras actividades altruistas destaca la construcción de la Escuela de la Reina Victoria en Dunblane, institución que aún continúa en funcionamiento y el Chelsea Hospital for Women, que hoy en día se conoce como Queen Charlotte's and Chelsea Hospital.

En 1909 nacía John, su segundo hijo por lo que interrumpió temporalmente su labor. Pero pronto reanudó su trabajo. En 1911 fundó una sede de la Cruz Roja en Leslie que dotó con tres ambulancias y ayudó a formar a los más de sesenta voluntarios. El cuerpo de ambulancias recibiría el nombre de Destacamento Condesa de Rothes en su honor.

A Noël aún le quedaban fuerzas para inmiscuirse en asuntos políticos participando en los movimientos sufragistas del momento como miembro de la Women's Unionist Association.

Desde 1906, su marido era miembro de la Cámara de los Lores y se había volcado en la vida política y en sus propios negocios que le obligaban a viajar por medio mundo. En febrero de 1912, Norman había viajado a bordo del Lusitania a los estados Unidos y decidió establecerse en California con su familia. Así se lo comunicó a Noël a quien pidió que se reuniera con el para estudiar la situación sobre el terreno.

Fue así como Noël Leslie, acompañada de su prima Gladys Cherry, embarcó en el Titanic dejando a sus hijos en Inglaterra a cargo de niñeras. Instaladas en una de las lujosas suites del barco, la B-77, Noël y Gladys se despertaron asustadas la noche del 14 de abril a causa de un fuerte estruendo. Su reloj marcaba las 11:46 de la noche. Los motores se habían parado. El Titanic había colisionado con un iceberg que lo condenó a hundirse en las gélidas aguas del Atlántico Norte.





Una hora después de la colisión, Nöel, Gladys y su criada subieron en el bote número 8. Ante la determinación de la condesa, el marinero encargado del bote salvavidas, Thomas William Jones cederle el mando. Durante el tiempo que el bote navegaba en dirección al Carpathia, Nöel no dejó de levantar el ánimo de las mujeres a bordo que desesperaban al saber que sus maridos aún se encontraban en el Titanic. Una vez a salvo en el Carpathia, colaboró con todas sus fuerzas para ayudar en todo lo posible a los niños y mujeres supervivientes de tercera clase que habían perdido lo poco que llevaban con ellos.

Noël Leslie siempre rehuyó ser considerada una heroína en el naufragio más famoso de la historia. Poco tiempo después, se reencontró con Thomas William Jones al que regaló un reloj de plata y él le obsequió con una placa de bronce en la que se había grabado el número del bote salvavidas. Durante toda su vida mantuvieron correspondencia.

De vuelta en Londres, durante la Primera Guerra Mundial, Nöel continuó con su labor humanitaria convirtiendo parte de la mansión familiar en un hospital en el que acoger a soldados heridos en el que ella mismo ejerció de enfermera.

En 1927 quedaba viuda y meses después se volvió a casar con el coronel Claud MacFie, con quien no tuvo hijos y vivió hasta su muerte, el 12 de septiembre de 1956, después de una larga enfermedad en el corazón. 

Una serie de televisión de 1979, SOS Titanic, recogió su historia y en la famosa superproducción de James Cameron su personaje aparece tímidamente en alguna escena.

 Si quieres leer sobre ella 

The dance of love, Angela Young



La Calderona, María Calderón (1611-1646)

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De todos es sabido que los reyes, a lo largo de la historia, han tenido hijos legítimos y otros tantos nacidos de sus habituales relaciones extraconyugales. Muchos de aquellos llamados bastardos no tuvieron relevancia para la historia; algunos hicieron carrera eclesiásticas; pocos ejercieron un papel destacado en el gobierno de su padre. Este último fue el caso de Juan José de Austria, hijo ilegítimo del mujeriego Felipe IV, quien aspiró a gobernar junto a su hermanastro Carlos II y para ello se enfrentó a la madre del rey, Mariana de Austria, en varias ocasiones. Mientras el hijo luchaba por el poder, la madre había sido escondida tras los muros de un convento. Atrás habían quedado las luces del escenario y los amoríos reales. 

María Inés Calderón era una niña expósita que había aparecido en las puertas de la casa del escritor Calderón de la Barca quien la adoptó como propia, allá por el año 1611.

En 1627, María Inés, conocida como “La calderona”, debutaba en el teatro de comedias madrileño El Corral de la Cruz. El rey, que era un asiduo de fiestas y representaciones teatrales, estaba entre el público y desde el primer momento quedó prendado de la artista.

María Inés estaba entonces casada y mantenía un romance con el duque de Medina de las Torres quienes fueron apartados del camino real. Felipe inició entonces una relación con La Calderona que fue del dominio público como muchas de sus otras aventuras, para desesperación de la reina Isabel de Borbón. Felipe IV no sólo no escondía su amor por la actriz sino que no tuvo ningún problema en mostrarla en público. En una ocasión en la que el monarca cedió un palco preferencial a su amante en la Plaza Mayor, la reina montó en cólera y obligó a su marido a alejarla de su puesto privilegiada. Colocada en un balcón más escondido, dicho lugar pasó a llamarse “El balcón de Marizápalos” otro de los nombres con los que se la conocía alusivo a uno de sus bailes más famosos.

Isabel de Borbón pudo alejarla de la vista de curiosos pero no pudo impedir, para su propia desesperación, que la Calderona engendrara un niño que nació el mismo año que el entonces heredero, el príncipe Baltasar Carlos. El niño, bautizado como “hijo de la tierra” con el nombre de Juan José de Austria, fue apartado de los brazos de su madre contra su voluntad, y criado lejos de la corte hasta que Felipe IV lo reconoció oficialmente en 1642.

Obligada a dejar los escenarios durante su relación con el rey, cuando nació Juan José, Felipe IV la obligó a ingresar en el convento de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, en Guadalajara, del que ue abadesa desde 1643 hasta su muerte en 1646.

La esposa repudiada, Ana de Cleves (1515-1557)

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Cuando Jane Seymour fallecía tras dar a luz al ansiado heredero de Enrique VIII, el monarca inglés quedó profundamente desolado. Dicen que fue a la única mujer a la que amó de verdad. Pero tres años después volvía a contraer matrimonio. Un enlace que se decidió más por cuestiones estratégicas que por razones del corazón. Un rey que había corrido detrás de la belleza de damas como Ana Bolena o la propia Jane, tuvo que casarse con una dama alemana de quien solamente había visto un retrato que en nada se parecía a la realidad. Pero su familia se había enfrentado al Imperio de Carlos V y necesitaba un aliado en el continente. El cuarto matrimonio de Enrique VIII no duró más que unos pocos meses. Por suerte para ella, Ana de Cleves, pudo terminar sus días tranquila como la "hermana del rey" en la corte. 

Ana de Cleves nació el 22 de septiembre de 1515 en Düsseldorf. Fue la segunda de los cuatro hijos de los duques de Cleves, Juan III y María. Ana había recibido en su infancia una somera educación intelectual. En 1527 su familia concertó su matrimonio con el heredero del duque de Lorena pero dicho enlace nunca llegó a materializarse.

En 1538, fue su hermano mayor Guillermo quien, a la muerte de su padre, heredó el ducado. Enrique VIII fijó su interés en este duque que formaba parte de la liga de señores protestantes que luchaba contra el emperador Carlos V y vio en una de sus hermanas la vía para estrechar alianzas con los protestantes en el continente. 

Enrique envió entonces a su pintor de cámara Hans Holbein a la corte del duque Guillermo para que retratara a su hermana Ana. Como solía ocurrir, el cuadro estaba bastante alejado de la realidad. En él no se mostraba a la verdadera Ana, una mujer alta y corpulenta con el rostro marcado por la viruela. Pero con el retrato en la mano, Enrique VIII aceptó de buen grado el enlace. No es de extrañar que al encontrarse con su futura esposa, quedara decepcionado. Pero la alianza con los protestantes era indispensable para su política exterior por lo que decidió continuar con el enlace. El 6 de enero de 1540 Ana y Enrique VIII se casaban en el palacio de Placentia, en Greenwich. Al día siguiente el rey confesaba a su secretario, Thomas Cromwell, que no había podido consumar el matrimonio con aquella mujer tan alejada de la imagen que Holbein le había querido vender. 



A su disgusto por su nueva esposa se unió el interés que despertó una de sus damas de compañía, Catalina Howard, quien poco tiempo después se convertiría en su quinta esposa. Enrique, incapaz de continuar con su cuarto matrimonio, propuso a Ana su anulación. Quizás por miedo a terminar como Ana Bolena o simplemente por confirmar su carácter maleable y tranquilo, lo cierto es que Ana de Cleves aceptó separarse amistosamente de Enrique VIII escasos siete meses después de haberse casado.

Desde entonces y hasta el final de sus días, Ana de Cleves fue conocida en la corte como "la hermana del rey" viviendo de la renta que le asignó su exmarido y siendo recibida en palacio con honores. Ana de Cleves, que mantuvo una buena relación con la princesa María, fue la última esposa de Enrique VIII en morir, falleció el 16 de julio de 1557, y la única que fue enterrada en la Catedral de Westminster. 

La Agente Rosa, Andrée Virot (1905-2010)

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Más de un siglo vivió Andrée Virot, una mujer que tenía una vida tranquila y nunca se imaginó, como millones de personas en Europa, que su destino se vería truncado para siempre. Era una joven que regentaba un salón de belleza sin más aspiración que tener una vida tranquila y feliz cuando el nazismo sacudió su paz. Andrée se enfrentó a los alemanes ayudando a la resistencia y puso su vida al borde del abismo. Después de ser torturada y llevada a Ravensbruck, un milagro y la grandeza de otro ser humano le dieron una segunda oportunidad. Sin embargo, superada la guerra, la pesadilla de aquellos años oscuros la acompañó el resto de sus días.

Andrée Marthe Virot nació el 3 de febrero de 1905 en la ciudad francesa de Brest, en el seno de una familia de profundas creencias religiosas y patrióticas. Los primeros años de la vida de Andrée fueron como los de cualquier niña de su tiempo. Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, era una mujer de treinta y cuatro años que regentaba un salón de belleza en su ciudad natal.

Aquellos fueron días tristes en los que Andrée sacó todo el coraje y la valentía que escondía en su interior. Su primer acto heroico sucedió un día en el que la ciudad estaba en completo silencio, todo el mundo encerrado en sus casas escuchando como fuera se iban acercando las tropas alemanas. Andrée vio que había soldados franceses que intentaban huir, pero con sus ropas militares serían pronto descubiertos. Así que, sin dudarlo, les abrió las puertas de su casa y les facilitó ropa de civil con la que pudieron escapar. Desde entonces y hasta el final de la guerra, Andrée Virot formó parte de la silenciosa resistencia que, tras el frente bélico luchó con todas las armas que tuvo a su alcance para frenar el nazismo.

El 18 de junio de 1940, el general Charles de Gaulle pronunció un discurso esperanzador con la famosa frase "Francia ha perdido una batalla, ¡pero no la guerra!", ella y sus amigos decidieron transcribirla y distribuirla de manera clandestina. Andrée empezó entonces a repartir el periódico de la resistencia en Brest. 

Brest era una ciudad costera en la que las tropas alemanas operaban con gran asiduidad. Es por esto que aquella zona se convirtió en un importante centro de actividad secreta para la resistencia francesa. Andrée no tardó en incorporarse a las filas de la resistencia ayudando en la transmisión de comunicados y colaborando en el rescate de aviadores ingleses que caían en las costas cerca del frente alemán. Ella y otros miembros de la resistencia les ayudaban a deshacerse de su atuendo militar y los llevaban en bicicleta hasta el mar donde embarcaban en algún submarino aliado rumbo a Inglaterra. En uno de aquellos intercambio sde comunicaciones, Andrée parece ser que recibió un mensaje del mismísimo Winston Churchill agradeciendo su labor y la de la resistencia. Por desgracia, por cuestiones de seguridad, dicho mensaje tuvo que ser destruido.

Cuando Andrée fue delatada por un miembro de la resistencia que fue torturado, tuvo que huir a París donde pudo permanecer en la sombra muy poco tiempo. El 10 de mayo de 1944 era capturada, interrogada y torturada. Después de pasar varios días eternos recluida en una celda de castigo, la subieron a un tren de ganado junto a otras mujeres rumbo a Ravensbruck, el terrible campo de concentración femenino. 

Allí, en uno de los recuentos, un oficial alemán decidió que Andrée debía ser gaseada. El número tatuado en su brazo fue escrito en un pedazo de papel que dispuso sobre una mesa. De manera increíble, una de las amigas polacas que había hecho en el campo, se arrastró entre las otras reclusas, consiguió coger el papel y tragárselo delante de las narices de sus guardianes sin que se percataran de la arriesgada maniobra. Aquel acto heroico le había salvado la vida.

Poco tiempo después, cuando se acercaba el día D, Andrée Virot fue trasladada a Buchenwald donde una vez más burló a la muerte. A punto estaba de ser fusilada cuando los alemanes huyeron despavoridos ante la noticia de que las tropas aliadas se acercaban al campo. 

Terminada la guerra, Andrée regresó a su hogar para descubrir que parte de su familia había muerto. Marchó entonces a París para intentar rehacer su vida y consiguió abrir un restaurante conocido como La Caravelle. Fue allí donde conocería a John Peel, un joven estudiante veinte años más joven que ella, del que se enamoró y con quien compartió el resto de sus días.




Andrée Virot recibió en aquellos años importantes reconocimientos a su labor en la resistencia. El rey Jorge VI la condecoró con la King’s Commendation for Bravery; el presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, hizo lo propio con la Medalla de la Libertad, mientras que en su patria recibió la Cruz de la Guerra y el nombramiento como Caballero de la Legión de Honor de la mano de uno de sus hermanos que también sobrevivió a la guerra. 

Pero todas estas medallas no pudieron borrar el dolor y el sufrimiento que sintió en su propia piel y que sus ojos tuvieron que presenciar durante los años de la guerra. Andrée tardó años en escribir sus memorias en una autobiografía titulada Los milagros existen. Fue en 1999. 

Andrée Virot, una mujer que se enfrentó a la injusticia y puso su vida en peligro, fallecía pocos meses después de cumplir los 105 años de edad, el 5 de marzo de 2010.

 Si quieres leer sobre ella 


Miracles do happen!
Andrée Peel






Heroínas de la Segunda Guerra Mundial
Kathryn J. Atwood

La madre en la sombra del ADN, Rosalind Franklin (1920-1958)

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En 1962 tres científicos recibían conjuntamente el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el ADN. Hacía cuatro años que una de sus colegas de laboratorio había fallecido. Nadie mencionó en la ceremonia de entrega del prestigioso galardón a Rosalind Franklin, una científica que se enfrentó a su familia y a su mundo para dedicarse a su gran pasión. Desde entonces se creó una controversia acerca de la verdadera autoría de los descubrimientos sobre la estructura molecular del ADN. Rosalind había conseguido fotografiar años atrás la estructura helicoidal del ADN en su famosa Fotografía 51. Parece ser que uno de los científicos, con quien tuvo más enfrentamiento a lo largo de sus investigaciones, mostró a otros dos, Watson y Crick, dicha imagen que sirvió para que estos desarrollaran su teoría. Al margen del debate sobre si mereció o no recibir el Nobel, lo cierto es que Rosalind tuvo que luchar toda su vida por defender y justificar sus capacidades científicas por el simple hecho de ser mujer. 

Rosalind Elsie Franklin nació el 25 de julio de 1920 en el barrio londinense de Notting Hill, en el seno de una familia judía acomodada. Era la segunda de los cinco hijos de Ellis y Muriel, y ya desde niña demostró ser una muchacha inteligente y con una pasión excepcional hacia la ciencia. Después de estudiar en varias escuelas femeninas londinenses, decidió que quería continuar sus estudios científicos, algo a lo que su padre se opuso abiertamente. 




Aun así, Rosalind consiguió su objetivo y en 1938 se matriculó en la escuela femenina de Cambridge, el Newnham College. En aquellos años, a las mujeres se las permitía estudiar pero no podían obtener una licenciatura y sólo se otorgaba el doctorado a unas pocas elegidas. Entre ellas, Rosalind, quien en 1945 su trabajo sobre microestructuras del carbón y el grafito le dieron el título de doctora en física y química. 


Fotografía 51
A finales de 1946 Rosalind Franklin viajó hasta París donde trabajó durante tres años en el Laboratorio de Servicios Químicos del Estado donde aprendió muchas cosas relacionadas con los rayos X. En 1951 regresó a Inglaterra para trabajar como investigadora asociada en el laboratorio de John Randall en el King's College de Londres. 

Uno de los científicos que allí trabajaban Maurice Wilkins parece ser que no aceptó demasiado bien que una mujer compitiera con los hombres en un ámbito como la ciencia. Ambos dirigían sendos equipos de trabajo relacionados con el estudio del ADN. 

En aquellos años tuvo que soportar comentarios misóginos que ponían en duda sus capacidades y cuestionando su papel dentro del laboratorio. Ella sin embargo continuó investigando a pesar de la oposición de sus compañeros que no se lo pusieron nada fácil y en 1952, Rosalind conseguía fotografiar mediante rayos X parte de la estructura del ADN. Maurice Wilkins enseñó la famosa imagen a sus colegas Francisc Crick y James Watson quienes la utilizaron para publicar poco después en la revista Nature el artículo sobre el ADN que les valdría el premio Nobel años después. 




En marzo de 1953 Rosalind Franklin abandonaba el laboratorio de John Randall en el King's College y continuaba sus investigaciones en el Birkbeck College donde centró sus estudios en la estructura de distintos virus. 


Pero sus constantes y descontroladas exposiciones a los rayos X pasarían factura a la joven científica quien en 1956 descubrió que sufría un cáncer de ovario. Luchadora incansable, no dejó de trabajar hasta que el 16 de abril de 1958 la terrible enfermedad terminó con su vida, a los 37 años de edad. 

Mucho se ha debatido sobre la verdadera autoría en los descubrimientos referentes a la estructura helicoidal del ADN. 

Probablemente lo más lógico hubiera sido aceptar el mérito conjunto, incluyendo en trabajo de Rosalind Franklin quien no sólo luchó por hacerse un lugar en el mundo de la ciencia sino que lo tuvo que hacer enfrentándose además con la misoginia imperante en los entornos científicos de su tiempo en los que los hombres doctos no entendieron que Rosalind fuera igualmente capaz que ellos de investigar y hacer grandes descubrimientos. Les pesó más que fuera mujer. 

La belleza maldita, María Coronel (1335-1409?)

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Cada dos de diciembre, en la iglesia del convento de Santa Inés de Sevilla, se expone el cuerpo incorrupto de la que fuera su primera madre abadesa. Una mujer cuya historia está mezclada con la leyenda. María Coronel, que así se llama nuestra protagonista, vivió la cruenta guerra civil entre el rey Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara. Su familia y la de su marido se vieron envueltas en las luchas dinásticas y sufrieron dramáticas consecuencias. María perdió a muchos de sus seres queridos y sufrió el acoso del rey Pedro, llamado el Cruel. Desesperada por huir de las garras lascivas del monarca, no dudó en terminar con el origen de aquel acoso, su belleza. María se desfiguró el rostro con agua hirviendo. El rey no la volvió a molestar. 

María Fernández Coronel nació en Sevilla en 1334. Era hija de Alfonso Fernández Coronel, miembro del consejo privado de Alfonso XI, y su esposa Doña Elvira. María era la mayor de tres hermanas. Tanto ella como Aldonza y Mayor, tuvieron casamientos de conveniencia según demandaba el linaje familiar. 

El marido escogido para ella fue Juan de la Cerda, miembro de una de las casas aristocráticas más antiguas del solar hispano y descendiente de reyes. 

Cuando se inició el conflicto dinástico entre Pedro y Enrique, la familia de María, tanto su padre como su esposo, se vieron en una situación complicada. Sus familias habían apoyado la relación del rey Alfonso XI y su amante Leonor de Guzmán, madre de Enrique de Trastámara, algo que Pedro, hijo de Alfonso y la reina legítima, María de Portugal, no perdonó. 

Así, su familia fue perdiendo señoríos y poder en la corte. Hasta que perdieron también la vida. Muerto su padre, María Coronel se presentó ante el rey Pedro a suplicar el perdón de su marido. Conocido por su pasión por las mujeres, el rey Cruel, quien ya había poseído a su hermana Aldonza, quedó prendado de la belleza de María. El monarca le prometió que perdonaría la vida a Juan de la Cerda pero en cuanto llegó a Sevilla, este ya había sido ejecutado. 




María se refugió entonces en el convento de Santa Clara de Sevilla hasta donde se personó Pedro en su busca. En el primer intento, las monjas escondieron a María en un sepulcro vacío que ocultaron con unas tablas. Según la leyenda, en el breve tiempo que la viuda de De la Cerda permaneció escondida, los caballeros del rey no pudieron encontrarla pues sobre los maderos había crecido de manera milagrosa un sinfín de plantas silvestres. Pedro I no se rindió y volvió a intentar traspasar los muros del convento y poseer a la hermosa dama. María, en su desesperación, corrió a las cocinas y se lanzó sobre el rostro una gran olla con agua hirviendo. Deformado su antes bello rostro, el rey Pedro tuvo que darse por vencido.

En marzo de 1369 tenía lugar el famoso duelo cuerpo a cuerpo entre los hermanastros Pedro y Enrique. La balanza del destino se inclinó del lado del Trastámara quien se proclamó rey como Enrique II e inició una de las dinastías reales más famosas de la historia de España. 

María Coronel recibió entonces parte de los dominios incautados a su familia y en 1376 fundó en una de sus propiedades sevillanas el monasterio de Santa Inés. Allí vivió hasta su muerte, según algunos acaecida en 1409, según otros, el 2 de diciembre de 1411. Cuando años después se encontró su sepultura, su cuerpo estaba incorrupto.

 Si quieres leer sobre ella 



Una gota de rocío, María Pilar Queralt

Una sufragista evangelista, Christabel Pankhurst (1880-1958)

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La hija mayor de la famosa sufragista Emmeline Pankhurst, Christabel Pankhurst, siguió los pasos de su madre, como también hicieron sus otras dos hermanas, Sylvia y Adela. Fue quizás la que más cerca estuvo de los ideales de su madre en su totalidad y quien estuvo a su lado en momentos fundamentales como la fundación del partido sufragista del que fueron inspiradoras o uno de los periódicos en favor de los derechos de las mujeres más determinante en su lucha. Fue la única de las hermanas Pankhurst que siguió junto a su madre en lo referente a las ideas pro-belicistas del partido sufragista en la entrada de Inglaterra en la Gran Guerra, mientras sus otras dos hermanas siguieron caminos más pacifistas. Christabel fue una sufragista incansable, que fue encarcelada en varias ocasiones. Pero su labor dio sus frutos y pudo ver a las mujeres inglesas votar y aspirar a ser votadas. Christabel Pankhurst terminó sus días en los Estados Unidos donde se unió a una corriente religiosa evangelista. 

Christabel Pankhurst nació el 22 de septiembre de 1880, en Old Trafford, Manchester. Fue la mayor de los cinco hijos, tres niñas y dos chicos, de la sufragista Emmeline Pankhurst y Richard Pankhurst, un abogado socialista que defendió toda su vida las ideas feministas de su esposa y sus hijas. Christabel creció en un ambiente marcado por las ideas políticas socialistas y feministas. La familia Pankhurst vivió un tiempo en Londres donde los hijos de la pareja escuchaban las reuniones que se realizaban en su casa y empezaban a asistir a mitines políticos. Pero en 1898 Emmeline y sus hijos recibieron el duro golpe de la muerte de Richard Pankhurst. Además de sufrir la pérdida de un ser tan querido como Richard, la familia quedó en una situación política precaria. Así que Emmeline tuvo que vender su casa de Londres y regresar a Manchester donde se instaló con sus hijos en un hogar más humilde y empezó a trabajar en la oficina de registros de nacimientos y decesos de la ciudad. Christabel continuó sus estudios mientras ayudaba a su madre en casa y en su trabajo. 


Tras recibir una buena educación en Manchester, en la High School for Girls, en 1901 Christabel conoció a Eva Gore-Booth, miembro de la National Union of Women's Suffrage Societies (NUWSS) quien la convenció a ella y a su madre para que formaran parte de la organización. Sylvia Pankhurst, hermana pequeña de Christabel, también se unió a ellas, aunque pronto se dieron cuenta de que las ideas de la NUWSS eran demasiado teóricas y un poco alejadas de la realidad. En 1903, Emmeline y Christabel fundaron su propio partido sufragista, la Women's Social and Political Union (WSPU), conocida popularmente como las Suffragettes. 

Christabel compaginaba su trabajo con las sufragistas con sus estudios de derecho en el Owens College de Manchester. En 1905, Christabel junto a otras sufragistas acudieron a un mitin del partido laborista inglés donde empezaron a gritar consignas en favor del derecho al voto de las mujeres. Arrestada y obligada a pagar una multa que no quiso abonar, Christabel terminó en prisión junto a otras de sus compañeras. Aquel hecho tuvo gran trascendencia en los medios de la época y consiguió que muchas mujeres se unieran a la causa sufragista. 

Al año siguiente se graduaba en derecho en la universidad de Manchester pero su condición de mujer le impedía ejercer de abogado, así que se trasladó a vivir a Londres donde fue nombrada secretaria de organización del WSPU. Los siguientes años los actos reivindicativos de las sufragistas fueron incrementando su violencia. Chistabel fue encarcelada en varias ocasiones más y en una de ellas, en 1912 huyó a Francia para evitar la cárcel. 



Pocos meses después volvía a Inglaterra. Eran los tiempos previos a la Primera Guerra Mundial y el movimiento sufragista de Emmeline y Christabel Pankhurst se aliaron con el gobierno en defensa del conflicto armado contra Alemania. Momento en el que tanto Sylvia como Adela Pankhurst se distanciaron de su madre y hermana por no compartir sus ideas belicistas.

El periódico del WSPU, The Suffragette, cambió el nombre por otro más patriótico, el Britannia, bajo el lema "Por el rey, por la patria, por la libertad" se puso al servicio de la causa bélica.

En 1918 el sufragismo vivía un momento histórico cuando la Representation of the People's Act aprobó el sufragio femenino para mujeres mayores de 30 años. La propia Christabel Pankhurst se presentó por el Women's Party de Smethwick y, a pesar de que no salió elegida, a punto estuvo de conseguirlo. 

Años después se marchó a vivir a los Estados Unidos donde se unió al movimiento evangelista Second Adventist. Volvió una vez más a Inglaterra en los años treinta cuando recibió el nombramiento de Dame Commander of the British Empire. Regresó definitivamente a los Estados Unidos donde vivió hasta su muerte, el 13 de febrero de 1958.

Una poetisa en el cancionero, Florencia del Pinar (S. XV)

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Mujer leyendo
El Cancionero General es una obra del siglo XV que recopila los versos de poetas famosos de su tiempo. Sólo dos son mujeres, la Marquesa de Cotrón y Florencia del Pinar. De Florencia no tenemos retrato, ni biografía. Solamente sus hermosos versos que nos permiten imaginarnos a una dama erudita en la corte de la reina católica declamando bella poesía.

Florencia del Pinar fue una dama de la corte de Isabel de Castilla que vivió en los últimos años del siglo XV. Por su manera de escribir y su posición junto a la reina, hace pensar a muchos historiadores que Florencia del Pinar fue una mujer culta perteneciente a la alta nobleza castellana.

El amor es el tema principal de su escasa obra, apenas siete poemas y seis canciones en los que Florencia da una imagen alejada del amor cortés y nos acerca a mujeres reales que sufren por su amante. Experta en el uso del lenguaje figurado, sus versos se consideran a veces ambiguos y con dobles sentidos. 

Destas aves su nación
es contar con alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie a mía.
Ellas lloran que se vieron
sin temor de ser cativas,
y a quien eran más esquivas
esos mismos las prendieron.
Sus nombres mi vida son
que va perdiendo alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,

sin sentir nadie a mía.

¡Ay!, que ay quien más no bive
porque no ay quien d'¡ay! se duele,
y si ay, ay que recele:
ay un ¡ay! con que s'esquive
quien sin ¡ay! bevir no suele. 

Ay plazeres, ay pesares,
ay glorias, ay mil dolores,
ay, donde ay penas d'amores,
muy gran bien si dél gozares.
Aunque vida se cative, 
si ay quien tal ¡ay! consuele,
no ay razón por que se cele,
aunque ay con que s'esquive

quien sin ¡ay! bevir no suele.

La libertadora de Bolivia, Juana Azurduy (1780-1862)

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Este fue el título con el que Bolivia nombró en el año 2009 a Juana Azurduy, considerada una de las heroínas de la independencia del país del imperialismo español. Como este, otros muchos honores recibió en vida y tras su desaparición. No en vano, Juana Azurduy lideró con valentía, primero junto a su marido y después en solitario, las guerrillas que se enfrentaron a la guerra contra España. Pero a pesar de haberse jugado la vida por su patria y ver morir a cuatro de sus hijos, Juana terminó viviendo en la indigencia y murió en soledad. 

Juana Azurduy Bermúdez nació el 12 de julio de 1780 en un poblado llamado Toroca, situado en el entonces Virreinato del Río de la Plata, en la actual Bolivia. Su padre, Matías Azurduy, era un rico propietario de raza blanca que se había casado con Eulalia Bermúdez, una indígena proveniente de Chuquisaca. 

Huerfana siendo una niña, Juana se educó y creció en el Convento de Santa Teresa de esta localidad. La joven de espíritu rebelde, no se adaptó a la vida conventual y pocos años después fue finalmente expulsada. 




Con veinticinco años, Juana se casó con Manuel Ascencio Padilla, quien en aquel momento, en 1805, estaba estudiando derecho. Cuatro años después, la pareja se unía a la revolución de Chuquisaca que terminó con la derrota de los rebeldes y su huida de la zona. 


Manuel y Juana volvieron a unirse a la causa anti española que supuso la confiscación de todos sus bienes cuando las tropas realistas ganaron terreno en el Alto Perú, la actual Bolivia. 

La pareja, que tuvo cinco hijos, pasó los siguientes años luchando contra el control del imperio español. Juana destacó por su valentía y sus dotes de mando y organización en el escuadrón conocido como "Los Leales", hechos que le valieron algunos triunfos y su nombramiento como teniente coronel en el verano de 1816, cuando se le hizo la entrega simbólica de un sable con el que se la ha retratado en alguna ocasión.

Aquel mismo año Juana Azurduy sufría un duro golpe cuando su marido fallecía cuando acudió a rescatarla de la batalla de la Laguna en la que había caído herida. 


Desde entonces, su suerte fue a peor hasta que terminó viviendo en la indigencia. Juana había perdido a cuatro de sus hijos, muertos a causa del hambre y las penurias de la guerra y al morir Manuel, se encontraba embarazada del quinto hijo.

En 1825 Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión con la que pudo sobrevivir hasta que cinco años después dejó de percibirla. Los últimos años de su vida fueron penosos, en lucha continua por recuperar los bienes que perdió en la guerra y malviviendo con un dinero que no siempre llegaba del gobierno por el que había luchado. 

Juana Azurduy logró sobrevivir hasta los ochenta y un años. Falleció el 25 de mayo de 1862 en la más absoluta de las pobrezas y fue enterrada en una fosa común. 

Tuvieron que pasar más de cien años para que su cuerpo y su memoria fueran restablecidos. Sus restos fueron exhumados y trasladados a un mausoleo construido en su honor en la ciudad de Sucre. En 2009 Argentina la ascendida a general del ejército argentino y Bolivia a mariscal de la república boliviana. 


 Películas que hablan de ella 


La tierra en armas


En el club de la espía, Etta Palm (1743-1799)

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En los años previos y posteriores a la Revolución Francesa, París se llenó de salones políticos e intelectuales en los que se debatía y reflexionaba sobre la situación del país en aquellos tiempos difíciles. Como en otros muchos ámbitos de la sociedad, estos salones eran mayoritariamente masculinos. Algunos empezaron a aceptar de manera tímida la presencia de mujeres; eran conocidos como sociedades mixtas. Etta Palm fue una revolucionaria y espía de origen holandés que fundó el primer club exclusivamente femenino. Las reivindicaciones que en él se debatieron se verbalizaron en su famoso discurso feminista en la Asamblea Nacional. 

Etta Palm d’Aelders nació en abril de 1743 en la ciudad holandesa de Groningen. Miembro de una familia burguesa, su padre Jacob d’Aelders era comerciante, Etta recibió una esmerada educación más parecida a la de una joven de la alta sociedad. Antes de cumplir los veinte contrajo matrimonio con Christiaan Ferdinand Palm. Un matrimonio desgraciado en el que Etta perdió a una hija con pocos meses y él la abandonó tiempo después.

Empezó entonces un largo periplo para Etta que la llevó por varios lugares de Europa en los que conoció a hombres influyentes que la fueron introduciendo en los círculos de la alta sociedad. En 1773 se encontraba ya en París, instalada en un piso cercano al Palais Royal y convertida en cortesana. Fue entonces cuando los servicios secretos franceses la reclutaron para una misión de espionaje en La Haya.

Aquello le reportó una importante suma de dinero que invirtió a su vuelta a París en un piso más grande en la Rue Favard. Convertida en baronesa por su propia voluntad, empezó a invitar a su cada vez más famoso salón a políticos e intelectuales. 



Con el estallido de la Revolución Francesa, además de continuar su actividad en el salón de la Rue Favard, Etta se implicó en las sociedades patrióticas mixtas, como la Sociedad Fraternal de uno y otro sexo o la Sociedad Patriótica de Amigos de la Verdad. Etta fue más allá y decidió crear una sociedad en la que sólo pudieran asistir mujeres, la Sociedad Patriótica y de Beneficencia de las Amigas de la Verdad. 

La obra política de Etta Palm culminó el 30 de diciembre de 1790 cuando ante la Asamblea Nacional pronunció su famoso Discurso sobre la injusticia de las leyes en favor de los hombres a expensas de las mujeres, todo un alegato feminista en favor de los derechos de las mujeres y su importante papel en la sociedad.

En 1795 las fuerzas revolucionarias francesas invadieron Holanda. Su intento de llegar a una paz entre ambas repúblicas la convirtieron en sospechosa por parte de los revolucionarios holandeses. Etta fue detenida y encarcelada en la fortaleza de Woerden donde estuvo recluida tres años. Tiempo que hizo mella en su salud. Al salir en libertad a finales de 1798, cayó enferma y falleció meses después, el 28 de marzo de 1799. 

La reina díscola, Catalina Howard (1520?-1542)

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A principios de los años cuarenta del siglo XVI, cuando Enrique VIII acababa de casarse con su cuarta esposa, éste se fijó en una de las damas de compañía de la poco agraciada Ana de Cleves. La muchacha, Catalina Howard, era prima de la desdichada Ana Bolena y sobrina del duque de Norfolk. Era una dama de gran belleza cuya corta edad, era cinco años más pequeña que la princesa María, no importó al monarca inglés quien se divorció de Ana para casarse con Catalina. Pero esta no se adaptó a la vida en la corte junto a un rey mayor, obeso y en absoluto atractivo. Sus amoríos la llevarían al cadalso. 

Catalina Howard nació en una fecha indeterminada alrededor de 1520 en Lamberth, una zona que actualmente forma parte de la ciudad de Londres. Catalina era la segunda de las cinco hijas de Edmund Howard y Joyce Cultpepper. 

Su padre, constantemente endeudado, cuando se quedó viudo alrededor de 1528, mandó a Catalina y otras de sus hermanas a vivir con su abuela paterna, la duquesa viuda de Norfolk, Agnes Tilney. Agnes regentaba una casa de huéspedes pero a menudo se trasladaba a la corte por lo que no estuvo muy por la labor de educar a sus nietas. Estas crecieron rodeadas de huéspedes entre los que se vivían historias de amoríos que hicieron de Catalina una muchacha díscola. Pronto empezó a tener ella también algún que otro escarceo amoroso hasta que consiguió un empleo como dama de compañía de la nueva esposa del rey.

Pocos meses duró el matrimonio entre Enrique VIII y Ana de Cleves quien tuvo que aceptar el divorcio en julio de 1540 para cederle el lugar a la que el rey llamaba "su rosa sin espinas". Al principio Catalina se vio obnubilada por el lujo de la corte pero pronto empezó a sentir que no soportaba estar junto a un hombre treinta años mayor que ella y en un estado físico bastante poco atractivo. 




Parece ser que Catalina no se sintió amenazada por el triste destino que había sufrido su prima Ana Bolena y empezó a mantener relaciones extraconyugales en las estancias de palacio. Cuando las primeras sospechas llegaron a oídos de Enrique, tan enamorado estaba de Catalina que hizo oídos sordos. Pero una carta encontrada dirigida a uno de los amantes de la reina no dejó lugar a dudas. 

El 10 de febrero de 1542 era trasladada a la Torre de Londres donde fue ejecutada tres días después. 

 Si quieres leer sobre ella 

Una rosa sin espinas, Jean Plaidy








La quinta reina, Ford Maddox








La trampa dorada, Philippa Gregory
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