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Una baronesa entre beduinos, Lady Anne Blunt (1837-1917)

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Nieta de Lord Byron, hija de Ada Lovelace, Lady Anne Blunt tuvo una vida apasionante lejos de la Inglaterra victoriana que la vio nacer. Siguiendo los pasos de su rebelde abuelo, lady Anne fue un alma viajera que quedó prendada por el mundo de Oriente Próximo y sus hermosos caballos. Egipto, Mesopotamia y Arabia fueron sus hogares donde vivió experiencias apasionantes junto a su marido. Primera mujer en atravesar el peligroso desierto de Negeb, fue una invitada de excepción de jeques y emires llegando a descubrir un harén desde dentro, algo totalmente vetado para una mujer occidental. Tras una dramática experiencia como madre y después como esposa, Lady Anne Blunt decidió terminar sus días a orillas del desierto, hablando árabe y adoptando una existencia para la que siempre estuvo destinada. 

Anne Isabella King-Noel nació el 22 de septiembre de 1837 en la Inglaterra victoriana en el seno de una ilustre familia. Su abuelo fue el famoso poeta romántico Lord Byron y su madre Ada Lovelace, considerada la primera programadora de la historia. Casada con el barón William King, Ada tuvo tres hijos y se convirtió en la XIV baronesa de Wentworth, título que heredaría Anne.

Lady Anne fue una alumna aventajada durante su infancia. Además de hablar varios idiomas, tocaba largas horas uno de los dos violines Stradivarius que poseía su familia y era una pintora de talento que recibió clases del pintor John Ruskin.

Tenía veintinueve años cuando Lady Anne conoció en Florencia al que sería su marido. Sir Wilfrid Scawen Blunt era un poeta apasionado por Oriente que quedó prendado de aquella dama inteligente y culta que hablaba de filosofía, literatura o del mundo árabe con gran entusiasmo. Seis meses después de conocerse, Lady Anne se convertía en la señora de Wilfrid Blunt.




Era el año 1869 y la pareja inició un largo periplo por distintos lugares de África del Norte y Oriente Próximo donde se alejaron de las costumbres victorianas y adoptaron los atuendos y maneras de los beduinos con quienes viajaron por lugares tan hermosos como el Sinaí.


Los Blunt volvieron a Inglaterra donde estuvieron cinco años perfeccionando la lengua árabe y planeando sus próximos viajes. En aquel paréntesis inglés, en 1872, el hermano mayor de Wilfrid Blunt fallecía y le dejaba en herencia una extensa finca familiar en Crabbet Park de cuatro mil acres de terreno. Un año después Lady Anne consiguió dar a luz a una esperada hija, a la que pusieron de nombre Judith Anne Dorothea Blunt. Lady Anne había deseado aquel bebé después de haber sufrido un aborto y ver morir a dos gemelas recién nacidas. 

En 1877 los Blunt dejaban Inglaterra para vivir una apasionante aventura que les llevó a visitar ciudades legendarias como Alepo, Bagdad, Palmira, Damasco y Beirut. De vuelta a Inglaterra, Lady Anne empezó a escribir su obra Las tribus beduinas del Eufrates. Pero poco después, en 1879 regresaban a Oriente donde tenían planeado un viaje de gran envergadura. Su objetivo, atravesar el conocido como desierto de los desiertos, el Nefud. Los Blunt lo consiguieron y llegaron sanos y salvos a la ciudad amurallada de Hail donde fueron recibidos con gran boato por el emir Mohamed ibn Rashid. Lady Anne Blunt se convertía en la primera mujer occidental en pisar aquella ciudad en la que pudo incluso conocer de primera mano el harén del emir.

Cuando los Blunt volvieron a Inglaterra, instalados en su mansión de Crabbet Park, se dedicaron a plasmar sus experiencias en el papel mientras se instauraban en una rutina muy alejada de las tradiciones victorianas. Siguieron hablando árabe y vistiendo ropas beduinas.

En 1882 compraban cerca de El Cairo una mansión conocida como Sherykh Obeyd donde se fueron a vivir. Allí continuaron disfrutando de otra de sus pasiones, la cría de caballos que ya realizaron en Inglaterra.

Pero el matrimonio Blunt estaba destinado al fracaso a causa de la pasión desenfrenada de Wilfrid por las mujeres. Cuando éste instaló en su mansión inglesa a una de sus amantes, Lady Anne decidió que ya había sufrido demasiado por su díscolo marido. 

Cuando se separó de él, Lady Anne Blunt se instaló definitivamente en una propiedad que adquirió cerca de El Cairo donde vivió el resto de su vida. Falleció el 15 de diciembre de 1917 donde siempre se sintió feliz, junto al desierto.

 Si quieres leer sobre ella 

Lady Anne Blunt, a biography
 H. V. F. Winstone






Viajeras de leyenda
Pilar Tejera



Mujeres viajeras y aventureras
Cristina Morató





La última emperatriz, Zita de Borbón-Parma (1892-1989)

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El 10 de abril de 1989, la Cripta Imperial de la Iglesia de los Capuchinos de Viena, abría sus puertas para acoger los restos mortales de la última emperatriz de Austria - Hungría. A la solemne ceremonia acudieron miembros de todas las reales europeas. Con aquel entierro se ponía punto final a un capítulo de la historia que se había iniciado siete siglos atrás. La emperatriz viuda Zita de Borbón-Parma intentó que su hijo, el príncipe Otto restaurara un imperio que hacía tiempo estaba agotado. Zita fue una mujer piadosa, que lloró la muerte de su marido, el último emperador de Austria - Hungría, y en su largo exilio de sesenta y cuatro años, cuidó de sus hijos. Lejos de su patria, hizo una importante campaña solidaria durante la Segunda Guerra Mundial que la honró como persona. Pero como emperatriz, nunca consiguió su cometido.


Zita de Borbón - Parma, nació el 9 de mayo de 1892 en Lucca, Italia. Zita fue una de los muchos vástagos que tuvo el destronado Roberto I de Parma, con sus dos esposas. Era era hija de la segunda, María Antonia de Portugal. Zita creció feliz rodeada de sus muchos hermanos y hermanas en las distintas posesiones de su familia en varios puntos de la geografía europea. Su educación estuvo a cargo de preceptores hasta que marchó a estudiar en instituciones religiosas femeninas en las que formó su profundo carácter piadoso.

Zita llegó a pensar en la posibilidad de hacerse monja, pero su familia le deparaba un destino más elevado. Como el duque de Parma había fallecido cuando ella tenía quince años, fue su madre la que buscó en las distintas casas reales europeas al posible candidato para su hija. La infanta María Antonia pronto se fijó en el que se había convertido en heredero al imperio de los Hasburgo, el príncipe Carlos. En aquel entonces, el emperador Francisco José había decidido que su sobrino y heredero, Francisco Fernando, no podría transmitir sus derechos sucesorios a sus hijos al haberse casado con Sofía Chotek, una condesa que según Francisco José no era digna de convertirse en emperatriz. Así las cosas, el sobrino nieto del emperador, se situaba el siguiente en la línea sucesoria.




El jefe de la casa de Habsburgo aceptó la propuesta de la infanta María Antonia de casar a Zita con Carlos, pues su familia materna estaba emparentada con distintas casas reales europeas. El matrimonio se celebró el 21 de octubre de 1911. Instalada como primera dama de la corte de los Habsburgo, Zita dio a luz a su primer hijo un año después. Tras él vendría ocho hijos más. 




Pero la vida feliz que parecía presentarse a la pareja imperial se vería truncada aquel fatídico 28 de junio de 1914 cuando Francisco Fernando y Sofía fueron asesinados en Sarajevo y empezaba la Primera Guerra Mundial.


Dos años después fallecía Francisco José y Carlos y Zita eran coronados como emperadores de un imperio agonizante. El fin de la guerra trajo consigo la proclamación de la I República de Austria cuyos miembros forzaron a los emperadores a renunciar a su trono y a marchar al exilio. En Suiza, Carlos, impulsado por Zita, aún intentaría, sin éxito, mantener la corona de Hungría.

Empezaba un largo exilio para los emperadores destronados. En Madeira, donde la familia imperial intentó mantener una vida tranquila, fallecía el emperador Carlos I. Era el 1 de abril de 1922. Zita se auto impuso entonces el papel de emperatriz regente de su hijo Otto, pues durante mucho tiempo creyó que recuperaría el imperio perdido.

Pocos meses después, y gracias a la ayuda de Alfonso XIII, Zita, embaraza de la hija póstuma de Carlos, se instaló en el palacio de El Pardo en Madrid donde dio a luz a Elizabeth. Poco después se trasladó con sus hijos a vivir a la villa Uribarren en Lekeitio, el País Vasco.


Zita se trasladó con sus hijos a Bélgica con la intención de que Otto pudiera seguir allí sus estudios universitarios. En el castillo de Ham Steenokkerzeel vivió entre 1929 y 1940 rodeada de algunas personas afines a su causa. En aquellos años, Zita se volcó en la educación de sus hijos mientras buscaba la manera de restaurar la monarquía en Austria, sobre todo cuando la Alemania nazi llevó a cabo la anexión de Austria el 12 de marzo de 1938. Hitler vio siempre en Zita y sus hijos una amenaza real a sus planes expansionistas por lo que no dudo en bombardear el castillo donde residían durante la invasión de Bélgica. Por suerte para Zita, ella y los suyos ya habían huido. Desde Portugal, consiguieron viajar a los Estados Unidos desde donde viajó a Canadá donde sus hijos pudieran estudiar en la universidad francófona y católica de Laval, en Quebec.

La vida en Quebec fue austera para Zita, quien se volcó en recaudar fondos, comida y material de primera necesidad para enviar a Austria. Fue tal su éxito, que se decidió a viajar por los Estados Unidos para continuar con su labor solidaria. Finalizados los estudios de sus hijos, a punto de terminar el año 1948, Zita se instaló en una casa a las afueras de Nueva York.


Acompañada de su hijo Otto, Zita se presentó en el Senado norteamericano para convencer a las mujeres de los senadores que, a su vez, convencieran a sus maridos de que incluyeran a Austria en el plan de ayuda conocido como el Plan Marshall y que el Senado había negado por la entusiasta acogida del nazismo tras la anexión. Zita consiguió subvenciones para Austria en el que sería su último acto político.

Años después, en 1952, regresaba a Europa y se instalaba en el Gran Ducado de Luxemburgo donde se dedicó a cuidar a su madre ya anciana y a colaborar en el proceso de beatificación de su marido. Treinta años después, y por mediación de el rey Juan Carlos I de España, Zita pudo volver de nuevo a Austria, donde fue recibida con mucho cariño.

El 14 de marzo de 1989, la que fuera la última emperatriz de Austria, fallecía a los noventa y seis años de edad en su residencia suiza de Zizers. Un mes después, sus restos volvían definitivamente a Viena, donde reposan junto a su marido en la Cripta Imperial de los Habsburgo.

 Si quieres leer sobre ella 

Zita
Cybrille Debris






La hija poeta de Lope de Vega, Sor Marcela de San Félix (1605-1687)

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El gran autor español Lope de Vega se sorprendió cuando su hija Marcela decidió hacerse monja. No era fea ni necia, razones que algunos apuntaban para que las jóvenes del siglo se protegieran tras los muros de un convento. Quizás Marcela sí quería protegerse de algo, de una vida desordenada, falta de educación y de raíces. Y es que Marcela fue hija ilegítima de Lope de Vega y fue inscrita en el acta de su bautizo como niña de padres desconocidos. A pesar de que con el tiempo terminaría viviendo con su padre, Marcela decidió que su destino estaba en la vida monacal. Allí, además de ejercer múltiples tareas, se convirtió en una prolija escritora de poesía y teatro conventual. Talento del que no podemos disfrutar al completo por culpa de un confesor que obligó a la escritora a quemar parte de su obra para alejar la tentación de ella y de quien leyera su obra.

Marcela del Carpio nació el 8 de mayo de 1605 en Toledo. Marcela fue fruto del amor extraconyugal de Lope de Vega y la actriz de teatro Micaela Luján. Ambos estaban casados, por lo que para no provocar mayor escándalo, registraron a la pequeña como hija de padres desconocidos, algo que no sucedió con otro hijo de la pareja, Lopito, quien nació dos años después y sí recibió el reconocimiento de su padre. Ambos niños fueron criados por una sirvienta llamada Catalina hasta que en 1903 fueron a vivir a Madrid con su padre cuando murió su segunda esposa, Juana de Guardo.

Los años siguientes, Marcela y Lopito convivieron con su hermanastra Feliciana y con los hijos que su padre tendría con Marta de Nevares. Con quince años, Marcela decidió encauzar su vida lejos de un hogar lleno de niños en el que reinaba una vida desordenada. Su destino fue el Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, donde profesó como religiosa un año después de ingresar. 

Entierro de Lope de Vega a su paso por el Convento de las Trinitarias donde
Marcela pudo dar el último adiós a su padre

Convertida en Sor Marcela de San Félix, haciendo un guiño al sobrenombre por el que conocían a su padre, hizo todo tipo de tareas dentro del convento. Desde prelada hasta maestra de novicias, provisora, refitolera y hasta gallinera1. Además de todos estos trabajos y de los momentos de rezo, Sor Marcela tuvo tiempo para escribir. Fue poeta, dramaturga y actriz de sus propias obras, todas de carácter religioso y presentadas en el convento para enseñanza y diversión de sus hermanas. Escribió seis coloquios espirituales, ocho loas, veintidós romances, otros varios poemas y una biografía breve de una monja de su comunidad2

Sor Marcela, además de ser una de las principales escritoras de teatro conventual de su tiempo, fue la única de los muchos hijos de Lope de Vega, que siguió sus pasos con la pluma y lo hizo como digna hija de su padre, a pesar de que su talento no se haya reconocido como se merece. Además, buena parte de su obra fue destruida por ella misma, instigada por su confesor, quien le convenció para que quemara sus manuscritos. Por suerte, algunos se salvaron de aquella quema.

Sor Marcela de San Félix fallecía en el Convento de las Trinistarias el 9 de enero de 1687.

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1. Historia de las mujeres en España y América Latina, Pág. 707

2. Idem

La princesa espía, Noor Inayat Khan (1914-1944)

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Cada 14 de julio, a las puertas de Fazal Manzil, una hermosa casa a las afueras de París, siempre hay una banda militar que toca en honor de una mujer que vivió en aquel lugar durante su infancia y que dio su vida por la libertad durante la Segunda Guerra Mundial. Noor Inayat Khan, hija de descendientes de la realeza India, de débil complexión y creencias pacifistas, sorprendió al mundo por su valor en la Francia ocupada por el régimen nazi. A pesar de que la WAAF, la sección femenina del ejército inglés, y el servicio secreto del SOE, dudaron de aquella chica que no pasó las pruebas de resistencia, se convirtió en una pieza clave como espia, no en vano fue la primera mujer en enviar mensajes de radio desde Francia a Inglaterra para boicotear los movimientos alemanes. La vida de Noor se vio truncada cuando la Gestapo la detuvo pero mantuvo su coraje hasta el final, sin delatar a sus compañeros ni tan siquiera cuando fue torturada y condenada a morir fusilada. Varias condecoraciones inglesas y francesas honran la memoria de una de las mujeres más valientes de la Segunda Guerra Mundial.

Noor-un-Nisa Inayat Khan nació el 1 de enero de 1914 en Moscú, capital de la entonces Rusia Imperial. Noor era la mayor de los cuatro hijos de Hazrat Inayat Khan y Ora Meena Ray Baker Noor. Hazrat, descendiente de sultares indios, era músico y maestro de sufismo. Su madre, Ora, era una estadounidense que había conocido a Hazrat en uno de los muchos viajes. 

En 1914, cuando aún no había estallado la Primera Guerra Mundial, Noor y su familia se trasladaron a vivir a Bloomsbury, en Londres, donde permanecieron hasta 1920 cuando se mudaron a una casa llamada Fazal Manzil, en Suresnes, cerca de parís. 




Noor fue una estudiante aplicada que cursó psicología infantil en la Universidad de la Sorbona y música en el conservatorio parisino. Cuando en 1927 fallecía su padre, se hizo cargo de sus tres hermanos menores y de su madre.

Noor soñaba con convertirse algún día en una escritora de cuentos infantiles y durante un breve periodo de tiempo inició su carrera como escritora de poesía y narraciones para niños. Pero la llegada del nazismo trucaría sus sueños, como los de millones de personas en toda Europa. En 1940 huía con los suyos a Londres.


A pesar de que Noor había sido educada en los valores pacifistas que siempre defendió su familia, sintió un profundo sentimiento de rabia hacia la situación en la que se sumía el viejo continente. Noor sintió que debía hacer algo para contribuir a la lucha contra el nazismo, así que en noviembre de 1940 se unió a la Women's Auxiliary Air Force (WAAF) donde aprendió todo lo que pudo en relación a las comunicaciones por radio.

Su alto dominio del francés llamó la atención del Servicio de Operaciones Espaciales (SOE), que vio en ella una perfecta candidata para trabajar con la resistencia en las zonas ocupadas. El problema de Noor era su aparente fragilidad y el no haber superado los simulacros de interrogatorios a los que sumían a los futuros agentes. Aún así, su perfecto francés, su gran conocimiento de las operaciones de radio y su determinación la convirtieron en un miembro de la resistencia que puso rumbo a Francia. Como miembro de la Sección F (Francesa) del SOE, Noor Inayat se convertía en la primera mujer operadora de radio en territorio francés.


Durante los años que permaneció en la resistencia, la labor de Noor fue muy valiosa. Ayudó a salvar a aviadores aliados y a boicotear comunicaciones enemigas. Era una operadora ágil que se movía con velocidad para escapar de la posible pista que pudiera dejar a los miembros de la Gestapo que sabía de la existencia de alguien con sus características. 

Pero la suerte de Noor terminó cuando fue traicionada por un agente doble y entregada a la Gestapo. En su reclusión parisina intentó fugarse en varias ocasiones hasta que terminó la paciencia de sus captores que no consiguieron mantenerla quieta ni sonsacarle los nombres de sus compañeros fue trasladada a la prisión de Pforzheim en Alemania donde fue tratada como una presa peligrosa y fue encadenada. 

Noor Inayat fue torturada en varias ocasiones sin éxito para sus captores quienes no consiguieron sacarle ninguna información. Diez meses permaneció encadenada en su celda de Pforzheim hasta que el 11 de septiembre de 1944 fue trasladada a Dachau donde fue fusilada dos días después junto a otras tres agentes británicas. Sus cuerpos fueron quemados para que nada quedara de aquellas mujeres valientes que dieron su vida por la libertad. 

 Si quieres leer sobre ella 

Heroínas de la Segunda Guerra Mundial
Kathryn J. Atwood







http://www.noormemorial.org/

La voz de Wagner, Marjorie Lawrence (1909-1979)

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Marjorie Lawrence fue la Elisabeth del Tannhäuser, la Ortrud de Lohengrin o la Brunilda de La Valquiria, convirtiéndose en una de las sopranos que mejor supo encarnar los grandes personajes femeninos del autor germano Richard Wagner, recreando sus óperas siguiendo las indicaciones que el compositor había dejado sobre ellas. Recreó con gran fuerza y pasión a aquellas guerreras y reinas de la mitología europea con la misma veracidad con la que interpretó a la archiconocida Carmen de Bizet o la Salomé de Strauss. Su carrera se vio truncada cuando la polio la inmovilizó y la dejó en una silla de ruedas. La gran soprano que paseó su talento por los principales templos de la ópera del mundo tuvo que resignarse a dejar la interpretación y dedicarse a transmitir sus conocimientos como maestra.

Marjorie Florence Lawrence nació en Deans Marsh, a unos ciento treinta kilómetros de Melbourne, en Australia, el 17 de febrero de 1909. Era la quinta de los seis hijos de William Lawrence y Elizabeth Smith. Su padre, además de ser carnicero, tocaba el violín, y su madre era organista en la iglesia local. Marjorie quedó huérfana de madre cuando tenía solamente dos años y fue criada por su abuela paterna. Desde bien pequeña mostró interés por la música que escuchaba en un gramófono en casa donde sonaban las voces de Nellie Melba y Clara Butt, ambas cantantes de ópera. Con tan sólo diez años ya empezaba a destacar como solista.

Tenía dieciocho años cuando ella y uno de sus hermanos, Cyril, se marcharon a trabajar a Melbourne a pesar de la oposición de su padre. Marjorie recibió clases de canto de un prestigioso profesor llamado Ivor Boustead. Problemas económicos la obligaron a volver de nuevo a Deans Marsh aunque con ella se llevaría todo lo que aprendió de Ivor y que le sería muy valioso en el futuro. 

Poco después ganaba un premio como cantante y el barítono John Brownlee se fijó en su talento. Fue quien la animó a dejar Australia y embarcarse rumbo a Francia donde fue acogida por unos amigos y recibió clases de Madame Cécile Gilly.

Sus largas sesiones de práctica y estudio dieron su fruto a principios de 1932 cuando debutó como cantante de ópera en Monte Carlo haciendo su primer personaje wagneriano. Marjorie se puso en la piel de la Elizabeth del Tannhauser de Richard Wagner con tal éxito que su carrera sería imparable. Al año siguiente, la Ópera Garnier de París se rendía ante una Marjorie convertida en Ortrud del Lohengrin, también de Wagner. En 1935 cruzaba el Atlántico para convertirse en Brunilda, personaje principal de La Valquiria del compositor alemán. Un año después, interpretaba la famosa escena de la inmolación de El ocaso de los dioses tal y como la había imaginado Wagner. Subida a un caballo, atravesó las llamas convirtiéndose en la primera soprano en interpretar la escena de manera tan fiel al original.
Además de interpretar con gran maestría a las principales mujeres de las obras de Wagner, Marjorie Lawrence fue también una hermosa Salomé bailando la danza de los siete velos de Strauss o una fantástica Carmen de Bizet.

Marjorie Lawrence se encontraba en la cima de su éxito cuando su cuerpo la traicionó. Fue en 1941, en una representación en México cuando de repente fue incapaz de mantenerse en pie. Fueron los primeros síntomas de una poliomielitis que la relegaría a una silla de ruedas para el resto de sus días. Su marido, el doctor Thomas King, con el que se había casado hacía poco, intentó por todos los medios curar a su esposa consultando a los principales especialistas en la materia pero todo fue inútil.

Sin embargo, Marjorie, animada por sus fans y por su esposo, no se rindió. Durante un tiempo actuó sentada o subida a una plataforma y participó en muchos programas radiofónicos dedicados a la ópera. En aquellos años, cuando la Segunda Guerra Mundial asolaba medio mundo, Marjorie viajó a distintos puntos del planeta para cantar con fines benéficos y animar a las tropas. Actos solidarios que le valieron la cruz de la Legión de Honor francesa y ser nombrada miembro de la Orden del Imperio Británico.




Pero su invalidez hacía estragos en su cuerpo. Al final, Marjorie decidió retirarse a su rancho de Harmony Hills, en Arkansas, donde se volcó de lleno en la enseñanza y en escribir su autobriografía. Esta, que se publicó bajo el nombre de Melodía interrumpida, fue llevaba al cine donde Eleanor Parker interpretó su papel mientras la soprano Eleen Farrell le puso la voz.

Marjorie Lawrence fallecía el 14 de enero de 1979 de un ataque al corazón.

La reina cristiana, Santa Clotilde (475-545)

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Francia es considerada por la iglesia católica como Hija primogénita de la iglesia. Un título que se le concedió gracias a una de sus reinas, convertida en santa. Cuando Clotilde nació a principios del siglo I, el territorio que actualmente ocupa el estado francés, era entonces un mosaico de reinos nacidos tras la desaparición del imperio romano. A pesar de que el cristianismo era una de las religiones practicada, era sobretodo su rama arriana y las creencias paganas las que dominaban, sobre todo entre los reyes y señores. Cuando el rey de los francos, Clodoveo I, se casó con Clotilde, esta terminaría convirtiéndolo al cristianismo católico.

Los textos de San Gregorio de Tours suponen la principal fuente de información sobre esta reina rodeada de historias legendarias. Su santificación por la iglesia católica reforzó los relatos hagiográficos no siempre fieles al cien por cien a la realidad. De todos modos, existen algunos escasos datos de su biografía que se aceptan como válidos. Clotilde habría nacido el Lyon en el año 475 d.C. Era hija del rey Chilperico II de Burgundia, quien fue asesinado junto a su esposa por su propio hermano Gundebaldo para hacerse con el poder. Clotilde fue rescatada de la tiranía de su tío por el rey franco Clodoveo I quien la desposó en el año 492.

En un principio, la diferencia de credo no fue un obstáculo para ellos. Clodoveo era pagano y Clotilde cristiana católica pero ninguno intentó convencer al otro. Solamente Clotilde pidió que sus hijos fueran bautizados, a lo que Clodoveo aceptó.



En el año 496 d.C. tuvo lugar la batalla de Tolbiac, un enfrentamiento entre francos y alamanes que puso en serio peligro a los primeros. Ante la dificultad que conllevaba la batalla, Clodoveo pidió a Clotilde que rezara a su Dios para proteger a su ejército. Si ganaban la batalla, se comprometía a convertirse a la fe de su esposa.

Clodoveo I y sus huestes ganaron la batalla y él cumplió con su promesa. Tras recibir instrucción del obispo San Remigio, el día de Navidad de aquel mismo año, Clodoveo I se convertía en el primer rey germano en abrazar la fe católica. Junto a él, otros miembros de su familia y sus súbditos también se convirtieron.

Cuando en el 511 fallecía el rey Clodoveo I. Desde entonces y hasta su muerte, Clotilde sufrió las continuas luchas de sus hijos por asumir el poder. Según la leyenda, Clotilde estuvo toda una noche rezando para que dos de sus hijos, Clotario y Childeberto, no se enfrentaran al día siguiente. Una tormenta inesperada y violenta imposibilitó la lucha y los hermanos se reconciliarion. Serían estos dos hijos los que llevarían el féretro de su madre junto a los restos mortales de su padre cuando Clotilde falleció en el año 545.

Clotilde, amada por sus súbditos por su piedad y sus obras de caridad, fue elevada a los altares y su festividad se fijó el 3 de junio.

La diplomática republicana, Isabel Oyarzábal (1878-1974)

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Isabel Oyarzábal fue diplomática, escritora, feminista. Hizo pequeñas incursiones en el mundo del teatro, soñó siempre con ser actriz, y cantidata al parlamento en las primeras elecciones en las que se aceptó el sufragio femenino. De padre andaluz y madre escocesa, Isabel creció en un ambiente de libertad en el que su lengua materna le abriría muchas puertas tanto en el mundo de la diplomacia como en el del periodismo. El feminismo y la lucha contra las desigualdades sociales estuvo siempre presente en su ajetreada existencia que la llevó de su Málaga natal a la fría Suecia pasando por la sede de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y Canadá y el largo exilio en México. Sus memorias, escritas originariamente en inglés, tardarían setenta años en publicarse en España.

Isabel Oyarzábal Smith nació el 12 de junio de 1878 en Málaga. Su padre, Juan Oyarzábal y Bucelli, era comerciante y de fe católica, mientras que su madre, Ana Smith-Guthrie, veinte años más joven que su marido, era de origen escocés y protestante. A pesar de que Isabel fue educada en el catolicismo, las creencias de su madre compensaron la educación estricta a la que su padre la quiso someter. Desde los siete hasta los catorce años, permaneció interna en el Convento de la Asunción de Málaga donde cursó sus estudios básicos.

Los momentos más felices de Isabel eran los veranos, cuando viajaba a la tierra natal de su madre y vivía en un ambiente menos opresivo que en la España de finales del siglo XX. Además de ganar sus primeros jornales como profesora de castellano para algunas familias de Susex, Isabel tuvo el lujo de conocer a mujeres destacadas de su tiempo como la sufragista Eunice Murray o la bailarina Ana Pavlova

Isabel sintió pronto un marcado interés por el teatro gracias a las obras que se representaban en su casa como un entretenimiento típico de la burguesía española de aquellos años. En 1905, Isabel aprovechó la presencia de la actriz María Tubau en Málaga para intentar conseguir que le hiciera una prueba para entrar en su compañía. María Tubau la contrató para que participara en la obra Pepita Tudó. Así que madre e hija, su padre había fallecido, se trasladaron a vivir a Madrid escandalizando a sus familiares más conservadores.Cuatro años después, Isabel se casaba con el hijo de Tubau, Ceferino Palencia, con el que tendría dos hijos y una vida matrimonial no siempre satisfactoria.

Su incursión en el mundo del teatro fue más bien temporal. Mientras actuaba en la compañía de María Tubau, Isabel empezó a ejercer de periodista para publicaciones inglesas como The Standard y Laffan News Bureau. Su conocimiento de la lengua inglesa fue sin duda una ventaja para ella. Además, junto a su hermana Ana y una amiga llamada Raimunda Avecilla publicaron una revista que bajo el nombre de La Dama y la Vida Ilustrada, aglutinaron contenidos dedicados a las mujeres. Isabel también colaboró con cabeceras españolas como Blanco y Negro, El Heraldo, Nuevo Mundo o La Esfera. Cuando años después escribiera su propia columna en el diario madrileño El Sol, titulada Crónicas Femeninas, lo haría firmando como Beatriz Galindo, la gran erudita española del siglo XV.

En 1918 inició su actividad más reivindicativa cuando ingresó en la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME) de la que llegaría a ser presidenta. Dos años después participaba en Ginebra en el XII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino de la Mujer como Secretaria del Consejo Supremo Feminista de España. 

Isabel Oyarzábal fundó en 1926 junto a María de Maeztu, Victoria Kent y Zenobia Camprubí el Lyceum Club, una sociedad femenina pensada para debatir y compartir ideas que ayudaran a que el sufragio femenino fuera alguna día una realidad en nuestro país. 

En 1930, Isabel fue la única mujer que participó en la Comisión permanente de la Esclavitud en la Sociedad de Naciones. En aquel tiempo, Isabel se acercó al partido socialista en el que ingresó poco después y formó parte de sus listas electorales en las primeras elecciones donde el sufragio femenino se permitió. No llegó a conseguir un escaño en el parlamento pero Isabel continuó con su trabajo incansable por el derecho de los más desfavorecidos. En 1933 conseguí una plaza de inspectora provincial de Trabajo, convirtiéndose en la primera mujer en obtener un puesto de este tipo.

El 23 de octubre de 1936 fue nombrada ministro plenipotenciario en la Legación de España en la capital sueca. Antes de llegar al país escandinavo tuvo el encargo de participar en la Sociedad de Naciones y dar una serie de conferencias en Estados Unidos y Canadá para, finalmente, participar en el congreso del Partido Laborista de Edimburgo. Finalizado este largo periplo, el 4 de enero de 1937 Isabel Oyarzábal se encontraba en Estocolmo para presentar sus credenciales al rey sueco Gustavo V. Convertida en embajadora de la Segunda República, tuvo que permanecer un tiempo en un hotel mientras su predecesor, defensor de las filas franquistas, se resistió a dejar su puesto.

Durante el tiempo que duró su estancia en Suecia, Isabel conoció a otras mujeres de renombre en su tiempo como la novelista ganadora del Novel de Literatura Pearl S. Buck o la socialista y feminista rusa Alexandra Kollontai, de quien escribiría una biografía.

La caída de la Segunda República supuso el exilio de muchos intelectuales y políticos. Isabel no fue una excepción. En 1939, acompañada de su familia, marchó a su exilio mexicano. Nunca volvería a España pues fallecería un año antes que Franco.

A lo largo de su prolija vida, Isabel Oyarzábal escribió un gran número de libros de variado calado. Desde una historia del Traje regional de España, un libro sobre psicología infantil titulado El alma del niño, hasta novelas con tintes autobiográficos como El sembrador sembró su semilla. Sus memorias no se publicaron en España hasta setenta años después de su publicación.

Isabel Oyarzábal fue sin duda una mujer inquieta, incansable, que aprovechó cada minuto, cada día de su vida para hacer todo aquello que la llenaba como persona siempre con la mirada puesta en los demás. 

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Las republicanas "burguesas"
Inmaculada de la Fuente



La reina amada, Jane Seymour (1509-1537)

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Cuentan las crónicas que el cortejo fúnebre de la reina Jane Seymour estuvo encabezado por la princesa María, hija de su antecesora Catalina de Aragón, y a la que restituyó en el corazón del rey Enrique VIII. Este no acudió al funeral regio que se ordenó para su tercera esposa. Dicen que estaba profundamente desolado. Y es que hay quien asegura que Enrique solamente amó a Jane, de hecho la única de sus esposas en recibir un entierro digno de una reina y reposar eternamente junto a él. Jane fue la única también que le dio un hijo varón, aunque el ansiado heredero le costara la vida de su reina amada.

Jane Seymour nació en 1509 en Wulfhall, Wiltshire. Era hija de Sir John Seymour y Margery Wentworth. Por línea materna, Jane era descendiente del rey Eduardo III, por lo que ella y su futuro esposo eran primos lejanos. Jane también tenía una relación genealógica con su antecesora, Ana Bolena, con quien compartía una bisabuela.

Jane creció feliz alejada de la corte y recibió una educación más dirigida a tareas del hogar que a otras más intelectuales. Jane era una muchacha sobria y alejada de los excesos mundanos que fue trasladada a la corte inglesa como dama de honor primero de Catalina de Aragón y, tras su divorcio de Enrique VIII, de su segunda esposa Ana Bolena.

Hacia 1535 el rey empezó a fijarse en la joven Jane quien en ningún momento aceptó ser amante aunque fuera de un monarca. Cuando meses después Ana daba a luz a un niño muerto y, tras haber tenido solamente una hija, la futura reina Isabel I, el rey empezó a distanciarse de su esposa y a obsesionarse cada vez más con Jane. 

El 19 de mayo de 1536 Ana Bolena era ejecutada en la Torre de Londres. Al día siguiente, Enrique VIII se desposaba con Jane Seymour quien fue proclamada oficialmente reina consorte el 4 de junio. 

El tiempo que Jane fue reina de Inglaterra cambió radicalmente las costumbres de la corte. Quiso borrar todo recuerdo de su antecesora Ana Bolena, amante de los lujos, de la moda francesa y de la vida más bien disoluta. Jane impuso una moda más austera y unos modales rígidos y sobrios. Jane trajo de nuevo a la corte a María, la hija de Catalina de Aragón a la que su padre había desheredado y mantuvo con ella una estrella relación de amistad.

El 12 de octubre de 1537, en la residencia real de Hampton Court, donde se habían instalado los monarcas ingleses, Jane dio a luz al ansiado heredero al trono. Un niño débil y de poca salud que reinaría de manera muy breve con el nombre de Eduardo VI. Doce días después, las complicaciones del posparto llevarían a Jane a la muerte. 

Enrique VIII, desolado ante la inesperada muerte de su amada, no fue capaz de acudir a su funeral, que fue presidido por una también afectada princesa María, quien lloró profundamente la muerte de su protectora. 

La escritora de lo humano, Pearl S. Buck (1892-1973)

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Cuando Pearl S. Buck recibió el Premio Nobel de Literatura en 1938 no habían pasado ni diez años desde la publicación de su primera novela. Pero el talento con las palabras de esta mujer luchadora convenció a los miembros de la academia sueca sin dudarlo. En su discurso de agradecimiento, la escritora aseguró que había sido en su larga estancia en China donde entendió el verdadero sentido de un novelista. Para ella, escribir, más que crear arte, era hablar de las personas. Y así lo hizo en su extensa producción literaria que fue más allá de la novela, tocando otros géneros como la poesía o los cuentos infantiles. Pearl S. Buck tuvo una dramática experiencia con la maternidad que le marcó para siempre y la guió por el camino de la ayuda incondicional a los demás, sobre todo a los más desfavorecidos, los niños.

Pearl Comfort Sydenstricker nació el 26 de junio de 1892 en Hillsboro, Virginia. Pearl fue la cuarta de los siete hijos de una pareja de misioneros presbiterianos, Absalom y Caroline. A pesar de que vivían en China, sus padres se habían trasladado a los Estados Unidos poco antes de nacer Pearl. 


La pequeña tenía escasos meses de vida cuando la familia Sydenstricker volvió al país asiático. Después de recibir una educación básica de manos de su madre y de un tutor, Pearl ingresó en la Miss Jewell's School, en Shangai. Ya entonces empezó a ser consciente de los distintos mundos que convivían en un mismo espacio pero que no se interrelacionaban. Junto al mundo organizado y perfecto de la misión presbiteriana en la que crecía Pearl, existía otro mundo menos organizado y no tan perfecto y que algunos consideraban inferior al primero. No fue el caso de la familia de Pearl, pues sus padres siempre inculcaron en sus hijos la idea de igualdad entre todos los seres humanos. 

En 1911, Pearl S. Buck se trasladó a los Estados Unidos para seguir con sus estudios en la Randolph-Macon Woman's College en la ciudad de Lynchburg, en Virginia. Tres años después tuvo que volver a China donde su madre estaba muy enferma. Fue en aquella época cuando conoció al que sería su primer marido, un economista agrícola llamado John Lossing Buck. La pareja se casaba en mayo de 1917 y se trasladaron a vivir a Suzhou donde estuvieron solamente tres años. 


En 1920 se trasladaron a vivir a Nanjing donde ambos trabajaban como profesores de universidad. Aquel mismo año Pearl daba a luz a la que sería su primera y única hija biológica. Carol había nacido con una enfermedad mental grave mientras a Pearl se le detectaba un tumor en el útero cuya extirpación provocó su esterilidad. Un año después sufría otro duro golpe al morir su madre y en poco tiempo su padre. Pearl necesitaba poner tierra de por medio y se marchó con John a los Estados Unidos donde se dedicó a estudiar. En 1925 la pareja adoptó a una niña a la que llamaron Janice y antes de finalizar el año regresaban a China.

Allí no encontraría la paz que buscaba pues en 1927 la familia Buck se vio acorralada en medio del conocido como incidente de Nanking cuando las fuerzas comunistas se levantaron contra el poder establecido. Con la ayuda de efectivos norteamericanos, viajaron hasta Shangai donde pusieron rumbo a Japón para volver de nuevo a los Estados Unidos. 

Corría el año 1930 cuando Pearl S. Buck publicaba su primera novela, Viento del Este, viento del Oeste, gracias a un editor llamado John Day que terminaría convirtiéndose en su segundo marido cinco años después, tras divorciarse de John Lossing Buck. Tras la buena acogida de su primera novela, en 1931 se publicaba La buena tierra, libro con el que ganó su primer gran reconocimiento público, el Premio Pulizer. 




En 1934 Pearl S. Buck se instalaba junto a John Day, con el que se casaría en 1935, en una granja en el condado de Buck donde vivirían juntos el resto de sus días acompañados de las niñas de Pearl y de seis hijos más que adoptaron.


Desde entonces, Pearl no dejó de escribir a la vez que trabajaba en la universidad y se volcaba en la ayuda de los más necesitados. En 1942, ella y su marido fundaban la Asociación East and West que tenía como fin estrechar lazos culturales entre América y Asia. En 1949 fundaban la Welcome House, que supuso la primera agencia de adopción en la que los niños de origen asiático se incluían en las listas de posibles adoptados. Y en 1964 Pearl creó una fundación que llevaba su nombre y que tenía la función de velar por el futuro de los niños de origen asiático desamparados, huérfanos y que no podían ser adoptados.

Junto a toda esta labor incansable de ayuda a los más necesitados, Pearl S. Buck tuvo tiempo de escribir más de ochenta libros, desde novelas, hasta biografías pasando por poesías, cuentos infantiles. Una extensa obra literaria en la que la escritora quiso plasmar al ser humano en todas sus vertientes para explorar su naturaleza.

Una obra literaria que tuvo su máximo reconocimiento cuando se encontraba en plena producción literaria y acababa de empezar su vida en Estados Unidos junto a su segundo marido, con el que vivió hasta su muerte el 6 de marzo de 1973.

La sultana perdida, Mahidevran Gülbahar (1500-1580)

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Durante el reinado de Selim II en la Turquía de mediados del siglo XVI, una mujer que había llegado a lo más alto del poder, vivía de la caridad del sultán quien era, de hecho, el hombre que había usurpado el trono a su propio hijo. No fue Selim el que arrebató años antes el puesto de heredero a Mustafá, hijo de Mahidevran, fue su madre, la sultana Roxelana, quien después de ganarse el favor del poderoso Solimán, consiguió que su primera esposa y su hijo fueran alejados del poder. Mahidevran fue una mujer con orígenes desconocidos que consiguió ser la reina del harén de una Turquía que puso en jaque a Europa y terminó sus días desterrada y olvidada.

Mahidevran Sultan nació alrededor del año 1500 pero sus primeros años de vida son desconocidos. Algunas fuentes afirman que sus orígenes se sitúan en Albania mientras que otras, las más difundidas, sitúan su nacimiento en el Cáucaso. El primer dato conocido con seguridad de Mahidevran fue su matrimonio con Solimán, llamado el Magnífico, el 5 de enero de 1512 cuando contaba solamente con catorce años. 

El 22 de septiembre de 1520 moría el sultán turco Selim I y su heredero subía al trono del Imperio Turco como Solimán I. Cuando la nueva familia real se trasladaba a Estambul para tomar posesión del trono, Mahidevran ya había dado dos hijos a Solimán, Mustafá  y Ahmed. Años después nacería Raziye Sultan. 

Mahidevran disfrutó poco tiempo de su privilegiada posición de principal esposa del sultán y madre del heredero al trono. Había llegado al harén real una muchacha que había sido raptada por los tártaros y vendida como esclava en Estambul. Pronto pasó a formar parte del harén del sultán quien no tardó en fijarse en ella. Aquella muchacha, llamada Roxelana, se convirtió en la primera esposa del sultán a quien dio varios hijos, entre ellos Selim, quien se convertiría en el futuro sultán Selim II.

La madre de Solimán, Ayse Hafsa Sultan, la mujer más poderosa del imperio, mantuvo una cierta paz entre las dos mujeres. No en vano, Roxelana había sustituido de un plumazo a Mahidevran.

Cuando Hafsa falleció en 1534, la tensión entre ambas mujeres se hizo más latente hasta el punto de que Mahidevran agredió a Roxelana despertando la ira del sultán quien expulsó a su primera esposa y su hijo Mustafá, el único de los tres que aun seguía con vida, del palacio de Estambul. 

Mustafá tuvo que ejercer como gobernador a las órdenes de su padre en Manisa donde tomó el cargo de gobernador. Mustafá fue un príncipe querido por sus súbditos pero su vida terminó dramáticamente cuando fue ejecutado por orden de su propio padre. Todos los intentos de Mahidevran por proteger a su hijo de posibles conjuras fueron en vano y no pudo evitar que llegara a oídos de Solimán que su propio hijo estaba urdiendo su propio asesinato. Nunca fue probado que Mustafá quisiera asesinar al sultán pero su madre nada pudo hacer por salvarle la vida, aunque días antes de su detención avisó a su hijo de su posible caída.

Los años posteriores a la muerte de su hijo, Mahidevran pasó penurias económicas y fue rechazada por muchas personas. Su situación mejoró cuando el nuevo sultán desde 1566, Selim II, hijo de su gran rival Roxelana, quien había muerto en 1558, aprobó para ella una renta vitalicia. Selim también ayudó a construir la tumba de su medio hermano Mustafá, junto al que Mahidevran fue enterrada tras su muerte en 1580.

Educando en el harén, Anna Leonowens (1831-1915)

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Apenas cinco años pasó Anna Leonowens en Siam pero aquella experiencia, convertida primero en relato novelado por Margaret Landon es su libro Anna y el rey de Siam y después en varias películas de Hollywood, hicieron de la existencia de esta mujer una vida de novela. Anna fue una luchadora toda su vida. Con orígenes mestizos y una viudez demasiado precoz, con dos niños a su cargo, pudo subsistir gracias a su talento como profesora y educadora. Además de ser una gran maestra, Anna dedicó parte de su vida a defender la educación y los derechos de las mujeres participando activamente en movimientos sufragistas. 

Anna Harriet Emma Edwards nació el 5 de noviembre de 1831 en el distrito de Ahmednagar, en la India. Anna no llegó a conocer a su padre, el sargento Thomas Edwards, quien había muerto unos meses antes de su nacimiento. Parece ser que su madre, Mary Glascott, provenía de un matrimonio formado por un oficial inglés y una mujer de origen indio a la que la familia se esmeró en ocultar su identidad. Mary se esmeró en ocultar sus orígenes que en aquella sociedad victoriana demasiado clasista no habría beneficiado en absoluto a sus hijos. 

Anna estudió con un reverendo y su esposa quienes pronto vieron en la pequeña actitudes para los idiomas y se la llevaron en sus viajes como misioneros por distintos lugares de Oriente Próximo.

En 1849 Anna volvió con su familia a la India donde contrajo matrimonio con el hombre del que siempre había estado enamorada, Thomas Leon Owens. Tanto amaba a su esposo qeu Anna adoptó sus dos apellidos y se los hizo suyos. 

En 1852 viajaron a Australia acompañados por un tío de Anna. En el trayecto a bordo de un barco, Anna daba a luz al que sería su primer hijo, al que bautizarían con el mismo nombre que su padre. En Perth, Thomas encontró un trabajo de funcionario en la administración colonial mientras Anna fundaba una escuela para niñas. En 1854 nacía su segundo hijo, una niña a la que llamaron Avis Annie. Un año después, la familia se trasladaba a Lynton donde Thomas había sido trasladado. Allí nacería Louis, el tercer y último hijo de la pareja.

Pocos años después, cuando los Leonowens estaban instalados en Penang, el destino quiso que Thomas falleciera de manera inesperada de una apoplejía. El mundo feliz de Anna, se desmoronaba y de la noche a la mañana se convertía en una joven viuda con dos hijos a su cargo, Avis y Louis, pues el pequeño Thomas no había sobrevivido a la infancia.

Anna abrió una escuela infantil en Singapur para los hijos de los oficiales ingleses donde se ganó una buena reputación como educadora. Su fama llegó a oídos del rey de Siam quien la hizo llamar en 1862. El cónsul de Siam en Singapur se puso en contacto con Anna para ofrecerle la posibilidad de educar a los hijos y esposas de su rey Mongkut. Anna debería introducir a sus casi cuarenta esposas y concubinas y más de ochenta hijos en la educación occidental.

Durante casi seis años, hasta 1867, Anna Leonowens se dedicó a su papel de educadora y también ejerció como secretaria del rey. La relación entre Anna y el rey de Siam, ambos pertenecientes a culturas opuestas, no fue siempre fácil. Cuando en 1868 ella tuvo que volver por un tiempo a Inglaterra por cuestiones de salud, aquel mismo año fallecía Mongkut. A pesar de que el rey la mencionó en su testamento, no recibió ninguna compensación económica y su hijo y heredero no requirió de sus servicios.

Anna Leonowens tuvo que volver a buscar una manera de subsistir y lo hizo poniendo rumbo a los Estados Unidos. En Nueva York abrió una escuela para chicas y empezó a escribir artículos en una revista que con el tiempo se convertirían en su primer libro de memorias, The English Governess at the Siamese Court, que se publicó en 1870. Las memorias de Anna fueron muy bien acogidas aunque también fueron objeto de polémica al incluir episodios negativos y opiniones críticas sobre la corte de Siam, sobre todo en lo referente al trato que se le daba a las mujeres. Romance of the Harem, publicado tres años después, fue la segunda parte de sus memorias, donde Anna describió episodios duros como la ejecución por orden de Mongkut de una de sus concubinas.

Anna Leonowens se convertía en una reputada escritora, profesora y conferenciante que viajó por todos los Estados Unidos y por Europa. Instalada en Canadá, se involucró también en los movimientos sufragistas de Montreal donde permaneció el resto de sus días. Anna falleció el 19 de enero de 1915 y fue enterrada en el Cementerio de Mount Royal en Montreal.





 Películas que hablan de ella

El rey y yo







Ana y el rey




La actriz perdida, Lana Turner (1921-1995)

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La vida privada de Lana Turner oscureció su carrera cinematográfica e incluso la abocó a un final prematuro. Casada en siete ocasiones, Lana mantuvo otros muchos romances y protagonizó un turbio episodio con uno de ellos. Fue el dramático asesinato de uno de sus maridos por parte de su única hija lo que escandalizó al Hollywood que había enamorado con su belleza y su talento. 

Julia Jean Mildred Frances Turner nació el 8 de febrero de 1921 en Wallace, Idaho, en los Estados Unidos. Poco tiempo después, ella y su madre, Mildred, marcharon a vivir a San Francisco. Su padre, Virgil, un hombre alcohólico y jugador, había fallecido posiblemente asesinado poco antes. En 1935, madre e hija volvieron a mudarse, esta vez de manera definitiva, a Los Angeles. 

Julia estudió en el Hollywood High School pero no era precisamente una alumna ejemplar. No le gustaba estudiar y se saltaba las clases constantemente. Fue en una de esas ocasiones que se habían hecho habituales cuando la jovencita fue descubierta por un cazatalentos de Hollywood. Julia se encontraba bebiendo una soda en el Top Hat Café, que con el tiempo se convertiría en un lugar de culto, cuando William R. Wilkerson, un publicista del Hollywood Reporter, se fijó en ella. 

William le arregló una cita con Zeppo Marx, uno de los famosos hermanos Marx, quien por aquel entonces tenía una agencia de talentos. En 1937 conseguía su primer papel en la gran pantalla. Era una escena breve pero su presencia y su atuendo, una minifalda y un jersey que marcaban sus voluptuosas formas dieron comienzo a una carrera cinematográfica que tendría su máximo apogeo en los años cuarenta.

Convertida en Lana Turner, firmó un contrato con la Metro Goldwyn Mayer y empezó a protagonizar cintas destacadas y a compartir cartel con actores como Clark Gabler o Spencer Tracy. Su gran oportunidad llegó con El cartero siempre llama dos veces (1946), película que la consagró como actriz.

En el apogeo de su fama como actriz de Hollywood, Lana Turner ya se había casado en varias ocasiones. En 1940 lo hizo con Artie Shaw, un músico del que separó siete meses después. En 1942 se casaba con Steve Crane, actor como ella y con quien tuvo a su única hija, Cheryl. De Crane se separó y se volvió a casar en pocos años.

Su matrimonio con Crane finalizó en 1944 cuando se unió con Bob Topping del que también se divorciaría. El siguiente en la lista fue Lex Barker, con quien estuvo casado de 1953 a 1957. Este último año, Lana consiguió su única nominación a los Oscars por su participación en Vidas Borrascosas



Un año después, su hija Cheryl mataba a Johnny Stompanato, uno de sus amantes. En el juicio, en el que Cheryl aseguró que lo había hecho en defensa propia al verse agredida por la víctima, salieron a la luz episodios oscuros de una Lana que empezaba a depender del alcohol. 

Desde entonces y hasta el final de su carrera, los productores cinematográficos empezaron a cerrarle las puertas. En 1960 se casaba de nuevo con Fred May y otra vez se divorciaría tan sólo dos años más tarde.



En los últimos años de su carrera aceptó un papel en la famosa serie de televisión Falcon Crest que abandonaría tras finalizar la segunda temporada. 

Lana Turner fallecía el 29 de junio de 1994 a los setenta y cuatro años de edad en su casa de California.

Enseñando a morir, Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004)

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Cuando Elisabeth Kübler-Ross visitó el campo de concentración nazi de Majdanek, la muerte había quedado grabada en las paredes de los barracones. Los niños habían representado a su manera aquel mundo mediante mariposas, un símbolo de la vida después de la muerte. Elisabeth, que siempre supo que quería ser médico, tuvo muy presente aquella imagen a lo largo de su existencia, la cual estuvo dedicada en cuerpo y alma a acompañar a las personas en los últimos momentos de vida. Elisabeth Kübler-Ross se convirtió en un referente en el mundo de la psiquiatría, en los cuidados paliativos y en conseguir una muerte digna.

Elisabeth Kübler-Ross nació el 8 de julio de 1926 en la ciudad suiza de Zúrich. Elisabeth fue la segunda de las tres niñas que nacieron aquel mismo día. Erika nació un poco antes y Eva unos minutos después. Las trillizas eran hijas de una familia acomodada de Zúrich perteneciente al círculo de protestantes de la ciudad. 

Elisabeth siempre supo que quería dedicar su vida a la medicina a lo que su padre se opuso desde el principio. Es probable que esa fuera la razón por la que con tan sólo dieciséis años se marchara de casa. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como voluntaria en distintos centros hospitalarios y ayudando a los refugiados y heridos en el conflicto.

En 1951 su sueño de convertirse en médico empezó a fraguarse en la Universidad de Zúrich donde inició sus estudios de medicina. Durante su estancia en la universidad conoció al que sería su marido, Emanuel Robert Ross. En 1957 Elisabeth se graduaba y al año siguiente se casaba con Emanuel. Después de varios abortos, la pareja tendría dos hijos, Kenneth y Barbara. 

Emanuel y Elisabeth se trasladaron a vivir a los Estados Unidos poco después de contraer matrimonio. En Nueva York, inició su residencia de psiquiatría a la vez que empezó a entrar en contacto con enfermos terminales. Pronto tomaría conciencia de la importancia de preparar a esos enfermos y a sus familiares para el doloroso trance de la muerte. Elisabeth se dio cuenta que era básico acompañarlos en el proceso, escucharlos y consolarlos en un ambiente propicio, alejado del anonimato de los hospitales donde eran poco más que un historial y un cuerpo a punto de dejar de funcionar.

En 1962 aceptó un puesto en la universidad de Colorado y tres años después en Chicago. Elisabeth daba sus clases invitando a pacientes terminales que explicaban su propia experiencia y a los que los alumnos les podían plantear cuestiones relacionadas con la muerte. Un procedimiento totalmente nuevo que no gustó a todo el mundo. 

En 1969 publicaba su famosa obra On death and dying, un libro que se convertiría en texto imprescindible para las generaciones futuras. Elisabeth definió las que ella consideraba como las cinco fases en el proceso de la muerte: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Años después, en 1977, dos años antes de que su marido le pidiera el divorcio, la pareja y sus hijos se trasladaron a California donde Elisabeth quiso crear un espacio idóneo para que sus pacientes esperaran la muerte con dignidad. En una amplia extensión en Escondido, cerca de San Diego, fundó Shanti Nilaya, algo así como el Hogar de la Paz. 

La labor de Elisabeth Kübler-Ross empezó a tornarse controvertida cuando intentó organizar un centro de enfermos terminales de SIDA en una zona de Virginia y sus habitantes se negaron en redondo por miedo a la enfermedad. También cuando empezó a acercarse a movimientos relacionados con las experiencias extracorporales después de la muerte, la comunidad científica quiso descalificar su labor.

En 1995 sufrió una serie de ataques que la dejaron parcialmente inmovilizada. Poco tiempo después, cerraba sus puertas Shanti Nilaya y esperó la muerte en Scottsdale, Arizona, donde falleció el 24 de agosto de 2004. Tres años después de su muerte era incluida en la American National Women’s Hall of Fame. Su mejor reconocimiento fue sin embargo, la utilización de sus más de veinte obras sobre la muerte por parte de los estudiantes y profesionales de la psiquiatría de todo el mundo.

La condesa liberal, Rosario de Acuña (1850-1923)

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Rosario de Acuña estaba destinada a ser una aristócrata de la España decimonónica más tradicional. Nacida en el seno de una familia de condes, militares y arzobispos, la hija única de los Acuña sorprendió a propios y extraños al convertirse en una mujer librepensadora, feminista, crítica con la iglesia y masónica. Sus escritos, alabados por la crítica y el público, fueron en ocasiones objeto de escándalo y le valieron incluso la amenaza del exilio. 

Rosario de Acuña y Villanueva nació el Madrid el 1 de noviembre de 1850 en el seno de una familia aristocrática. Rosario fue la única hija de Felipe de Acuña y Solís y su esposa Dolores Villanueva y Elices. La pequeña había nacido con una enfermedad ocular que le impedía la visión de manera intermitente. Quizás esa fuera una de las razones por las que Rosario fue educada en su propia casa de la mano de sus padres y de tutores especializados. 

Las inquietudes literarias de Rosario despertaron pronto. Desde muy jovencita empezó a escribir poemas y en 1874 aparecieron aparecieron sus primeros artículos en periódicos de la época como La Ilustración. Tenía veinticinco años cuando Rosario vio como una obra de teatro escrita de su puño y letra se representaba en el Teatro del Circo de Madrid. Rienzi el tribuno ya mostraba por dónde iban a derivar las tendencias literarias de Rosario pues el texto era un alegato en contra de los regímenes tiránicos. Rienzi el tribuno recibió el aplauso de público y crítica.

Pocos meses después de su primer éxito como escritora, Rosario se casaba con Rafael de la Iglesia y Auset, un teniente de infantería con el que tuvo una experiencia matrimonial de lo más desastrosa. Rosario no aceptó que su marido la engañara una y otra vez en sus constantes infidelidades y no dudó en abandonarlo. Algo totalmente escandaloso para una España en la que el matrimonio era un sacramento que no se podía romper legalmente.

Rosario no solamente retó a la sociedad del siglo XIX con su separación sino que continuó reivindicando la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en sus artículos. Aquellos textos revolucionarios para su tiempo fueron firmados bajo el pseudónimo de “Hipatia” desde que Rosario ingresara en una logia masónica.

En 1891, y después de haber escrito y estrenado con éxito varias obras teatrales, Rosario de Acuña decidió poner sobre las tablas su obra más controvertida. El padre Juan narraba la historia de un cura tradicional que se negaba en redondo a que una pareja de su pueblo viviera sin contraer matrimonio eclesiástico. Un argumento que derivaba en un drama familiar que escandalizó hasta tal punto a las autoridades que obligaron al teatro en el que se estrenó a no volver a representar la obra.

Tras el escándalo, Rosario, que había perdido una buena cantidad de dinero al haber producido ella misma la obra, se trasladó a vivir con su madre y su nuevo compañero, Carlos Lamo, a un pueblecito cercano a Santander para fijar definitivamente su residencia en Gijón donde mandó construir sobre un acantilado una casa que se la conocería como “La providencia”.

Rosario volvió a escandalizar a la sociedad de su tiempo cuando denunció abiertamente los insultos que las estudiantes universitarias habían recibido en Madrid. Corría el año 1911 y las mujeres aún no eran aceptadas plenamente en las universidades españolas. Tal fue el revuelo que se organizó que Rosario de Acuña se vio amenazada con su detención. Para evitar ingresar en prisión, se vio obligada a exiliarse a Portugal donde permaneció hasta 1913 cuando fue indultada.

Rosario de Acuña vivió aún diez años más comprometida con sus ideales. Librepensadora, abiertamente anticlerical y feminista, cuando falleció el 5 de mayo de 1923 en su casa de La providencia, fue enterrada en un cementerio civil como había dejado por escrito.

La esposa de Cervantes, Catalina de Salazar (1565-1626)

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En 1584 llegaba a la localidad toledana de Esquivias el gran escritor español Miguel de Cervantes. Cervantes se había trasladado a aquella bella ciudad para recuperar los poemas autógrafos de Pedro Laínez, un escritor amigo suyo que había fallecido. Fue allí donde el autor de El Quijote conocería a su esposa, Catalina de Salazar, una mujer que fue su compañera incondicional a pesar de las largas ausencias de su famoso esposo. Viuda de Cervantes, fue depositaria de sus últimas obras manuscritas.

Catalina de Salazar Palacios nació en noviembre de 1565 en Esquivias, una localidad de Toledo en el seno de una familia de hidalgos. Sus padres, Hernando de Salazar y Catalina de Palacios tuvieron otros cuatro hijos además de Catalina, la segunda de todos ellos. 

Catalina fue educada por su tío, un cura llamado Juan de Palacios quien la instruyó en el conocimiento del latín y otros saberes. En febrero de 1584 el padre de Catalina fallecía dejando a su esposa y los tres hijos que aún vivían en una situación económica precaria. Fue en aquella época cuando Cervantes arribaba a Esquivias a tratar con Juana Gaitán, viuda de su amigo el poeta Pedro Laínez, la recuperación de parte de su obra. 

Tres meses después de conocer a Catalina, Miguel se casaba con ella. Mientras ella era una muchacha de apenas diecinueve años que nunca había traspasado los límites de Esquivias y se había acercado someramente a la cultura gracias a su tío, Cervantes era un soldado de treinta y siete años que ya había luchado en Lepanto y había vivido en ciudades lejanas como Roma o Argel. 

No es de extrañar que la vida en las tranquilas tierras toledanas terminara pronto para Cervantes quien encontró constantes excusas profesionales para viajar a otros lugares más interesantes para él. Ausencias, a menudo largas, que mermaron el ánimo de Catalina quien tenía que soportar las continuas críticas de sus conciudadanos. 

Iniciado el nuevo siglo, Catalina y Miguel se instalaban en la corte en Valladolid donde compartían hogar con dos hermanas del escritor, una sobrina y una hija ilegítima de él. En 1606 la familia Cervantes se trasladaba con la corte a Madrid donde permanecerían hasta su muerte. 

El matrimonio ingresó en la orden Tercera de San Francisco donde ambos buscaron consuelo espiritual en los últimos años de su vida. 



Miguel de Cervantes fallecía en abril de 1616 sin haber publicado su última obra, Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, publicación de la que se encargó la propia Catalina. Los restos de Cervantes fueron enterrados en el Convento de las Trinitarias donde también sería enterrada Catalina de Salazar, tras su muerte el 30 de octubre de 1626.

La cupletista, Raquel Meller (1888-1962)

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Extravagante, con una belleza impactante y un carácter arrollador, Raquel Meller le dio calabazas a Chaplin y puso a sus pies a medio mundo. ¿Su secreto? La copla, un género que elevó de la simple categoría de canción provinciana y la acercó a un público entusiasmado. Con La violetera y El relicario, Raquel Meller se hizo famosa y disfrutó de una vida de lujos. La Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial cambiaron el mundo que la había admirado y adorado. A pesar de su declive, su cuerpo fue despedido por una multitud de nostálgicos de su voz, su baile y su estilo inconfundible.

Francisca Marqués López nació el 9 de marzo de 1888 en Tarazona en el humilde hogar de un herrero y una tendera de ultramarinos. Cuando era pequeña, Paca, como la conocían en su familia, fue enviada a Montpellier donde fue educada por una tía monja. Ya en el convento de su tía empezó a destacar en el coro. Con doce años regresó con sus padres quienes por aquel entonces se habían trasladado a vivir a Barcelona. Paca entró a trabajar en un taller de costura junto a otras jóvenes de su tiempo, donde pasaba el tiempo cosiendo y cantando para amenizar las largas jornadas laborales. 

Fue en aquel taller por el que iban algunas cantantes y artistas donde María Oliver se fijó en su canto y su desparpajo. En febrero de 1908 Raquel debutaba en el salón conocido como La Gran Peña con su nuevo nombre artístico, La Bella Raquel, nombre que pronto volver a cambiar, esta vez por el definitivo Raquel Meller, en recuerdo a un amante alemán, del que adoptó su apellido.


En septiembre de 1911 Raquel Meller hacía su gran debut en el Teatro Arnau de Barcelona. Había nacido una nueva estrella que convirtió la copla, un estilo de canción considerado entonces provinciano pero que ella le dio un aire profesional. Raquel Meller hizo suyas las coplas La Violetera y El Relicario, de José Padilla.

En 1917 Raquel contraía su primer matrimonio con Enrique Gómez, un diplomático y escritor del que se separó en 1922. Raquel Meller empezaba entonces una carrera que la llevaría de París al continente americano.

Cuando Raquel aterrizó en los Estados Unidos, captó la atención de Charles Chaplin quien le propuso participar en una de sus películas a lo que ella se negó. Su carrera cinematográfica se centró en películas mudas como Violetas imperiales (1923) y Carmen (1926) y posteriormente participó en filmes sonoros como Lola la de Triana.

Cuando estalló la Guerra Civil y posteriormente la Segunda Guerra Mundial, Raquel Meller marchó a Argentina donde vivió de 1937 a 1939 cuando regresó a Barcelona donde se casó con Demon Sayac, un empresario francés del que no se divorció pero terminaron viviendo separados.

Raquel Meller pasó de vivir en el lujo de sus posesiones parisinas en las que acumuló objetos de gran valor y obras de arte, a terminar olvidada por la España y la Europa de posguerra. 


A pesar de que intentó volver a cantar y recuperar su imagen de gran artista, nada fue igual. Cuando Sara Montiel interpretó La Violetera y El Relicario, interpretaciones por cierto que criticó, Raquel intentó volver al mundo del espectáculo pero su tiempo había terminado.

El 26 de julio de 1962 una embolia cerebral terminaba con su vida. Su entierro en el cementerio barcelonés de Montjuïc fue un acto multitudinario en el que nostálgicos de su talento quisieron darle su último adiós.

La maestra escultora, Sabina von Steinbach (Siglos XIII - XIV)

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En la catedral de Estrasburgo, delante de la puerta del transepto sur, frente a la estatua del maestro constructor Erwin von Steinbach, se alza la hermosa imagen de una mujer. Muchos expertos aseguran que dicha estatua representa a la hija del maestro, llamada Sabina von Steinbach, o Sabine de Pierrefonds. Sabine se habría formado como pintora y escultora en el taller de su propio padre y algunas de las estatuas de la catedral de Estrasburgo, la de Magdeburgo y Notre Dame de París se han atribuido a su arte y talento con el cincel. Muy poco se sabe de Sabine pero es un ejemplo que nos demuestra que las mujeres también formaron parte de los gremios y logias masonas que se dedicaron a la construcción de las grandes catedrales en distintos puntos de la geografía europea.

Sabine von Steinbach aparece citada por primera vez en una descripción de 1617 del escritor Schadeus. Sabine habría aprendido junto a su padre, el maestro de obras de la catedral de Estrasburgo, y su hermano, también miembro del gremio que estaba al cargo de la construcción del templo. De la catedral de Estrasburgo se le atribuyen las esculturas de Iglesia y Sinagoga, situadas en el pórtico sur y dispuestas una a cada lado de la estatua del rey Salomón.


Iglesia y Sinagoga | Catedral de Estrasburgo

Sabine von Steinbach se habría casado con Bernard de Sünder, también masón y constructor, con el que estuvo trabajando en la catedral de Magdeburgo. A la muerte de su padre, en 1318, Sabine continuó trabajando en la catedral de Estrasburgo junto a su hermano, también maestro constructor, aunque existen muchas dudas acerca del verdadero papel de la escultora dentro del gremio.

También en Estrasburgo, parece que Sabine habría dejado su firma en una estatua de San Juan Evangelista en la que se podía leer en latín: Gracias a la devoción de esta mujer valiente, Sabine, que me ha dado forma a partir de la piedra dura


Sabina von Steinbach | Moritz von Schwind (1844)

Años después se la sitúa en París, donde vivió en los poblados construidos alrededor de Notre Dame donde convivían los masones que trabajan en su construcción.

No existen prueban totalmente concluyentes de la existencia de Sabine y de su papel como maestra constructora, masona y escultora. Pero su historia bien podría haber sido cierta y simboliza a todas las mujeres que trabajaron en la construcción de las catedrales europeas en la Edad Media realizando trabajos aparentemente reservados a los hombres.

 Si quieres leer sobre ella 

Masonas, Yolanda Alba




La sufragista pacifista, Millicent Fawcett (1847-1929)

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En 1919, las mujeres mayores de treinta años pudieron votar por primera vez en el Reino Unido, un logro que, en parte fue mérito de la lucha incansable por los derechos de las mujeres que llevó a cabo Millicent Fawcett. Desde que escuchara en Londres un discurso de John Stuart Mill, político defensor de los derechos de las mujeres, Millicent dedicó toda su vida al sufragismo y al feminismo. Durante doce años presidió la National Union of Women's Suffrage Society (NUWSS), una asociación sufragista con ideas pacifistas y contrarias a los actos más radicales de otros grupos como la Women's Social and Political Union (WSPU). Casada con un político ciego y catorce años mayor que ella, con el que compartió los ideales feministas, Millicent fue una de las fundadoras del Newham College, una escuela para mujeres en Cambridge.

Millicent Garrett Fawcett nació el 11 de junio de 1847 en Aldeburgh, Suffolk. Su padre, Newson Garrett, era un próspero propietario naviero. Su madre se llamaba Louise Dunnell. Millicent tuvo cinco hermanas y cuatro hermanos. Todos ellos recibieron una buena educación en Londres mientras que en su casa se respiró siempre un ambiente de libertad de expresión donde se hablaba de ideas políticas sin restricciones. 

Su hermana Elizabeth, quien se convirtió en la primera mujer en licenciarse como médico en Inglaterra, se había trasladado a vivir a la capital a donde Millicent la visitaba a menudo. En uno de sus encuentros, en 1865, Elizabeth la llevó con ella a escuchar un discurso de John Stuart Mill. Stuart Mill era un pensador, político y economista que se preocupaba por los derechos de las mujeres. Su discurso caló hondo en el espíritu de Millicent quien al año siguiente ingresó como secretaria en la London National Society for Women's Suffrage.

En aquel tiempo, Millicent conoció a muchos miembros del parlamento, entre ellos al que se convertiría en su marido en 1867. Henry Fawcett, miembro del partido liberal y catorce años mayor, había quedado ciego en 1857 a causa de un disparo accidental. La limitación de Henry no fue obstáculo para una Millicent de veinte años que se convirtió en su compañera, su secretaria, su amanuense y sus ojos en el parlamento. Un año después de contraer matrimonio, el 4 de abril de 1868 nacería Phillippa, su única hija, quien sería una muy buena estudiante, sobre todo en matemáticas y terminaría convirtiéndose en la principal ayudante del director de educación del London County Council.

Henry Fawcett trabajó codo con codo con su esposa en la lucha por conseguir que las mujeres alcanzaran los mismos derechos educativos, sociales y políticos que los hombres. Ambos firmaron distintos artículos y libros sobre estos temas de manera conjunta, aunque Millicent también escribiría obras sobre el feminismo en solitario.

La lucha y el empeño de los Fawcett hizo que Millicent se convirtiera en uno de los miembros fundadores del Newnham College, una institución educativa para mujeres en Cambridge donde su hija estudiaría años después.

El mismo año del nacimiento de Phillippa, Millicent ingresó en el London Suffrage Committee donde, a pesar de sufrir cada vez que tenía que subir a un estrado, se convirtió en una gran oradora, abriéndose paso rápidamente en el mundo del sufragismo como una excelente líder. El 6  de noviembre de 1884 Henry Fawcett fallecía a causa de una pleuresía dejando a Millicent viuda y desolada. Tras la muerte de su marido, se volcó con más intensidad en las campañas en favor de los derechos de las mujeres. 

En 1890 fallecía Lydia Becker a quien sustituiría en la presidencia de la NUWSS. Durante su mandato, Millicent amplió las demandas sufragistas a otros aspectos como la lucha contra la esclavitud, los derechos de las mujeres trabajadoras o la mejora de la dramática situación de las mujeres y los niños en Sud África a causa de la guerra de los boers.

La sociedad sufragista que presidía Millicent Fawcett difería abiertamente de los métodos más radicales e incluso violentos de la WSPU, cuyo miembro más famoso fue sin duda Emmeline Pankhurst. Su hermana Elizabeth y su sobrina Louisa también formaron parte del grupo de Emmeline y esta última llegó incluso a ser detenida en uno de los actos reivindicativos de la WSPU.

Cuando empezó la Primera Guerra Mundial, mientras la WSPU defendió la entrada de Inglaterra en el conflicto armado y decidió suspender por un tiempo sus actividades en defensa de las mujeres para volcarse en los temas bélicos, dentro de la NUWSS se abrió una brecha entre las que seguían ideas similares a la WSPU y las que, como su presidenta, creían en una vía de diálogo y defendían las ideas pacifistas y contrarías a la guerra por lo que no iba a animar abiertamente a la llamada a las armas.

En 1919 los esfuerzos de todos los grupos sufragistas vieron sus frutos cuando las mujeres mayores de treinta años fueron autorizadas para acercarse a las urnas. Fue entonces cuando Millicent traspasó la presidencia de la NUWSS a Eleanor Rathbone y la organización se convirtió en la National Union of Societies for Equal Citizens (NUSEC) que se centró en conseguir que las mujeres mayores de veintiún años pudieran votar, la misma edad que los hombres. 

En 1924 Millicent Fawcett recibió la Cruz de la Orden del Imperio Británico y fue elevada al rango de Dama. Fallecía cuatro años después, el 5 de agosto de 1929.

La compositora romántica, Pauline Viardot-García (1821-1910)

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Pauline Vilardot-García nació y se crió rodeada de música. Con unos padres y hermanos dedicados a componer, cantar e interpretar, no es extraño que Pauline siguiera los pasos de los suyos. Y lo hizo con tal maestría que su voz llegó a hipnotizar a grandes compositores de su tiempo. A sus pies se rindieron Rossini, Chopin, Liszt. Casada con un escritor, mantuvo una extraña relación extramatrimonial con uno de aquellos hombres ilustres, Ivan Turguénev, quien dejó su amada Rusia para seguirla allá donde ella estaba. 

Michelle Ferdinande Pauline García nació en París el 18 de julio de 1821. Su padre, Manuel del Pópulo Vicente García, era tenor, compositor y maestro de canto y su madre, Joaquina Briones-Sitchez, era soprano. Sus dos hermanos también se dedicaron al mundo de la música. Su hermana María Felicia, pasó a la historia como una gran diva del bel canto bajo el nombre de María Malibrán, mientras que su hermano Manuel fue barítono y profesor como su padre. Pauline recibió como sus hermanos, formación musical de la mano de su estricto padre quien le enseñó a tocar el piano y le dio clases de canto.

Desde que empezó a adentrarse en el mundo de la música, Pauline sintió una especial debilidad por el piano, cuya técnica aprendió de la mano de grandes figuras como Franz Liszt y Hector Berlioz. Pero a la muerte de su padre, cuando tenía once años, su madre tomó las riendas de su incipiente carrera musical y la obligó a dejar su tan amado instrumento y centrarse en perfeccionar el canto. Aunque no pudo dedicarse profesionalmente, Pauline continuaría tocando el piano en privado toda su vida.

En 1837, con tan sólo dieciséis años, Pauline García hizo su debut como cantante en Bruselas. Dos años después Londres se rendía a sus pies gracias a su representación de Desdémona, en la ópera de Rossini Otello.

En 1840 Pauline se casaba con Louise Viardot, un escritor, hispanista y director del Teatro Italien veintidós años mayor que ella. A pesar de la gran diferencia de edad, Louise amó y respetó siempre a su esposa a la que ayudó en su carrera musical y aceptó incluso a pesar de sus infidelidades. La pareja llegaría a tener cuatro hijos, los cuales también se dedicaron también a la música. 

Pauline Viardot-García se convirtió en poco tiempo en una admirada cantante de ópera que inspiró a compositores como Berlioz, Chopin o Saint-Saëns. Ella misma compuso también algunas piezas, pero nunca tuvo la intención de exponerlas al público más allá de los alumnos que tendría en la última etapa de su carrera.

En uno de sus muchos viajes por Europa, Pauline llegó a San Petersburgo, donde permanecería tres años cantando en la Ópera de dicha ciudad rusa. Fue allí donde conoció al escritor Ivan Turguénev quien quedó prendado para siempre de su belleza y su personalidad hasta tal punto que no dudó en dejar San Petersburgo cuando ella también volvió a Francia.

En la casa de campo que los Viardot tenían en Courtavenel, Pauline recibía a grandes nombres de la música, las letras y las artes como Rossini, George Sand o Delacroix. Entre ellos siempre estaba Turguénev con quien parece ser que mantuvo un romance durante años con el silencioso beneplácito de Louise Viardot.

En 1863 Pauline Viardot-García se retiró de los escenarios y se dedicó durante años a enseñar en el Conservatorio de París y a presidir un salón de música situado en el Boulevard Saint-Germain.

1883 fue un año triste para Pauline. En poco tiempo perdió a su marido y a su amado Ivan. Desde entonces y hasta su muerte Pauline vivió volcada en su faceta de profesora y en seguir las carreras musicales de sus propios hijos. 

El 18 de mayo de 1910, fallecía en su hogar de París a los ochenta y ocho años de edad. 


La trovadora política, Gormonda de Montpellier (S. XIII)

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Los trovadores y el amor cortés conforman una imagen de la Edad Media que ha llegado hasta nuestros días. Pero existieron también mujeres que cantaron al amor en el Mediodía Francés, en Occitania, en lo siglos XII y XIII. Pero los trovadores no hablaban solamente de amor, también lo hacían de otros temas. Y si es difícil encontrar un amplio elenco de mujeres trovadoras cantando al amor, mucho más complicado es encontrar damas que escribieran sobre otras cuestiones. Por esta razón, Gormonda de Montpellier es un ejemplo excepcional de lo que podríamos llamar "trovadora política" en la Edad Media.

De Gormonda de Montpellier no se sabe nada de su vida. Algunos estudiosos la sitúan en la orden de las dominicas y, por los temas de los que hablan, en las primeras décadas del siglo XIII. Gormonda de Montpellier ha pasado a la historia por haber escrito el primer manifiesto político conocido escrito por una mujer. Su texto, Greu m'es a durar, es un sirventés, un tipo de composición poética que utilizaban los trovadores con una estructura parecida a las canciones amorosas pero que hablaban de temas distintos al amor cortés. En las veintitrés estancias, las estrofas del sirventés, Gormonda va rebatiendo todas las afirmaciones de otro sirventés escrito por Guillems Figueira, un trovador tolosano que criticó abiertamente al papado por su actuación en la Quinta cruzada. 

Gormonda fue muy probablemente una ferviente católica defensora de la iglesia más ortodoxa que por aquellos años había iniciado también su cruzada contra los cátaros. En su sirventés, Gormonda ensalzó las decisiones de Roma en favor de la fe verdadera y aplaudió sus acciones en contra de la herejía.

Greu m'es a durar, quar aug tal descrezensa

Greu m’es a durar, quar aug tal dezcrezensa 
Dir ni semenar, e nom platz ni m’agensa, 
Qu’om non deu amar qui fai desmantenensa 
A so don totz bes
Ven e nais et es, 
Salvamens e fes. Per qu’ieu farai parvensa
E semblan quem pes.

Nous meravilhes negus si eu muou guerra
Ab fals mal apres qu’a son poder soterra
Totz bos faitz cortes els encauss’ els enserra;
Trop se fenh arditz,
Quar de Roma ditz
Mal, qu’es caps e guitz de totz selhs que en terra
An bos esperitz.

En Roma es complitz totz bes, e quils li pana,
Sos sens l’es falhitz, quar si meteis enguana,
Qu’elh n’er sebelitz, don perdra sa ufana.
Dieus auja mos precx,
Que selhs qu’an mals becx,
Joves e senecx, contra la lei romana,
Cajon dels bavecx.
  
Roma, selhs per pecx tenc totz e per gent grossa,
Per orbs e per secx que lur carn e lur ossa
Carguon d’avols decx, don cazon en la fossa,
On lur’es sermatz
Pudens focx malvatz;
Don mais desliatz no seran de la trossa,
Qu’an de lurs peccatz.
  
Roma, ges nom platz qu’avols hom vos combata,
Dels bos avetz patz, qu’usquecx ab vos s’aflata.
Dels fols lurs foldatz fes perdre Damiata, 
Mas li vostre sen 
Fan sel ses conten 
Caitiu e dolen que contra vos deslata
Ni renha greumen.
 
Roma, veramen sai e cre ses duptansa 
Qu’a ver salvamen aduretz tota Fransa, 
Oc, e l’autra gen queus vol far ajudansa.
Mas so que Merlis
Prophetizan dis
Del bon rei Lois, que morira en pansa,
Aras s’esclarzis.
  
Piegz de Sarrazis e de pus fals coratge 
Heretjes mesquis son. Qui vol lur estatge:
Ins el foc d’abis van s’en en loc salvatge
En dampnatio. 
A selhs d’Avinho
Baisses, don m’es bo, Roma, lo mal pezatge,
Don grans merces fo.
  
Roma, per razo avetz manta destorta 
Dressad’a bando et oberta la porta
De salvatio, don era la claus torta,
Que ab bon govern
Baissatz folh esquern.
Qui sec vostr’ estern, l’angel Michel lo’n porta
El garda d’ifern.
  
L’estiu e l’yvern deu hom ses contradire 
Roma, lo cazern legir, si que nos vire,
E quan ve l’esquern, cum Jhesus pres martire,
Albir se lo cas 
Si’s bos crestias,
. . . . . . . . . . s’adoncx non a cossire,
Totz es fols e vas.
  
Roma, lo trefas e sa leis sospechoza
Als fols digz vilas par que fos de Toloza,
On d’enjans certas non es doncx vergonhoza.
Ni ans de dos ans 
Mas sil coms prezans 
Cove quels engans lais e la fe duptoza
E restaurels dans.
  
Roma, lo reis grans qu’es senhers de dreitura
Als falses Tolzans don gran malaventura,
Quar contra sos mans fan tan gran desmezura,
Qu’usquecx lo rescon,
E torbon est mon;
El comte Raimon, s’ab elhs plus s’asegura,
Nol tenrai per bon.
  
Roma, bes cofon e val li pauc sa forsa,
Qui contra vos gron ni bast castelh ni forsa,
Quar en tan aut mon nos met ni no s’amorsa
Que dieus non recort
Son erguelh el tort
. . . . . . . . don pert tota s’escorsa
E pren dobla mort.
  
Roma, bem conort quel coms ni l’emperaire,
Pueis que son destort de vos, non valon gaire,
Quar lur folh deport e lur malvat vejaire
Los fa totz cazer
A vostre plazer,
Qu’us nos pot tener, sitot s’es guerrejaire,
Non li val poder.

Roma, ieu esper que vostra senhoria
E Fransa per ver, cui non platz mala via,
Fassa dechazer l’erguelh e l’eretgia.
Fals heretges quetz,
Que non temon vetz
Ni crezols secretz, tan son ple de feunia
E de mals pessetz.
  
Roma, be sabetz que fort greu lor escapa,
Qui au lor decretz, aissi tendon lur trapa
Ab falses trudetz, ab que quascus s’arrapa.
Totz son sortz e mutz,
Qu’el lur tolh salutz,
Don quecx es perdutz, qu’ilh n’an capelh o capa,
E remanon nutz. 
  
Clauzis e sauputz naisson senes falhida
Crematz e perdutz que lur malvada vida
Ans negon vertutz, car fe noi es auzida
Non avem sivals.
E si fos lejals
Lor vida mortals, dieus crei l’agra eissauzida,
Mas non es cabals.
  
Qui vol esser sals, ades deu la crotz penre
Per heretjes fals dechazer e mespenre,
Quel celestials hi venc sos bras estendre
Tot per sos amicx;
E pus tals destricx
Pres, ben es enicx selh que nol vol entendre
Ni creirels chasticx.
  
Roma, si pus gicx renhar selhs queus fan onta
Al sant esperitz, (quant hom lor o aconta,
Tan son fol mendicx qu’us ab ver no s’afronta)
Noi auras honor.
Roma, li trachor
Son tan ples d’error qu’on plus pot, quascus monta
Quec jorn sa folor.
  
Roma, fol labor fa [qui ab] vos tensona,
De l’empe[rador dic, s’]ab vos no s’adona,
Q[u’en gran] deshonor ne venra s[a corona
E] sera razos;
Mas per[o ab vos
Leu] troba perdos qui g[en sos tor]tz razona
Ni n’es an[goissos.]
  
Romal glorios que a la Magdalena
Perdonet, don nos esperam bona estrena,
Lo folh rabios que tans ditz fals semena,
Fassa d’aital for
Elh e son thezor
E son malvat cor morir e d’aital pena,

Cum heretjes mor.

Fuente: http://trobadors.iec.cat/veure_d.asp?id_obra=415
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