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La princesa breve, María Manuela de Portugal (1527-1545)

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María Manuela de Portugal escribió una página muy corta de la historia de España. Primera esposa del entonces príncipe Felipe de Habsburgo, quien pocos años después de su muerte se convertiría en Felipe II, su matrimonio duró tan sólo dos años. Con dieciocho años, María Manuela fallecería tras dar a luz al problemático príncipe Don Carlos. Había cumplido con el deber para el que estaba llamada a casarse con un heredero tan poderoso como el de la casa de Austria. Pero pagó un alto precio y el hijo que dejó a Felipe no llegó a reinar teniendo una turbulenta existencia que puso en jaque en más de una ocasión a su padre. 

María Manuela de Portugal nació en Coimbra el 15 de octubre de 1527. La princesa de la casa de Avis era hija del rey portugués Juan III y su esposa, Catalina de Austria. Juan era hijo de Manuel I, llamado El Afortunado, y María, hija de los Reyes Católicos y, por tanto, hermana de la emperatriz Isabel, madre de Felipe. Catalina por su parte, era la hija póstuma de Juana la Loca y Felipe el Hermoso y la hermana más pequeña del emperador Carlos V. Así, la que se convertiría en la primera esposa del futuro Felipe II, era su prima con un parentesco muy estrecho por varias ramas familiares. 

María Manuela tuvo una infancia tranquila en la corte de los Avis donde recibió una buena educación digna de una princesa supervisada siempre por su madre. Catalina quería preparar a su hija para convertirse en una buena candidata para un buen matrimonio, algo que conseguiría gracias a la destacada influencia que ejerció sobre su esposo.

La princesa portuguesa tenía apenas quince años cuando se empezó a pensar en un buen casamiento. El entonces príncipe Felipe, quien tenía la misma edad que María Manuela, estaba siendo instruido por su padre, Carlos V para ejercer su regencia en los territorios españoles debido a sus constantes ausencias. El emperador también aconsejó entonces a su hijo que era importante empezar a pensar en un matrimonio que afianzara la dinastía de los Austria a la vez que supusiera una alianza beneficiosa para el imperio.

Tras descartar varias opciones llegadas de Inglaterra y Francia, Felipe pidió a su padre poder casarse con su prima María Manuela. En Portugal existían razones en contra, como la profunda crisis económica por la que pasaba que limitaría la dote de la princesa o la estrecha consanguinidad de los futuros esposos. 

Después de distintas negociaciones y con la influencia destacada de la reina Catalina y la emperatriz Isabel, el 1 de diciembre de 1542 Portugal establecía las capitulaciones matrimoniales entre las que se incluía un segundo casamiento, el de la infanta Juana, hermana de Felipe y el príncipe Juan, heredero de la corona portuguesa. 

Tras solventar el último escollo, conseguir la dispensa papal por parentesco, la boda se celebró el 13 de noviembre de 1543 en Salamanca. 

La pareja, que congenió desde el primer momento, se instaló en la casa natal de Felipe en Valladolid. Dos años después, María Manuela descubría feliz que se encontraba embarazada de su primer hijo. Pero la felicidad terminó cuatro días después de dar a luz al príncipe heredero, don Carlos. El 12 de julio de 1545 la primera esposa de Felipe II fallecía sin haber llegado a ser reina. Su hijo tampoco sería rey, pues fallecería en extrañas circunstancias a los veintitrés años tras una vida tortuosa. El príncipe Felipe quedaba desolado pero debería reponerse para volver a buscar esposa. 

María Manuela de Portugal fue enterrada en el Real Monasterio de El Escorial, en el Panteón de Infantes.

El ratón blanco, Nancy Wake (1912-2011)

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En la Segunda Guerra Mundial, la resistencia jugó un papel muy importante en la Francia ocupada. Entre sus miles de miembros, conocidos como maquis, una mujer se convirtió en una auténtica pesadilla para la Gestapo, quien puso un altísimo precio a su cabeza y torturó hasta la muerte a su marido para intentar, sin éxito, descubrir su paradero. Nancy Wake era tan escurridiza, que los nazis la apodaron “el ratón blanco”.

Nancy Grace Augusta Wake nació el 30 de agosto de 1912 en la ciudad neozelandesa de Roseneath, donde tan sólo vivió dos años. En 1914, sus padres y sus cinco hermanos mayores, se mudaron a vivir a Sidney donde tiempo después, su padre abandonaría a su esposa. Ella Wake, la madre de Nancy, tuvo entonces que hacerse cargo sola de sus seis hijos.

Después de recibir sus estudios básicos en la North Sidney Girls School, Nancy inició un largo periplo tras huir de su casa con tan sólo dieciséis años. Primero trabajó como enfermera y poco después, tras recibir una herencia de doscientas libras de su tía, se fue a vivir a Nueva York y Londres. Nancy estudió periodismo y empezó a trabajar como corresponsal de varios rotativos. Corrían los años treinta y Nancy, como periodista, fue testigo de primera mano del ascenso del nazismo. 

Nancy fijaría su residencia en Marsella al contraer matrimonio con Henri Edmond Fiocca, un rico industrial francés. Nancy y Henri, que se casaron en 1939, disfrutaron de un corto periodo de paz pues pronto el segundo gran conflicto bélico del siglo XX empezaba a extender sus sombras por Europa. 



Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial empezó la valiente tarea de Nancy dentro de la resistencia en Francia. Tal fue su efectividad junto a los maquis que la Gestapo, quien la apodó “El ratón blanco”, la colocó entre las personas más buscadas y llegó a ofrecer cinco millones de francos por ella. Pero, a pesar de que la espía no cayó nunca en las redes nazis, pagaría un alto precio por su lucha en la sombra contra Alemania. En octubre de 1943, su marido fue detenido por la Gestapo. Después de torturarlo con el fin de sonsacarle el paradero de su mujer, sin ningún éxito, fue ejecutado. Nancy no supo de la muerte de Henri, quien fue fiel a su esposa hasta el final, hasta que la guerra no hubo terminado.

En aquel año, el grupo de Nancy había sido traicionado y ella había conseguido huir a través de los Pirineos y viajar hasta Inglaterra, donde no se rindió y continuó luchando. Unida a la Dirección de Operaciones Especiales, Nancy volvía a Francia saltando en paracaídas donde, en los últimos meses de la guerra, antes del desembarco de Normandía, realizó tareas de sabotaje de las comunicaciones alemanas y sirvió de enlace entre Londres y la resistencia francesa. 

Finalizada la guerra, Nancy Wake recibió todo tipo de condecoraciones, entre ellas la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos, la Medalla de la Resistencia y la Cruz de Guerra.

Después de pasar unos años en Sidney, donde intentó sin éxito dedicarse a la política, y tras casarse de nuevo, esta vez con el expiloto australiano John Melvin Forward, se retiró a vivir a Port Macquaire donde estuvo hasta la muerte de su segundo marido en 1997.

En los últimos años de su vida siguió recibiendo reconocimientos, como el título de Caballero de la Legión de Honor, en 1970, o Compañero de la Orden de Australia, en 2004.
En 1985, Nancy Wake plasmó su trepidante existencia en su propia autobiografía que tituló El ratón blanco, un libro que tuvo mucho éxitos de ventas.

El 7 de agosto de 2011, el cuerpo de esta mujer valiente, que luchó por la libertad, se apagaba en el Hospital Kingston de Londres. Sus restos mortales incinerados, según su propio deseo, fueron esparcidos en Montluçon, una de las zonas francesas en las que Nancy había actuado como una de las espías más competente de la Segunda Guerra Mundial.

 Si quieres leer sobre ella 

The white mouse, autobiografía de Nancy Wake







Nancy Wake, Peter FitzSimons

La Tintoretta, Marietta Robusti (1560?-1590)

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La historia de la pintora Marietta Robusti es la misma que la de muchas otras mujeres artistas que, en su tiempo, tuvieron muchas dificultades para demostrar su talento y conseguir vivir de su arte. Hijas, hermanas o familiares de artistas, esas pintoras tenaces sólo pudieron pintar a la sombra de sus protectores. Con el tiempo se ha descubierto que obras atribuidas a pintores de renombre fueron realizadas por estas mujeres. La Tintoretta es uno de los casos menos conocidos porque aún a día de hoy hay muy pocas obras atribuidas a ella. Protegida por su padre, Marietta vivió muy ligada al gran Tintoretto, del que aprendió e incluso llegó a alcanzar en talento, según algunos expertos.

La biografía de Marietta Robusti es difusa incluso en lo concerniente al año de su nacimiento. Escasas son las fuentes que la citan y ninguna coincide en el año exacto, que rondaría entre 1555 y 1560. Lo que sí está claro es que nació, vivió y murió en Venecia y fue la hija predilecta de la amplia prole de ocho hijos que tuvo el pintor Jacopo Robusti, conocido como Il Tintoretto.

Jacopo encontró en su hija preferida a una alumna aplicada. Vestida de chico para poder moverse con más libertad en los círculos artísticos, Marietta aprendió de su padre las técnicas pictóricas y pronto se convirtió en una artista conocida entre la aristocracia veneciana a la que deleitaba con hermosos retratos y la apodó con el nombre de La Tintoretta.

Su humilde fama llegó a traspasar las fronteras de su pequeño universo veneciano en el que su padre la protegía con gran celo. El emperador Maximiliano o el rey español Felipe II alabaron su obra y requirieron sus servicios como pintora de cámara. Pero su padre no consintió nunca que su hija se alejara de su lado. Incluso a la hora de casarse, Jacopo solamente aceptó a un joyero veneciano llamado Mario Augusti, pues fue el único que consintió en vivir en la casa familiar de los Robusti.

Marietta se habría casado alrededor de 1586. Cuatro años después, fallecía de parto dejando a su padre desconsolado. Sus restos fueron enterrados en la capilla familiar de Santa Maria dell’Orto. Su legado artístico también sería enterrado en el olvido de la historia hasta que a principios del siglo XX, una M descubierta en un cuadro atribuido a Tintoretto despertó las sospechas. Por ahora, escasas obras de La Tintoretta están verificadas como tales. 

La esposa del compositor, Anna Magdalena Bach (1701-1760)

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En su partida de defunción se la describió como “mujer pobre”. Anna Magdalena, segunda esposa del compositor Johann Sebastian Bach, murió rodeada de dificultades económicas que no quiso solventar malvendiendo los manuscritos de la obra de su marido. Cosa que sí que harían sus hijos. Tal era el amor que sentía Anna Magdalena hacía su pareja y el talento que lo consagró como uno de los compositores más famosos de la historia de la música. Es más que probable que esta soprano se casara por amor con el que entonces era un viudo con tres hijos muchos años mayor que él. Anna Magdalena no sólo fue una buena esposa y madre, sino que compartió con Bach su pasión por la música colaborando en la transcripción de sus partituras o incluso componiendo, como aseguran algunos expertos.

Anna Magdalena Wilcken nació el 22 de diciembre de 1701 en Zeitz, Alemania en el seno de una familia de tradición musical. su padre, Johann Caspar Wilcken, era trompetista en la corte de Zeitz mientras que su madre, Margaretha Elisabeth Liebe, era hija de un organista. De su infancia no se conoce casi nada, aunque su vida posterior como soprano, nos hace pensar que Anna vivió siempre rodeada de música y que aprendería de su propio padre. Junto a Johann Caspar trabajó junto a su padre en distintas iglesias de la zona sajona.

Cercana a los círculos musicales, Anna Magdalena conoció pronto a Johann Sebastian Bach. Viudo de su primera mujer, María Bárbara Bach, el compositor se fijó en la joven soprano, dieciséis años más joven que él. Cuando el 3 de diciembre de 1721 Bach se casaba con Anna Magdalena es más que probable que lo hiciera por amor. De manera excepcional, Anna Magdalena era una mujer independiente económicamente hablando, que se ganaba su propio sustento cantando. Que se casara con un hombre viudo, mucho mayor que ella y con varios hijos a su cargo, sólo podía ser por amor o admiración hacia el compositor. 

Lo cierto es que la nueva señora Bach le dio trece hijos, de los que sólo sobrevivieron seis. Además de dedicarse a sus hijos y a su propia carrera como soprano, Anna Magdalena se volcó en la obra de su marido, ayudándole a transcribir algunas de sus composiciones. Tanto se parecía su caligrafía que en algún momento se llegaron a confundir las plumas. Por su parte, Johann Sebastian amaba tanto a su mujer que le dedicó dos de sus famosos Cuadernos de música.



Su hogar en Leipzig se convirtió en un importante punto de encuentro para los amantes de la música que disfrutaban de las veladas organizadas por los Bach. Anna estaba tan entusiasmada con la obra de su marido, que aprendió mucho de él e incluso parece ser que ella misma probó a componer. Piezas musicales que hoy día son objeto de estudio pues hay especialistas que aseguran que algunas de las obras firmadas por Johann Sebastian Bach fueron realmente compuestas por su mujer.

Sea como fuere, cuando el 28 de julio de 1750 fallecía el gran compositor, Anna Magdalena Bach quedaría en una complicada situación económica. Con cinco hijos aún bajo su techo, uno de ellos con problemas mentales, y una herencia a repartir entre ella y los descendientes de su anterior matrimonio, la viuda de Bach se topó además con la indiferencia de estos, quienes siempre demostraron su hostilidad hacia la segunda esposa de su padre. 



Anna Magdalena Bach terminó sus días viviendo de la solidaridad de sus vecinos. A pesar de tener bajo su custodia muchas obras de Bach que, de haberlas vendido, le habrían supuesto un importante alivio económico, nunca quiso desprenderse de las composiciones de su marido. Tal fue su amor a Bach y a su música. 

Anna Magdalena Bach falleció el Leipzig el 22 de febrero de 1760.

La madre del feminismo español, Concepción Arenal (1820-1893)

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Concepción Arenal es uno de los nombres propios del feminismo en nuestro país, de hecho está considerada como una de las primeras mujeres españolas en enfrentarse al orden establecido y defender los derechos de su género. Lo hizo ayudando a los demás y escribiendo textos cercanos que se convirtieron en lectura indispensable para aquellas que siguieron sus pasos en años posteriores. Se vistió de hombre para poder estudiar en la universidad, se casó en dos ocasiones y luchó en favor de los más desfavorecidos. Entre ellos, las mujeres, a las que por primera vez considera como uno más de los grupos sociales marginados. La educación y el respeto hacia ellas como seres humanos y no como flores débiles a las que hay que tratar como si fueran objetos fueron unas de sus principales ideas que defendió a lo largo de su vida.

Concepción Arenal Ponte nacía el 31 de enero de 1820 en El Ferrol, en el seno de una familia acomodada con ideales liberales. La prematura muerte de su padre cuando contaba con nueve años de edad marcaría a Concepción para siempre. Ángel Arenal Cuesta, un sargento del ejército, ingresó varias veces en prisión por posicionarse en contra del absolutismo monárquico de Fernando VII y fue en una de esas ocasiones en las que cayó enfermo y falleció. 

Su viuda, María Concepción Ponte marcharía a vivir con sus tres hijas a Armaño, en el valle del Liébana donde vivía su suegra. En aquel período de su vida, Concepción perdería a otro miembro de su familia, a su hermana pequeña Luisa. En 1835 su nuevo destino sería Madrid, donde su madre decidió formar a Concepción y su hermana Antonia en los entresijos de la buena educación de las señoritas. Una educación que fue más que insuficiente para las aspiraciones intelectuales de Concepción quien estudió por su cuenta todo lo que pudo mientras empezaba a enfrentarse con una madre anclada en las costumbres que no veía en absoluto con buenos ojos que su hija quisiera formarse como si de un hombre se tratase.

Cuando en 1841, tras el fallecimiento de su abuela paterna y de su propia madre, Concepción se hizo con la herencia de la familia, estuvo en disposición, al menos económica, de realizar su sueño. Así, vestida como un hombre, se coló en las aulas de derecho de la universidad. Y, a pesar de que no pudo conseguir ningún título, algo totalmente inaceptable en aquellos tiempos, si que pudo aprovechar al máximo su presencia en la universidad. Aquellos años fueron también beneficiosos para su vida sentimental. Fernando García Carrasco, al que conoció en las clases de derecho, no sólo se convirtió en su marido en 1848 sino que fue un fiel compañero que apoyó sus ideas progresistas y sus anhelos de romper más de una barrera social. 

Sus años de matrimonio, además de darle tres hijos, uno de los cuales fallecería a muy temprana edad, fueron días de enriquecimiento intelectual mutuo. Concepción asistía vestida como un hombre a las tertulias en las que participaba su esposo con el que, además, colaboró en el periódico liberal La Iberia

En 1857 Concepción Arenal sufrió el duro golpe de perder a su marido y fiel compañero. Viuda y con dos hijos, marchó a vivir a Potes donde conocería a un músico y compositor llamado Jesús Monasterio quien con el tiempo se convertiría en su nuevo compañero.

Fue Jesús quien despertó en Concepción su interés por la ayuda activa a los demás. El violinista había fundado en Potes las Conferencias de San Vicente de Paúl y animó a Concepción a organizar su rama femenina. La Beneficiencia, la Filantropía y la Caridad, escrita en 1860 será su fruto teórico que recibirá el premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas quien en un primer momento creyó haber dado el galardon a un hombre, pues Concepción había firmado con el nombre de su hijo de diez años. Descubierta la mentira, la academia tuvo que rendirse a la evidencia de la calidad del texto de Concepción. Aunque fuera una mujer quien lo hubiera escrito.

A partir de entonces, Concepción Arenal siguió escribiendo textos relacionados con la necesaria ayuda a los más desvalidos y trabajando en mejorar su situación. El 4 de abril de 1864 y a instancias de la propia reina Isabel II, Concepción fue nombrada Visitadora de Prisiones de Mujeres y más adelante, en el 68 Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres. Además de escribir ensayos explicando las terribles situaciones de estas mujeres, en 1870 creó La Voz de la Caridad, un periódico que se publicó durante más de una década y que se convirtió en el testimonio de aquellas realidades. También en la recién creada Cruz Roja en España tuvo Concepción un papel destacado ayudando en los hospitales de campaña organizados durante las guerras carlistas.



Durante la la monarquía de Saboya, que reinó en España los escasos tres años comprendidos entre 1870 y 1873, Concepción se convirtió en amiga y colaboradora de la entonces reina María Victoria dal Pozzo, cuya breve presencia en Madrid fue recordada sobre todo por aquellos desfavorecidos a los que ayudó y continuó ayudando ya destituida de su real cargo con la ayuda de Concepción.

Concepción Arenal dedicó su vida a reivindicar los derechos de los más desfavorecidos y a intentar rebatir las teorías científicas que hacían de la mujer un ser físicamente inferior. Desde su primera obra feminista, La mujer del porvenir, escrita en 1861, Concepción defendió siempre el derecho de la mujer a la educación como principal escollo para superar las diferencias marcadas en la sociedad entre el hombre, superior siempre, a la mujer. 

Una cansada Concepción Arenal de más de setenta años, fallecía el 4 de febrero de 1893 en Vigo, donde su cuerpo descansa. Concepción terminaba su vida pero dejaba sentadas las bases de lo que sería el posterior feminismo en una España que aún debería recorrer un largo y tortuoso camino antes de conseguir la igualdad entre sexos.

La mujer soldado, Flora Sandes (1876-1956)

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El papel que jugaron las mujeres durante la Primera Guerra Mundial se circunscribió básicamente a la sustitución de los trabajadores en las fábricas y a ejercer de enfermeras en los hospitales de campaña. Pero que una mujer estuviera en la primera fila del campo de batalla y fuera reconocida con destacadas condecoraciones no era en absoluto normal. De hecho, a excepción de las mujeres serbias que sí podían ingresar en el ejército, solamente una inglesa, con espíritu aventurero, sorprendió al mundo al convertirse en la primera mujer soldado de la Gran Guerra. Fue precisamente en aquel frente serbio en el que Flora Sandes pudo cumplir su sueño de luchar en el campo de batalla. Lejos estaban las aspiraciones familiares y sociales de convertir a esta hija de un párroco inglés en una dama dedicada a bordar y cuidar de su familia.

Flora Sandes nació el 22 de enero de 1876 en Nether Poppleton, Yorkshire, en Inglaterra en el seno de una amplia familia de clase media de origen irlandés. Flora era la pequeña de los ocho hijos del reverendo Samuel Dickson Sandes y su esposa Sophia Julia. Instalados de manera definitiva en Suffolk cuando Flora tenía nueve años, ella y sus hermanas recibieron la típica educación destinada a las niñas. Con una gobernanta dirigiendo su formación, Flora no se veía en el papel que la sociedad le tenía preparado de ser una dama elegante, apocada, dedicada a las labores del hogar. En sus ratos de estudio, la pequeña soñaba con montar a caballo, vivir aventuras y participar en batallas como un aguerrido soldado más.


Flora empezó a ver cumplidos sus sueños cuando heredó una importante suma de dinero de un tío rico y decidió invertirlo en viajar por el mundo. El Cairo, Canadá o el continente americano fueron algunos de los destinos de la joven aventurera.

De vuelta a Inglaterra, Flora empezó a dedicar su tiempo libre a colaborar con el cuerpo de primeros auxilios conocido como FANY fundado en 1907. Con tintes de organización paramilitar, allí aprendió algunos rudimentos de enfermería, a montar a caballo y algunas tareas pensadas solamente para los hombres.

En 1910 se unió al Women’s Sick & Wounded Convoy, otra organización de ayuda en el frente que dos años después tendría un importante papel en la primera guerra de los Balcanes.

Cuando la Primera Guerra Mundial estalló, Flora era una mujer de treinta y ocho años que vivía con un sobrino adolescente y con su anciano padre en Londres. Sin pensárselo dos veces se enroló como voluntaria en el servicio de ambulancias Saint John y ocho días después, el 12 de agosto de 1914, marchaba con el primer convoy británico de ayuda al frente serbio junto a una treintena de mujeres. 

En la ciudad en la que se instalaron, Kragujevac, Flora empezó a colaborar con la Cruz Roja serbia. Su periplo con las ambulancias siguiendo el frente de guerra la llevó hasta Albania donde aprovechó una ocasión en la que fue separada de su grupo para enrolarse como soldado en el ejército serbio. Flora no tuvo ningún problema pues este era el único que aceptaba mujeres soldado en sus filas.

Su carrera militar fue entonces imparable. Pero en una batalla, una granada la hirió gravemente y salvó su vida gracias a un soldado lituano que la rescató del frente. Su heroicidad fue premiada con una medalla de honor serbia y con el rango de sargento mayor y de oficial pero el precio fue muy elevado, pues el lado derecho de su cuerpo quedó malherido para siempre. Incapacitada para volver al frente, Flora no volvió a casa, sino que permaneció en Serbia organizando un hospital de campaña. 

Cuando a finales de 1922 Flora Sandes fue desmovilizada se encontró perdida sin saber muy bien cómo reconducir su vida. Fue gracias a un joven soldado ruso doce años más joven que ella y que en la guerra estuvo a sus órdenes, quien le dio un nuevo sentido a su vida. En 1927 Flora y Yuri Yudenitch se casaron y marcharon a vivir a la recién formada Yugoslavia.

La pareja vivió tranquila hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial cuando Flora, ante la invasión Alemana, volvió a enfundarse sus botas y su traje de militar para volver a filas. El control de Yugoslavia por parte de los nazis no tardó en producirse. Flora, que entonces tenía sesenta y cinco años fue detenida por la Gestapo y liberada pocos días después. En aquel tiempo sufrió también la tristeza de perder a su amado Yuri.

Para ahuyentar la soledad, Flora, a pesar de su edad y de las secuelas dejadas por la guerra, marchó con su sobrino a viajar por el mundo como ya hiciera años atrás. De vuelta a Suffolk y postrada en una silla de ruedas, la nostalgia de los tiempos como soldado la hizo estar vinculada hasta el fin de sus días a la Asociación de Salonika, en la que siempre fue tratada como una auténtica heroína. 

El 24 de noviembre de 1956 fallecía en el hospital de East Suffolk a la edad de ochenta años. Pocos días antes, había renovado su pasaporte. Dos textos autobiográficos escritos en distintos momentos de su apasionante existencia permanecen como testimonio de una vida excepcional.

La escultora maldita, Camille Claudel (1864-1943)

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La belleza y el talento de la obra artística de Camille Claudel se vio siempre ensombrecida por la tormentosa relación que mantuvo con su mentor y amante Auguste Rodin. Un amor enfermizo en el que el gran escultor no supo entender nunca los profundos sentimientos de una mujer que habría dado su existencia por él. Con promesas incumplidas de amor eterno, Rodin mantuvo a su joven alumna a su lado a pesar de no querer nunca abandonar a su verdadera pareja, Rose Beuret. En el plano artístico, a pesar de que Camille se situó a la altura del maestro y creó esculturas de alto valor, siempre se le supuso menos capacidad que a Rodin, quien muchos creyeron autor verdadero de su obra. Como en muchos otros casos, es más que probable que si Camille Claudel hubiera nacido hombre, otro hubiera sido su reconocimiento.

Camille Claudel nació el 8 de diciembre de 1864 en Fère-en-Tardenois, Aisne. Desde bien pequeña disfrutaba moldeando el barro como si fuera un juego. Pero ya entonces empezó a mostrar su gran capacidad para reflejar en aquel material inerte los rostros de sus seres queridos. Lo que empezó como una mera distracción, se convirtió en una pasión que no gustó en absoluto a su familia, quienes esperaban de ella que siguiera el camino de las chicas de su tiempo, el que las dirigía exclusivamente al interior del hogar.

La joven aspirante a escultora encontró su oportunidad cuando la familia Claudel se trasladó a vivir a París. Corría el año 1881 y Camille tenía diecisiete años. Con la ayuda de su hermano, quien fue siempre su principal apoyo, el que se convertiría en el famoso escritor Paul Claudel, fue admitida en la Academia de Arte dirigida por Alferd Boucher donde un reputado escultor ejercía de maestro. Era Auguste Rodin y pronto se percató del talento artístico de la joven Camille a la que incorporó sin dudarlo a su equipo de trabajo.

De alumna pasaría pronto a convertirse en musa, para escándalo de su madre tradicionalista, pues el rostro de Camille empezó a aparecer de manera constante en la obra de Rodin. Y de musa, a amante, viviendo un tiempo dorado y soñado por aquella niña que jugaba a ser escultora. Camille Claudel se convirtió en compañera del gran escultor al que acompañaba a las reuniones artísticas de la capital y del que aprendió el arte de esculpir llegando a alcanzar, sino superar, el talento de Rodin. 

Sakountala
Fueron años de amplia creación artística por parte de la ya escultora Camille quien, sin embargo, era objeto de comentarios desafortunados que ponían en duda su capacidad artística. La sombra del maestro era demasiado larga y muchos pensaron que sus geniales creaciones eran obra de Rodin o realizadas con su ayuda. Era impensable que aquella joven hermosa y de aspecto frágil fuera capaz de crear esculturas como la bella Sakountala. Empezó entonces una relación tormentosa, en la que Camille seguía perdidamente enamorada del hombre al que también odiaba por recibir reconocimiento público, constantes encargos y alabanzas en todas sus exposiciones, mientras ella no escapaba del cliché de alumna aventajada. 

El distanciamiento entre ambos terminó en ruptura en 1898 cuando Camille fue del todo consciente de que las promesas de amor de Rodin eran palabras vacías. Él nunca dejaría a su amada Rose, con la que terminaría casándose al final de sus días, traicionando a la desdichada Camille.

Empezó entonces un período obsesivo de creación del que nació una de sus esculturas más famosas, La edad madura, en la que aparece una figura femenina arrodillada agarrando a un hombre que se lo lleva una mujer adulta con rostro siniestro. Toda una alegoría de su existencia. 


La edad madura

Encerrada durante años en su piso, Camille Claudel terminó enloqueciendo. Hacia 1905 sus miedos empezaron a aflorar haciendo de ella una mujer demente que destruía todas sus creaciones sistemáticamente, entre ellas una serie de bustos infantiles en los que parece ser que habría enterrado su frustración por no haber podido ser madre. Años atrás había perdido un bebé cuyo padre, Rodin, habría obligado a abortar.

Cuando en 1913 fallecía su padre, Camille se sintió completamente sola. Su hermano, que estaba en la lejana China ejerciendo de diplomático no pudo consolarla ni salvarla de su trágico final. Un final al que la condujo su propia madre quien hizo ingresarla en el sanatorio de Ville-Evrad. El diagnóstico oficial fue manía persecutoria y delirios de grandeza. Las cartas descubiertas años después descubrieron a una mujer en su sano juicio que fue manipulada y maltratada por su entorno.

Camille Claudel terminó sus días en el sanatorio de Montdevergues, sola, aislada y olvidada por todos. El 19 de octubre de 1943 terminaba su larga penitencia, como ella misma lo calificó, de treinta años de reclusión injusta.

Auguste Rodin había fallecido muchos años antes, en 1917. Mientras su cuerpo descansa junto al de su amada Rose, su obra, paradójicamente, permanece junto a la de su amante Camille Claudel. El Museo Rodin es el que recoge el número más grande de obras de la escultora.

 Si quieres leer sobre ella 

Camille Claudel






Camille Claudel 1915





La hermana del astrónomo, Sophia Brahe (1556 - 1643)

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En el siglo XVI, cuando aún había quien creía que la tierra era redonda y había aún planetas por descubrir, en las frías tierras danesas, dos miembros de una misma familia hicieron una gran aportación al mundo de la astronomía. Los hermanos Tycho y Sophia Brahe trabajaron juntos durante años estudiando el cielo. Tycho Brahe, famoso y reconocido astrónomo, alabó siempre la tenacidad de su hermana quien aprendió de manera autodidacta y le ayudó en sus largas horas de estudio. Ambos se enfrentaron a su familia, quienes no aceptaron nunca que miembros de la alta sociedad dedicaran su vida a algo que no fuera la ociosidad. Además de dedicarse a la astronomía, la horticultura, la física y la genealogía fueron otros de los ámbitos de estudio a los que dedicó su vida Sophia Brahe.

Sophia Brahe nació el 24 de agosto de 1556 en la ciudad danesa de Knudstrup en el seno de una familia de la alta nobleza. La pequeña de diez hermanos, Sophia mostró pronto interés por el cielo y sus estrellas y la tierra y sus plantas. Su hermano mayor Tycho se enorgullecía de las ansias de aprender de su pequeña hermana, quien se sumergió en el saber de manera autodidacta. 

En 1573, cuando Sophia tenía apenas diecisiete años, empezó a ayudar a Tycho en sus observaciones astronómicas. En el Castillo de Urania, en la isla de Hven, los dos hermanos redactaron un amplio catálogo de movimientos y posiciones planetarias que sería utilizado por algunos de los astrónomos más famosos de la historia.

Tres años más tarde contrajo matrimonio con Otto Thott con quien tuvo a su único hijo. En 1588 Sophia se quedaba viuda y propietaria de un amplio territorio en Eriksholm en el que se inició en la horticultura y mandó construir hermosos jardines. Sus plantas, junto a su aprendizaje de química y medicina le sirvieron para elaborar remedios que fueron muy conocidos entre la alta sociedad de la zona. Mientras, encontró tiempo también para seguir ayudando a su hermano.

Poco tiempo después, Sophia conocía al que se convertiría en su segundo marido, Erik Lange con el que se casaría en 1602 a pesar de vivir en una situación económica desastrosa. Su segundo matrimonio tampoco duraría demasiado, apenas diez años. Viuda de nuevo, Sophia se trasladó a vivir a Helsingor donde viviría hasta el final de sus días dedicada a una nueva pasión, la genealogía.

Rescatando la historia de las mujeres, Elizabeth Fries Lummis Ellet (1818-1877)

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En la biografía de Elizabeth Fries existieron luces y sombras. Las luces: pasar a la historia por convertirse en la primera historiadora norteamericana en rescatar del olvido el papel de las mujeres durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos y ser una acérrima defensora del papel de las mujeres en la sociedad. Las sombras: haber protagonizado truculentos y oscuros escándalos con escritores de la talla de Edgar Alan Poe. Elizabeth fue una escritora prolífica, que publicó muchas obras de distintas temáticas y géneros y que se relacionó con los principales nombres de la literatura del siglo XIX neoyorquino.

Elizabeth Fries Lummis Ellet nació el 18 de octubre de 1818 en Sodus Point, Nueva York. Su madre, Sarah Maxwell era hija de un destacado capitán de la Guerra de la Independencia y su padre, William Nixon Lummis era un doctor reconocido. Elizabeth estudió en el Seminario Femenino de Aurora y con tan sólo dieciséis años publicó su primera obra, una traducción de Eufemio di Messina. Poco después, veía la luz su primer libro propio, Poemas, traducidos y originales donde se incluía la tragedia de cinco actos Teresa Contarini, que tuvo mucho éxito cuando fue interpretada en Nueva York.

Con tan sólo diecisiete años contrajo matrimonio con un químico neoyorquino llamado William Henry Ellet y poco después se mudaron a vivir a Carolina del Sur por razones laborales de su marido. Mientras William se ganaba la vida como profesor en la universidad, Elizabeth publicó un número importante de libros de distintos géneros, desde poseía, relatos históricos y descripciones de viajes y colaboró en distintos periódicos locales.

Pero la que fue posiblemente su obra más importante fue sin duda una amplia historia de las mujeres durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. A partir de cartas personales, periódicos y entrevistas a algunas de las protagonistas de la contienda, expuso la vida de las mujeres mientras los hombres luchaban en el frente, convirtiéndose en la primera escritora e historiadora en dar voz a la visión femenina de la guerra. 

La primera edición salió a la luz en 1848, unos dos años después de iniciar el ambicioso proyecto. Los dos volúmenes de Las mujeres de la revolución americana, se convirtieron en tres en 1850 con una edición de material adicional. Tal fue el éxito que tuvo la obra y el reconocimiento de la crítica.

Tumba de Elizabeth
Hasta el final de sus días, Elizabeth continuó escribiendo sobre las mujeres, su historia, la vida privada e incluso publicó un manual de seiscientas páginas sobre economía doméstica.

Su fama y reputación se vería sin embargo ensombrecida por un turbio episodio vivido años antes en Nueva York. Poco tiempo antes de iniciar su gran proyecto literario, Elizabeth se había trasladado a Nueva York donde participó en encuentros con escritores como Margaret Fuller, Frances Sargen Osgood y Edgar Alan Poe. Estos dos últimos y su supuesta relación amorosa fueron el origen de un escándalo que parece ser sacó la propia Elizabeth a la luz y en el que ella misma se vio implicada como posible amiga especial del gran escritor. 

La rocambolesca historia derivó en acusaciones de locura hacia Poe por parte de Elizabeth que fueron secundadas por los enemigos del literato. Tal fue la situación, que cuando la esposa de Poe, Virginia, fallecía tras un mortal deterioro de su salud, esta la acusó de haber sido su asesina. Parece ser que Elizabeth habría enviado anónimo a la señora Poe informándole de los amoríos extraconyugales de su esposo.

Elizabeth Fries Lummis falleció el 3 de junio de 1877 de la enfermedad de Bright.

La gobernadora india, Sarojini Naidu (1879-1949)

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Niña prodigio, poetisa, feminista, defensora de la independencia de la India, la vida de Sarojini Naidu es la de una mujer de principios, comprometida con causas justas y dispuesta a romper moldes y barreras allí por donde pasaba. Estuvo al lado de la revolución pacífica de Gandhi, lo que le supuso su encarcelación durante dos años; se casó con un hombre que no pertenecía a su casta; viajó por toda la India defendiendo los derechos de las mujeres a las que ayudó a salir de los claustrofóbicos muros de sus hogares; estudió en Inglaterra. Y cuando fue nombrada gobernadora del estado de Uttat Pradesh se convirtió en la primera mujer india en ostentar un cargo de tal magnitud.

Sarojini Chattopadhyay nació el 13 de febrero de 1879 en Hyderabad. Su padre, Aghore Nath Chattopadhyay se había doctorado en ciencias en la Universidad de Edimburgo y fue el impulsor de una importante institución educativa en Hyderabad. Su madre, Barada Sundari Debi, era poetisa. 

Con tan sólo doce años, Sarojini fue aceptada en la Universidad de Madras. Poco tiempo después tuvo la oportunidad de estudiar en Inglaterra, en el King's College  de Londres y en Girton College, en Cambridge. Apasionada de las letras, Sarojini se sumergió en el estudio de distintos idiomas a la vez que empezó a escribir poemas. En sus años de estudiante en Inglaterra, la joven conoció al que se convertiría en su marido. Con diecinueve años, Sarojini se casaba con el doctor Govindarajulu Naidu, a pesar de ser de una casta distinta a la suya, algo considerado poco menos que un crimen en su India natal. Pero los padres de Sarojini aceptaron el matrimonio de su hija sin ningún problema.

Sarojini Naidu heredó de su padre la implicación en los movimientos sociales. Ya en su momento, Aghore Nath había sido encarcelado por participar en las manifestación en favor de la independencia de la India. En 1905, su hija se unía al movimiento nacional indio.

Comprometida con las causas de los más desfavorecidos, en 1915 empezó un largo viaje que duraría tres años a lo largo y ancho de la India realizando conferencias en favor de las ayudas sociales a los más necesitados y de la emancipación de la mujer. Sarojini fue una de las principales defensoras de los derechos de las mujeres en una India demasiado anclada en el pasado.

En 1919 Sarojini se unió a la resistencia pacífica de Mahatma Gandhi con la que estuvo implicada toda su vida y que incluso la llevó a ser encarcelada en 1942. Dos años después, cuando fue liberada, continuó defendiendo la independencia de la India, que se haría efectiva en 1947. En la nueva India independiente le estaba reservado un nuevo cargo como gobernadora del estado de Uttar Pradesh, convirtiéndose en la primera mujer en ostentar un cargo de esas características.



Sarojini Naidu no pudo continuar su labor mucho tiempo porque fallecía el 2 de marzo de 1949 de un ataque al corazón mientras estaba trabajando en su despacho. Hasta el último momento fue una luchadora incansable por los derechos de sus compatriotas, por la defensa de las mujeres y aun tuvo tiempo para escribir hermosas poesías. Una de sus hijas continuaría con su labor.

La creadora de Ana de las Tejas Verdes, L. M. Montgomery (1874-1942)

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Una de las heroínas literarias más conocidas de la literatura juvenil es Ana de las Tejas Verdes, una risueña niña huérfana que protagoniza todo tipo de aventuras. Su creadora fue una mujer culta, soñadora, que se sumergió en un universo imaginario para paliar su soledad. Lucy Maud Montgomery fue una escritora canadiense que también quedó huérfana de madre siendo muy pequeña y que pasó largas temporadas sintiéndose sola. La escritura fue su válvula de escape. Personajes, aventuras y paisajes inspirados en su Canadá natal, fueron los protagonistas de sus más de veinte novelas, quinientas historias cortas y otros tantos poemas. Escritora prolija, no dejó la pluma hasta el momento de su muerte, un final que aún hoy se debate entre una enfermedad o un posible suicidio.

Lucy Maud Montgomery nació el 30 de noviembre de 1874 en la Isla del Príncipe Eduardo en Canadá. Con tan sólo veintiún meses de vida, Lucy quedó huérfana de madre y su padre la dejó al cargo de sus abuelos maternos en Cavedish mientras se trasladaba a vivir al oeste y se volvía a casar. La pequeña se refugió entonces en amigos imaginarios para sobrellevar la soledad de una niña educada de manera estricta por dos ancianos. Solamente la presencia de algunos primos y tíos que vivían cerca alegraban en alguna ocasión a Lucy. 

Con seis años empezó a estudiar en una escuela local pero tuvo que continuar sus estudios en la Isla del Príncipe Alberto donde se trasladó a vivir junto a su padre y su madrastra. Ya entonces publicó su primer poema en un periódico local. En 1891 volvió a Cavedish donde se reenganchó a los estudios. Tres años después se graduaba con honores en el Prince of Wales College donde obtuvo el título de profesora.

A pesar de que ejercer como maestra no era su verdadera pasión, era una profesión que le reportaba ingresos necesarios para vivir y tiempo para poder seguir escribiendo. Lucy enseñó en distintas escuelas de la Isla del Príncipe Eduardo. En 1895 dejó temporalmente la isla para ingresar en la Universidad de Dalhousie en Halifax, donde estudió literatura inglesa, siendo una de las escasas mujeres en cursos estudios superiores en aquellos años.

Cuando en 1898 se encontraba de nuevo dando clases, su abuelo materno murió de repente. Sin pensárselo regresó a Cavedish a hacerse cargo de su abuela con quien volvió a vivir durante trece años. En aquel tiempo Lucy se ganó la vida con lo que ganaba de sus poemas publicados en distintas revistas. Pero su verdadero éxito literario aún estaba por llegar. En 1905 nacía de su pluma y su imaginación una niña que sería conocida en todo el mundo, Ana de las Tejas Verdes. La respuesta de los primeros editores a los que presentó su libro fue una negativa tras otra. Al final, Ana quedó escondida durante dos años en una caja de sombreros hasta que en 1907 lo encontró de manera casual y decidió volver a probar suerte. Un año después, la Page Company de Boston publicaba la primera edición de Ana de las Tejas Verdes. No sería ni mucho menos la última. La novela de Lucy Maud Montgomery fue un auténtico éxito de ventas y el inicio de una exitosa carrera como escritora.

En 1911, pocos meses después de la muerte de su abuela, Lucy contrajo matrimonio con Ewan Macdonald, un pastor presbiteriano con el que había estado comprometida en secreto desde 1906. Lucy era una joven maestra bien parecida que tuvo varios pretendientes en su juventud pero a todos los fue rechazando hasta que decidió casarse con Ewan, con quien tendría tres hijos, uno de ellos muerto poco después de nacer.

Ontario fue el destino de la pareja. Ewan había aceptado el cargo de ministro de la Iglesia Presbiteriana de Saint Paul. En su nuevo hogar, la mansión Leaskdale, Lucy volvió a refugiarse en la escritura, esta vez para huir de la tristeza por la pérdida de su hijo y para sobrellevar los constantes ataques de melancolía sufridos por su marido. Ana de las Tejas Verdes continuó estando entre sus protagonistas preferidas hasta que en 1920 decidió poner fin a sus historias porque, según había escrito Lucy en su propio diario, se sentía cansada del personaje. Ana volvería a aparecer en una novela que fue rechazada el día antes de su muerte, probablemente por presentar a una protagonista alejada del espíritu original de las primeras novelas de Ana y dando un mensaje antibelicista en plena Segunda Guerra Mundial.

A pesar de que otras novelas de Lucy no fueron tan exitosa como sus libros protagonizados por Ana de las Tejas Verdes, fue siempre una escritora bien recibida por el público.

Lucy Maud Montgomery fallecía el 24 de abril de 1942 en Toronto. A pesar de que se apuntó a una trombosis coronaria como causa de la muerte, años después se llegó a plantear la posibilidad de que se hubiera suicidado. 

La dama de Carcassonne, la Dama Carcas (siglo VIII)

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En la puerta de Narbona de la hermosa ciudad de Carcassonne, en el sur de Francia, el rostro de una extraña mujer nos da la bienvenida a la ciudad amurallada. Según cuenta la leyenda, esta dama misteriosa es la que dio nombre en la Edad Media a la ciudad convertida en nuestro tiempo en Patrimonio de la Humanidad.

La historia de la Dama Carcas se remonta al tiempo de Carlomagno, en el siglo VIII. En sus campañas por Europa, el emperador llegó a las puertas de una ciudad amurallada en el sur de Francia controlada por los sarracenos. En uno de los ataques, su rey, Ballak, falleció, dejando al pueblo en una complicada situación. 

Fue entonces cuando su mujer, la Dama Carcas, tomó las riendas de la situación y consiguió mantener alejado de sus calles al ejército de Carlomagno durante cinco largos años.

Pero el asedio llegó a hacer mella en la población quien, desesperada, veía la rendición demasiado cerca. Pero la Dama Carcas no se rendiría tan fácilmente. Como medidas, la Dama Carcas, hizo todo lo que pudo, desde poner muñecos de paja en las murallas hasta lanzar flechas a los sitiadores para hacerles creer con sus súbditos aún se encontraban en pie de guerra. La realidad era bien distinta. El pueblo se empezaba a morir de sed y de hambre ante la escasez de reservas intramuros.



La Dama Carcas decidió entonces lanzar un cerdo cebado con la poca cebada que quedaba en la ciudad desde las murallas. El animal reventó al caer al suelo y esparció todo el cereal que llevaba en su cuerpo. El mensaje había sido enviado: el pueblo tenía tanto para comer que hasta cebaban a sus cerdos.

El ejército de Carlomagno se retiraba cuando la Dama Carcas quiso firmar la paz con él y le hizo llamar. Para ello, repicaron campanas y sonaron trompetas y alguien le dijo al emperador: Carcas sonne.

La santa mediadora, Isabel de Portugal (1271-1336)

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Isabel de Portugal subía a los altares en 1625 de la mano del papa Urbano VIII, tres siglos después de su fallecimiento. Mujer devota y solidaria con los demás, Isabel fue una princesa aragonesa entroncada con las más importantes casas reales de la Edad Media europea, que fue destinada al reino portugués para cumplir las estrategias diplomáticas de Aragón. Su matrimonio con el rey Dionís no fue un camino de rosas. Además de soportar la agresividad de su marido, se hizo cargo de muchos de sus hijos bastardos. Isabel tuvo que mediar en varias ocasiones entre Dionís y el heredero al trono de Portugal convirtiéndose en pieza clave de la política de su reino adoptivo. Al quedarse viuda, peregrinó a Santiago, se retiró a un convento de clarisas y tras su muerte se le adjudicaron varios milagros además de permanecer su cuerpo incorrupto.

La princesa Isabel de Aragón nació en el año 1271 en Zaragoza. Isabel era hija del rey Pedro III de Aragón y de Constanza II de Sicilia. Entre sus ancestros se encontraba Santa Isabel de Hungría además de ser nieta de Jaime I el Conquistador y biznieta del emperador Federico II.

Desde bien pequeña recibió una esmerada educación orientada a convertirse en una reina. Ya entonces, Isabel empezó a mostrar una fe inquebrantable y un deseo de vivir una vida de piedad. Pero el convento no sería su destino, al menos en un inicio.

Poco tiempo duró su infancia. Su padre, el rey Pedro III de Aragón, ya había pactado con Portugal el enlace de Dionís con su hija cuando apenas tenía diez años. En el mes de febrero de 1288 una embajada portuguesa llegaba a Barcelona con el fin de celebrar el matrimonio por poderes y llevarse a la joven infanta hasta Trancoso, donde el 24 de junio de aquel mismo año, Isabel se casaba con el rey Dionís de Portugal.

Empezaba entonces un periodo difícil para la nueva reina portuguesa, quien se ganó el cariño de un pueblo que admiraba a Isabel por su devoción y generosidad. Las idas y venidas de su marido, un hombre violento y poco afectuoso, afectaban al ánimo de Isabel quien a pesar de no aceptar las relaciones extramatrimoniales de Dionís, se haría cargo de algunos de sus hijos ilegítimos. 

Los verdaderos problemas surgieron cuando la relación paterno filial entre Dionís y el heredero legítimo, Alfonso, empezaron a ser conflictivas llegando a su punto álgido cuando llegaron a oídos de la reina rumores de que su marido había solicitado a la Santa Sede legitimar a uno de sus bastardos, llamado también Alfonso.

El conflicto llegaría al campo de batalla en varias ocasiones y fue gracias a la intercesión de la reina Isabel que el enfrentamiento entre Dionís y Alfonso no llegó nunca a un derramamiento de sangre.

En 1325 terminaría la tensión dinástica con la muerte de Dionís y el ascenso de manera pacífica de su hijo legítimo al trono de Portugal como Alfonso IV. 

Años después, la reina viuda decidió trasladarse a vivir al monasterio de Santa Clara-a-Velha en Coimbra donde no tomó los hábitos pero se entregó a una vida de piedad y ayuda a los más necesitados. En ese tiempo fundó varios monasterios y realizó dos peregrinaciones a Santiago de Compostela como una mujer más, sin ningún signo externo de su realeza. 

La vida de Isabel de Portugal llegaría a su fin en Castilla donde, una vez más, tuvo que ejercer de mediadora en un conflicto. Esta vez los contendientes eran su hijo Alfonso IV y su nieto, Alfonso XI de Castilla, hijo de su amada Constanza. En el castillo de Estremoz, donde se encontraba Alfonso de Portugal, la reina se retiró a descansar tras el largo viaje. El 4 de julio de 1336 fallecía en el lecho después de hacer prometer a su hijo que pondría fin a las hostilidades contra su nieto, el rey castellano.

Enterrada primero en el monasterio de Coimbra en el que había residido los últimos años de su vida, su cuerpo sería trasladado a Santa Clara-a-nova donde sus restos permanecieron hasta nuestros días.

Fue Manuel el Afortunado, cuando inició el proceso de beatificación que culminaría el 15 de abril de 1516 con la firma de una bula del papa León X. Un siglo después era canonizada y su fiesta se asignaba para el aniversario de su muerte.

 Si quieres leer sobre ella

La rosa de Coimbra
Maria Pilar Queralt del Hierro

La aventurera solitaria, Delia Akeley (1875-1970)

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Delia Akeley tuvo una vida llena de aventuras. Junto a su segundo marido, Carl Akeley, viajó a África en busca de ejemplares de elefantes para el Museo de Historia Natural de Nueva York y consiguió salvarle la vida a Carl en una de esas peligrosas cacerías. De vuelta a los Estados Unidos se llevó con ella un mono que le hizo la vida imposible. Separada del famoso taxidermista, Delia no abandonó su pasión por África y decidió viajar en solitario al Congo Belga para explorar las tierras en las que vivían los curiosos pigmeos. Además de contribuir al mundo de la antropología y la ciencia, Delia Akeley demostró que una mujer sola podía adentrarse en territorio africano y vivir las mismas aventuras que sus colegas expedicionarios.

Una joven rebelde
Delia Julia Denning nació el 5 de diciembre de 1876 en Beaver Dam, Wisconsin, en el seno de una familia de granjeros. Delia era la pequeña de los nueve hijos de Patrick y Margaret Denning, una pareja de origen irlandés. Conocida familiarmente como Mickie, Delia fue siempre una joven inquieta a la que le gustaba más jugar a juegos de niños que de niñas.

Con tal sólo trece años, Delia se fugó de casa y un año después se casó con un barbero llamado Arthur Reiss. Seguramente fue por mediación de Reiss que Delia conocería a su segundo marido. Ocurrió en una cacería, donde Delia se fijó en Carl Akeley y empezó a admirar su tarea como disecador de animales para distintos museos de historia natural. 



La esposa que salvó a su marido
En 1902, tras divorciarse de Arthur, Delia se casaba con Carl y se convertía en su más fiel ayudante en su ambicioso proyecto de recrear los hábitats reales de los animales a los que disecaba para hacer de su trabajo una labor científica y didáctica. 

En 1905 Delia se unía por primera vez a una  la expedición organizada por el Museo de Historia Natural de Nueva York y liderada por su marido para conseguir ejemplares de elefantes. Cuatro años después volvían a territorio africano en una nueva expedición en la que Carl fue atacado por un elefante. Fue gracias a la determinación de su mujer que el taxidermista pudo salvar la vida y volver sano y salvo a los Estados Unidos donde fueron recibidos como héroes y empezaron a codearse con la alta sociedad.

Pero Delia en aquellos años estaba más interesada en compartir su tiempo libre con un curioso animal, un mono al que bautizó como JT Junior y que se había traído de África con ella. Pero a pesar de que Delia cuidaba de él como si fuera un dócil animal de compañía, el mono se rebeló en varias ocasiones y llegó incluso a atacarla. Al final, JT Junior tuvo que ser trasladado a un zoológico.

La presencia del animalito fue una de las muchas razones que aparecieron en la lenta agonía de su relación matrimonial. Carl empezó a relacionarse con otra mujer y cuando Delia marchó a Francia en 1918 para colaborar con las Fuerzas Expedicionarias Americanas, él adujo abandono. El divorcio se hizo efectivo en 1923.

La vuelta a África, en solitario
Un año después, Delia decidió continuar con su dedicación a las ciencias naturales. Ahora que ya no iba a trabajar al lado de Carl, decidió marcha sola al continente africano. Su destino, el Congo Belga, donde pasó meses conviviendo con las tribus de pigmeos a los que estudió y fotografió. Que una mujer sola, acompañada de algunos ayudantes, decidiera mezclarse con culturas primitivas la convirtió en un personaje popular, sobre todo entre las mujeres que alababan su valentía. De hecho, Delia quitaba importancia a su aventura cuando aseguraba que el hecho de ser mujer y viajar sola le facilitaba el acceso a unas tribus que no veían en ella ninguna amenaza. 

De vuelta a Nueva York, publicó las imágenes y las conclusiones extraídas de su convivencia con los pigmeos del Congo.

Poco tiempo después volvió a casarse con un expedicionario retirado, el doctor Warren Howe, con el que vivió retirada de la vida pública hasta su muerte, acaecida el 22 de mayo de 1970. Tenía entonces noventa y cuatro años.

La corresponsal de guerra, Martha Gellhorn (1908-1998)

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La tortuosa relación que Martha Gellhorn mantuvo con Ernest Hemingway oscureció en parte su genial carrera como corresponsal de guerra. Todos los conflictos bélicos del siglo XX hasta los años ochenta tuvieron en Martha una testigo de excepción, desde las dos guerras mundiales hasta el conflicto de Vietnam, pasando por la Gran Depresión o la Guerra Civil española. Su intensa experiencia como periodista se plasmó en múltiples artículos en prensa, ensayos y novelas que a día de hoy soy un testimonio histórico del siglo XX. En lo personal, Martha Gellhorn no consiguió nunca la estabilidad emocional. Además de Hemingway, tuvo otras relaciones infructuosas. Tampoco consiguió vivir su faceta maternal ni cuando adoptó a Sandy, un niño al que terminó dejando a cargo de unos familiares mientras ella viajaba y vivía la vida que de verdad había elegido.

El principio de un sueño
Martha Ellis Gellhorn Fischell nació el 8 de noviembre de 1908 en San Luis, Estados Unidos, hija del ginecólogo George Gellhorn y la sufragista Edna Fischell. Martha, una buena estudiante, se graduó en 1926 en la escuela John Burroughs y al año siguiente ingresó en el Bryn Mawr College de Filadelphia. Pero Martha tenía claro cual quería ser su futuro y no dudó en abandonarlo todo para cumplir su sueño de convertirse en periodista.

Sin llegar a graduarse, Martha dejó los estudios y empezó a buscar trabajo. Sus primeros artículos se publicaron en el The New Republic. Pero Martha quería llegar más lejos y decidió que quería ser corresponsal en el extranjero y en 1930 marchó a París para trabajar con la oficina United Press. De su primera estancia en Europa, nacería también su primer libro, What mad pursuit, escrito en 1934.

Testigo de la Gran Depresión
De vuelta a los Estados Unidos, Martha fue contratada por la Federal Emergency Relief Administration, un organismo creado por el presidente Roosevelt para recabar información sobre la Gran Depresión que asolaba en aquellos años el país.

Martha se embarcó entonces en un viaje por las zonas més deprimidas siendo testimonio de la pobreza que había inundado ciudades y pueblos de Norteamérica. Junto a la fotógrafa Dorothea Large, elaboraron un trabajo tan exhaustivo que pasó a formar parte de los archivos oficiales de la Gran Depresión. El trabajo de investigación de Martha llegó a oídos de la primera dama, Eleanor Roosevelt, una mujer también muy concienciada de las injusticias sociales. Entre ellas se creó una estrecha relación de amistad que duraría muchos años. 

En esta ocasión Martha Gellhorn también utilizó su experiencia para publicar un nuevo libro, titulado The trouble I’ve seen en 1936.

Hemingway y su guerra personal
Aquel mismo año, Martha conoció al escritor Ernest Hemingway en Key West. A pesar de que en aquel tiempo Ernest estaba casado, decidió viajar junto a Martha a España, quien había sido contrata por el Collier’s Weekly para cubrir la guerra civil que acababa de estallar. Empezó entonces una de las épocas más intensas de Martha como corresponsal de guerra no sólo en territorio español. La rápida ascensión y expansión del nazismo y el inicio de la Segunda Guerra Mundial la llevaron a viajar por distintos países europeos y asiáticos. Su novela A stricken field, escrita en 1940, estuvo inspirada en aquellos años convulsos.



Convulsos para el mundo y para su relación con Hemingway quien se quejaba a menudo de sus largas ausencias, que no cesaron ni cuando la pareja se casó aquel mismo año después del segundo divorcio del escritor.

Y es que la pasión de Martha por su profesión llegaba a tales límites que llegó incluso a disfrazarse de camillero para poder introducirse en la zona en la que tendría lugar el desembarco de Normandía convirtiéndose en la única mujer que presenció el histórico Día D. 

La reportera que quiso ser madre
Divorciada de Hemingway, Martha Gellhorn mantuvo otras relaciones amorosas esporádicas mientras continuaba viajando allí donde existía un conflicto bélico. Vietnam o la Guerra de los Seis Días en Oriente Próximo fueron algunas de las guerras que cubrió.



Mientras tanto, Martha se dio cuenta que se hacía mayor y que quería ser madre. Así que en 1949 adoptó a un niño en un orfanato italiano y le puso de nombre Sandy. Pero el pequeño no consiguió despertar el instinto maternal de su madre adoptiva ni pudo competir con su amor por el periodismo. Sandy pasó su infancia alejado en muchas ocasiones de Martha, quien lo dejaba a cargo de familiares.

En 1956 se casaba de nuevo, esta vez con un antiguo editor de la revista Time del que se divorciaría nueve años después.

Martha Gellhorn continuó viajando y haciendo lo que realmente siempre había querido ser. Con ochenta y nueve años, Martha Gellhorn, considerada una de las corresponsales de guerra más importantes del siglo XX, se quitaba la vida después de sufrir una larga agonía provocada por un cáncer.

 Películas que hablan de ella 

Hemingway & Gellhorn



La cortesana que quiso ser condesa, Lola Montes (1821-1861)

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Niña rebelde, mujer extravagante, Lola Montes, fue una de las mujeres más misteriosas y escandalosas del siglo XIX. Lola se hizo a sí misma creando a su alrededor una imagen de bailarina y artista que quedó en segundo plano cuando se la identificó más claramente como cortesana. Franz Liszt o Alejandro Dumas, fueron algunos de los nombres que aparecieron en su vida antes de alcanzar el corazón, y la alcoba, de un rey. En Munich conquistó a Luis I de Baviera quien la dio un título de condesa ganándose la animadversión de la alta sociedad bávara. Casada en varias ocasiones, acusada de bigamia, tuvo un éxito efímero y murió totalmente sola.

María Dolores Eliza Rosanna Gilbert nació el 17 de febrero de 1821 en Grange, Irlanda o en Limerick, según los autores. Lola era hija de un militar británico, Edward Gilbert y Eliza Oliver, de supuestos ascendientes españoles, quien la tuvo con apenas quince años.

Tenía dos años cuando su padre fue destinado a la India donde fallecería de cólera poco después. Su madre se casaba de nuevo y mandaba a la pequeña a vivir a Escocia donde se hicieron cargo de ella unos familiares de su padrastro para ver si podían domesticar a Betty, como la llamaban entonces a aquella niña desobediente y rebelde. 

En su nueva escuela escocesa su actitud no mejoró. Betty empezó a rebelarse como una alumna más que difícil a la que no pudieron controlar en ninguna de las instituciones educativas a las que fue trasladada por su desesperada familia política. Tras haber vivido en Sutherland y Bath, Betty se reencontraba con su madre quien quiso casarla con un hombre muchos años mayor que ella. Por el contrario, se fugaba con un teniente llamado Thomas James y que, al parecer era amante de su propia madre. Corría el año 1837 y la niña rebelde se había convertido en una jovencita de dieciséis años dispuesta a comerse el mundo y convertirse en bailarina.

Su primer matrimonio fue un desastre y terminó cuando él la dejaba sola y abandonada en la India donde se habían trasladado a vivir. De vuelta en Londres, conoció a Fanny Kelly quien la animó a convertirse en bailarina y quien la transformaría en Lola Montes.

Lola Montes creó a su alrededor el personaje de una bailarina española que debutaba en Londres en 1843 con un éxito considerable. Poco tiempo después, tras descubrirse su verdadera identidad como ex pareja de un teniente, Lola marchó al continente y se estableció en París donde empezó a ser más conocida por sus affaires amorosos y sus servicios de cortesana que por su talento artístico como bailarina.

Buscando de nuevo el éxito artístico, Lola Montes viajó a Múnich en 1846 donde después de actuar por primera vez fue despedida. Sin pensárselo dos veces, decidió llamar a las puertas de palacio para mostrar su queja e indignación. Recibida por Luis I de Baviera, éste quedó perdidamente prendado de la belleza de Lola, a partir de entonces conseguiría todo lo que se dispusiera del monarca bávaro. Lo primero, un contrato para actuar en el mejor teatro de Múnich.

Convertida en amante de Luis, Lola empezó a abusar de su situación privilegiada que mejoró considerablemente cuando el rey sucumbió a sus deseos y le dio el título de Condesa de Landsfeld en 1847. Aquello fue la gota que colmó el vaso. El pueblo, la aristocracia y los miembros del movimiento liberal se pusieron en contra de Luis y su amante. El resultado, la abdicación en 1848 de Luis I de Baviera y la huida de Lola del país que la había hecho aristócrata y que había sido expulsada del mismo por orden de su amante.

El rey destronado no se reencontró nunca con Lola quien en vano le esperó en Suiza hasta que decidió seguir con su propia vida. De vuelta a Londres, aquel mismo año se casaba de nuevo con un oficial llamado George Trafford Heald sin estar clara aún la separación legal con su anterior marido. El escándalo sobrevolaba de nuevo la vida de Lola quien, acusada de bigamia, tuvo que volver a marchar de Inglaterra. 

Los Estados Unidos de América fue su nuevo destino, ya sin George, de quien también terminó cansándose.

Después de pasar unos años bailando en distintas ciudades, volvió a casarse, esta vez con Patrick Hull, un periodista con el que se estableció en Grass Valley, California y con el que tampoco duró mucho tiempo. Pero en su faceta artística si que tuvo suerte cuando abrió un local en el que consiguió que se dieran cita de manera asidua muchos hombres influyentes.
Nueva York fue la última parada del largo e intenso trayecto que supuso la vida de Lola Montes. Pero lejos de terminar rodeada de lujo y éxito, la actriz que llegó a ser condesa falleció de neumonía el 17 de junio de 1861 tras años predicar por las calles de Nueva York la fe metodista en la que se había sumergido. 

Una vez muerta, ni sus antiguos maridos y amantes, reclamaron su cuerpo que fue enterrado en el cementerio de Green-Wood en Brooklyn. En su lápida se la identifica como Eliza Gilbert. Lola Montes quedaría solamente en el recuerdo de aquellos que la conocieron.

 Si quieres leer sobre ella 

Reinas en la sombra
María Pilar Queralt







 Películas que hablan de ella

Lola Montes







Lola Montes

La reina casamentera, Toda Aznárez (890-965)

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Sancho Garcés I, esposo de Toda
Toda Aznárez fue una de las reinas más importantes de la España cristiana que durante siglos convivió con la España musulmana. Hija de una familia noble y casada con el rey de Pamplona, ejerció un papel clave durante el reinado de su marido y después de su hijo para afianzar la dinastía Jimena. Para ello, no dudó en viajar durante buena parte de su vida a los territorios tanto cristianos como del Al-Ándalus para cerrar pactos matrimoniales para su amplia prole y establecer acercamientos políticos con el reino de Abderramán III.

La vida de Toda Aznárez se esconde en la oscuridad de los tiempos medievales cuyas fuentes documentales son muy escasas, por lo que los historiadores han tenido que rescatar del olvido su biografía con gran esfuerzo, pues no aparece detrás de ningún documento, siquiera construido o falso, fundando algún cenobio o promoviendo obras culturales1. Toda habría nacido en el año 890 en el seno de una familia heredera del desaparecido mundo visigodo. Toda descendía de Íñigo Arista, el primer caudillo de nombre conocido del entorno pamplonés insubordinado frente al islam en la década de los años cuarenta del siglo IX2. Sus padres eran Aznar Sánchez de Larraún y Ónneca y descendía por vía materna de García Íñiguez. 


Monasterio de Suso donde descansan sus restos

Toda se casó con Sancho Garcés I, rey de Navarra con el que tendría una amplia descendencia y que la reina sabría utilizar para establecer alianzas políticas con los reinos colindantes. El más importante fue quizás el de su hijo y futuro rey García I Sánchez con Andregoto Galíndez, hija del conde aragonés Galindo Aznar II. 

En el año 925, después de veinte años de reinado, Sancho Garcés I fallecía dejando a Pamplona con un rey de poco más de seis años de edad. Hasta que García I Sánchez fue considerado mayor de edad, éste fue tutelado por distintos ayos bajo la atenta mirada de la reina viuda. Convertido ya en rey, en 933, Toda tuvo un destacado papel en la política diplomática de su hijo con reinos cristianos y también con el califato de Córdoba.

Hasta el corazón mismo de Al-Ándalus viajó la reina Toda para reunirse con Abderramán III y renovar los antiguos pactos esta vez entre reinos iguales y no como subordinados del reino musulmán. Abderramán reconocía así, la nueva importancia en el panorama político internacional del reino de Pamplona.


Abderramán III

A principios de la década del 960, se desvanece políticamente la figura de Toda, una reina clave en el solar hispano del siglo X, una reina que participó activamente en los reinados sucesivos de su marido y su hijo dándoles legitimidad e importancia estratégica en el tablero de juego en el que los reinos cristianos y medievales tenían por delante una larga partida por el poder ibérico.

A Sancho Garcés I se le conoce como El Grande y parte, de esa grandeza la obtuvo por la colaboración inteligente de su esposa, nuestra doña Toda: la primera gran reina de la dinastía Jimena3.

 Si quieres leer sobre ella

Reinas de Navarra
Julia Pavón (dir.)






Reinas medievales españolas
Vicenta Márquez de la Plata y Luis Valero de Bernabé






El viaje de la reina
Ángeles de Irisarri







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Notas: 

1. Reinas de Navarra, Julia Pavón (dir.), pág 37
2. Ídem, pág. 33
3. Reinas medievales españolas, Vicenta Márquez de la Plata y Luis Valero de Bernabé, pág. 47

La guionista vapuleada, Frederica Sagor Maas (1900-2012)

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La historia de Frederica Sagor Maas podría haber sido la de una mujer de éxito en el Hollywood del cine mudo, pues escribió y adaptó guiones que encumbraron a grandes figuras del cine mudo y después del cine sonoro. Pero Frederica sufrió el lado más oscuro de la meca del cine. Plagios, falta de reconocimiento, versiones demasiado infieles a sus escritos originales y acusaciones de comunista en la terrible caza de brujas. Frederica Sagor Maas fue una de las mujeres más longevas de California, falleciendo con 111 años. Podría haber desaparecido mucho antes, cuando ella y su marido, hastiados de aquel Hollywood que no les aceptó, intentaron suicidarse.

Aprendiendo fotograma a fotograma
Frederica Alexandrina Sagor Maas nació el 6 de julio de 1900 en la ciudad de Nueva York, en el seno de una familia judía que había emigrado de la Rusia Imperial. Frederica era la pequeña de cuatro hijos de Arnold y Agnessa Zagosky, que americanizaron su nombre por el de Sagor. Fue su madre, una reconocida enfermera, la que llevaba el peso económico de la casa.

Frederica ingresó en la Universidad de Columbia donde inició unos estudios de periodismo que nunca finalizó. En 1918 dejó los estudios para centrarse en su sueño, dedicarse al cine. Pero Frederica no quería ser actriz como muchas otras jóvenes de su tiempo, sino que lo que quería era estar detrás de las cámaras escribiendo los guiones. Para aprender, Frederica pasaba largas horas delante de la pantalla de cine analizando todos los fotogramas, las secuencias y los diálogos. 

El mismo año que dejaba la universidad consiguió su primer trabajo en la oficina de Nueva York de la Universal Pictures como asistente de guionista. A pesar de que cinco años después ya era jefa del departamento, Frederica decidió probar suerte en la auténtica meca del cine. 

Su dura estancia en Hollywood
Frederica consiguió un contrato con la MGM que no fue renovado y tuvo que trabajar en la más modesta Tiffany Productions. En 1927 contraía matrimonio con Ernest Maas, un productor de la Fox con el que trabajó conjuntamente en muchas ocasiones.




Aquel mismo año conseguía un contrato con la Paramount donde escribió guiones que encumbraron a actrices como Clara Bow.

La relación contractual con la Paramount tampoco duraría demasiado debido a las desavenencias entre la productora y la guionista. La situación profesional y económica del matrimonio Maas, que no era demasiado buena, sufrió un duró golpe en 1929. El crack que dejó a los Estados Unidos en la ruina no dejó al margen a los Maas, quienes perdieron diez mil dólares. 

Para poder sobrevivir, pasaron tiempo escribiendo reseñas de películas para revistas especializadas y realizaron algunos trabajos para la Paramount. En 1941, la pareja escribía el guión de Miss Pilgrim’s Progress, una historia que hablaba del papel de la mujer en la sociedad pero que terminó convirtiéndose en The Shocking Miss Pilgrim, una adaptación frívola alejada de la idea original. La película, estrenada en 1947 y protagonizada por Betty Grable fue un duro golpe para Frederica y posiblemente la gota que colmaría el vaso de su paciencia para con Hollywood.

Al borde del suicidio en las colinas de Hollywood
La pareja se encontraba abatida por la falta de reconocimiento profesional que nunca consiguieron como ellos esperaban de la industria del cine. A lo que se unió la acusación de comunismo durante la caza de brujas de la era  McCarthy .

Desesperados, Frederica y Ernest subieron a la cima de una colina con la intención de no volver a bajar vivos de ella. Querían suicidarse pero no tuvieron el valor suficiente para hacerlo. Corría el año 1950 y la pareja no volvió nunca más a la meca del cine.

Unas memorias demoledoras
Cuando en 1986 Frederica quedaba viuda, decidió escribir sus memorias. Publicadas en 1999 bajo el título, The Shocker Miss Pligrim: A Writer in Early Hollywood, Frederica expuso sin tapujos su visión de un Hollywood depradado, nepotista y profundamente misógino.

Frederica Sagor Maas vio morir uno tras otro a todos aquellos productores y gente del cine que, según ella, le hicieron la vida imposible y anularon su carrera profesional por ser mujer hasta el punto de abocarla al suicidio.

Y es que Frederica falleció el 5 de enero de 2012 con 111 años de edad. Un testimonio de toda la historia del cine, que tristemente vivió su experiencia como guionista de una manera dramática.

 Si quieres leer sobre ella 

La escandalosa señorita Pilgrim
Frederica Sagor Maas

La luz del poeta, Zenobia Camprubí (1887-1956)

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La historia de Zenobia Camprubí es la historia de una vida que, a simple vista, puede parecer contradictoria. Considerada una de las primeras feministas y defensoras de la emancipación de la mujer, Zenobia vivió cuarenta años de su vida junto al poeta Juan Ramón Jiménez al que cuidó, ayudó en la edición de su obra y veló por su apática actitud vital. Ante estos hechos objetivos, algunos se empeñaron en ver en esta relación una suerte de anulación de la esposa en favor del poeta. Y sin embargo, ella fue una mujer feliz, que ejerció como profesora en grandes universidades americanas y formó parte del Lyceum femenino junto a sus fieles amigas Maria de Maeztu y Victoria Kent. Hasta qué punto ella fue la inspiración de Juan Ramón mientras anulaba su propio talento, es algo que no siempre es fácil de concretar.

La hermosa y culta Zenobia
Zenobia Camprubí Aymar nació el 31 de agosto de 1887 en la ciudad barcelonesa de Malgrat de Mar donde su familia veraneaba. Zenobia fue la única chica de los cuatro hijos de Raimundo Camprubí e Isabel Aymar. Raimundo era ingeniero de caminos, canales y puertos que conoció a su esposa en Puerto Rico donde fue destinado por el gobierno español para construir una carretera. Isabel era una mujer culta perteneciente a una familia de raíces italo-americanas. La pareja se casó en Ponce y poco después se trasladaron a vivir a España donde nacería Zenobia. 

Educada por su propia madre y su abuela, ambas mujeres cultas e instruidas, y otros tutores, Zenobia fue una alumna aplicada que pronto aprendió a leer y escribir y a conocer distintas lenguas. 

Cuando la familia se trasladó a Valencia por cuestiones laborales de Raimundo, sus padres formalizaron su separación. En 1905, Isabel y su hija Zenobia se instalaban en Newburg, Nueva York, donde la entonces bella y culta muchacha disfrutó de los ambientes más distinguidos de su tiempo.

En 1908 Zenobia Camprubí era admitida en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Columbia donde estudió historia, literatura y otras disciplinas hasta que su madre decidió regresar a España sin que la joven pudiera concluir sus estudios.

La sonrisa que enamoró al poeta
Madre e hija se instalaron en Madrid. Zenobia asistía siempre que podía a charlas y conferencias de intelectuales, la mayor parte de ocasiones acompañada de los Byne, unos buenos amigos con los que pasaba largas y agradables veladas. Fue precisamente en una de las reuniones organizadas por los Byne donde el poeta Juan Ramón Jiménez escuchó por primera vez la risa alegre de Zenobia de la que, sin verla, quedó prendada.




Poco después coincidirían en una conferencia en la Residencia de Estudiantes donde se conocerían en persona. Perdidamente enamorado de la joven y risueña Zenobia, Juan Ramón no se rindió a pesar de la negativa inicial de Isabel Aymar de un posible noviazgo del poeta con su hija.

Una vida de entrega
Convertidos en novios formales, en 1915, Zenobia y Juan Ramón empezaron a trabajar juntos en la traducción de la obra del poeta Tagore. La labor de ambos era perfectamente complementaria, pues mientras ella aportaba sus profundos conocimientos para traducir, él le daba la forma poética. Luna Nueva, fue su primera obra publicada recibida con un gran éxito por parte de la crítica, lo que animó a la pareja a continuar con sus traducciones de otros destacados literatos como Edgar Alan Poe o Shakespeare.

En 1916 Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez se casaban en la catedral de San Estefan de Nueva York. De vuelta a España, la pareja de recién casados pasó una larga temporada en Madrid donde él escribía y ella, además de ayudarlo en la edición de su obra, emprendía varios proyectos. Desde abrir una tienda de artesanía hasta ayudar en la organización de diferentes instituciones de ayuda a los más necesitados. Fue destacada también su colaboración con María de Maeztu en el Lyceum Club de Madrid, donde durante un tiempo Zenobia ejerció de tesorera.

La melancolía en ultramar
Los últimos años de su vida juntos transcurrieron en distintos países del otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, Cuba o Puerto Rico, Juan Ramón Jiménez siguió escribiendo y realizando conferencias mientras Zenobia trabajaba como profesora en distintas universidades.




Pero el éxito literario de Juan Ramón no pudo evitar su actitud depresiva ante la vida. Zenobia se volcaba de lleno en su marido, no sólo ayudándolo en su faceta profesional, sino también, y sobre todo, buscando la manera de apaciguar sus tristes sentimientos.

En 1951 se instalaban en Puerto Rico en busca de un lugar en el que el poeta se sintiera tranquilo y relativamente feliz. Aquel mismo año, Zenobia había sido operada en Boston de un cáncer de matriz del que ya había sido tratada en España veinte años antes. El amor hacia su marido no le hizo dudar en su decisión de abandonar Boston y seguirlo en el que sería su último viaje. 

Cinco años después, los más oscuros presagios se cernieron sobre la pareja. El mal de Zenobia volvió a aparecer. El 25 de octubre de 1956 el mundo conocía el nombre del Nobel de Literatura de aquel año, Juan Ramón Jiménez. Tres días después, su amada esposa fallecía. A ella fueron dedicadas las palabras más hermosas del discurso que pronunció durante la entrega del galardón. 




Sin duda alguna, Juan Ramón Jiménez amó a su compañera, pero esta no lo pudo librar de su terrible mal y nunca pudo escapar de la depresión. Desaparecida Zenobia, fue imposible.

Zenobia Camprubí dedicó su vida a su gran amor, y por ello, a pesar de ser una mujer que siempre quiso ser independiente, algunos dudaron de esa supuesta libertad. Otros continúan defendiendo su decisión como un acto de amor y que nunca vetó su trayectoria personal: A través de su correspondencia y de sus punzantes, intensos y francos diarios, Zenobia Camprubí relata su vida con Juan Ramón y deja entrever su yo, el de una mujer independiente, práctica y activa. En ningún caso sumisa1.

 Si quieres leer sobre ella 


Republicanas "burguesas"
Inmaculada de la Fuente
Diarios
Zenobia Camprubí





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Notas: 


1. Republicanas "burguesas". Pág 56

La niña croata que no llegó a Auschwitz, Lea Deutsch (1927-1943)

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El Holocausto se llevó por delante millones de seres humanos dejando por el camino el rastro de algunos de ellos. Muchos fueron anónimos, algunos mantuvieron su nombre y apellidos. Uno de estos nombres propios, aunque no muy conocido como otros, fue el de una niña croata llamada Lea Deutsch. Actriz precoz, la pequeña Lea fue conocida en su país como la Shirley Temple croata. Su triste, y también precoz final, le dieron otro apodo. La Ana Frank croata.

Lea Dragica Deutsch nació en Zagreb, Croacia, el 18 de marzo de 1927 en el seno de una familia judía. Su padre, Stjepan Deutsch era abogado y su madre, Ivka Singer, era ama de casa. Lea vivió su infancia en un bloque de pisos de la calle Gunduliceva número 39 de Zagreb junto a sus padres y su hermano Sasa.

Lea empezó a mostrar desde muy pequeña sus dotes para el baile y la interpretación. Su talento excepcional fue mostrado en público por primera vez con tan sólo cinco años en el teatro Nacional de Croacia donde interpretó pequeños papeles en distintas obras.

El público pronto la apodó la Shirley Temple croata y su fama traspasó las fronteras de su país natal.

La llegada del nazismo a Europa, que se expandió de manera amenazadora por todos los recovecos que pudo, fue el fin de la carrera artística de la pequeña Lea. En 1941 las leyes raciales se aplicaban también en Zagreb y el teatro en el que actuaba Lea no fue una excepción. 

Stjepan Deutsch, en un vano intento de salvar a su familia de la deportación, se convertía él y a los suyos al catolicismo en junio de aquel mismo año.



Lea Deutsch había dejado huella en el mundo artístico de Zagreb. Muchos de sus antiguos compañeros intentaron en vano ayudarla a ella y a su familia a huir en varias ocasiones. Ante los intentos fallidos de huir de la ciudad, se llegó incluso a plantear un matrimonio de conveniencia entre Lea y un muchacho vecino para salvar al menos a la pequeña. Pero su madre se opuso.

Su destino estaba marcado cuando en mayo de 1943 los Deutsch fueron deportados a Auschwitz en un grupo de setenta y cinco personas en condiciones infrahumanas. De entre los veinticinco que no llegaron a cruzar vivos las puertas del campo de exterminio polaco se encontraba Lea. Su débil corazón marcado por la difteria sufrida de pequeña no soportó los largos y dramáticos días en un vagón de ganado sin agua ni comida.

Su madre y su hermano serían asesinados en Auschwitz. Solamente su padre sobrevivió al holocausto. Cuando falleció en 1959 fue enterrado con una fotografía de la pequeña Lea.

 Si quieres leer sobre ella

Ruta Tannembaum
Miljenko Jergovic

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